Evangelio según San Mateo 7,15-20.
Jesús dijo a sus discípulos: |
Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. |
Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? |
Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. |
Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos. |
Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. |
Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán. |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
San Vicente de Paúl (1581-1660) |
"Trasladar el fruto"
Amemos a Dios, hermanos míos, amemos a Dios, pero que lo sea a costa de nuestros brazos, que lo sea con el sudor de nuestros rostros. Pues muy a menudo tantos actos de amor de Dios, de complacencia, de benevolencia y otras acepciones parecidas y prácticas interiores de un corazón tierno, bien que muy buenas y deseables, son sin embargo muy sospechosas cuando no contemplan en absoluto la práctica del amor efectivo. «En esto dice nuestro Señor, mi Padre es glorificado que aportéis mucho fruto» (Jn 15,8). |
Y es a esto a lo que debemos prestar atención; pues hay varios que, por tener el exterior bien formado y el interior lleno de grandes sentimientos de Dios, se paran en ello; y cuando reparan en el hecho y se encuentran en la ocasión de actuar, viven corto. Se jactan de su imaginación calenturienta; se contentan de lo dulces encuentros que tienen con Dios en la oración; hablan con él incluso como ángeles; pero, al salir de ahí es cuestión de trabajar para Dios, de sufrir, de mortificarse, de instruir a los pobres, de ir a buscar la oveja perdida, de amar a quien le falta algo, aceptar las enfermedades o alguna otra desgracia, ¡por desgracia! ya no queda nadie, les falta el valor. No, no, no nos confundamos: toda nuestra tarea consiste en pasar a la acción. (EED) |
Oración
(León XIII)
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