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viernes, 17 de junio de 2022

Evangelio del día


 

Evangelio según San Mateo 6,19-23.

Jesús dijo a sus discípulos:
No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban.
Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben.
Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si el ojo está sano, todo el cuerpo estará iluminado.
Pero si el ojo está enfermo, todo el cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá!


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Bulle

San Basilio (c. 330-379)
monje y obispo de Cesárea en Capadocia, doctor de la Iglesia
Homilía sobre la caridad: PG 31, 266 - 267; 275


«No acaparéis tesoros en la tierra»

¿Por qué atormentarte y hacer tantos esfuerzos para guardar tu riqueza al abrigo detrás de la argamasa y los ladrillos? «La buena fama se alcanza sobre grandes riquezas» (Pr 22,1). Te gusta el dinero por el prestigio que te procura, piensa que cuanto más grande sea tu celebridad si te puede llamar el Padre, el protector de miles de niños, mejor que guardar en tus sacas miles de monedas de oro. Que lo quieras o no, un día deberás dejar aquí tu dinero; al contrario, la gloria de todo el bien que hayas hecho, te la llevarás contigo ante el soberano Señor cuando todo un pueblo, se apresure para defenderte ante el juez común, te llamará por los nombres que dirán que les has alimentado, que les has asistido y que has sido bueno… Reparte tus riquezas según convenga, sé liberal y espléndido en dar a los pobres. Ojalá pueda decirse también de ti: “El da abundantemente a los pobres: su generosidad permanecerá para siempre” (Sl 111,9)…
Contemplas tu dinero y ¿no haces caso de tus hermanos?... Deberías estar agradecido, contento y feliz por el honor que se te ha concedido, al no ser tú quien ha de importunar a la puerta de los demás, sino los demás quienes acuden a la tuya. Y en cambio te retraes y te haces casi inaccesible, rehuyes el encuentro con los demás, para no verte obligado a soltar ni una pequeña dádiva. Sólo sabes decir: «No tengo nada que dar, soy pobre.» En verdad eres pobre y privado de todo bien: pobre en amor, pobre en humanidad, pobre en confianza en Dios, pobre en esperanza eterna. (EED)

Oración

Padre Dios, te pedimos que, por medio de tu Espíritu Santo, nos ayudes a seguir el camino tomado por tu Hijo, que se preocupó de los pobres y necesitados, de los pequeños y excluidos. Enséñanos a estar al lado de los pobres, de los más vulnerables, de los desamparados, donde tú estás presente y necesitado.






















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