Falta fortaleza espiritual en muchos jóvenes y cuando llegan las crisis, muchos suelen refugiarse en el alcohol, en las drogas, contemplar el suicidio y a atentar contra sí mismos
Este mes de mayo, el papa Francisco ha pedido orar por la fe de los jóvenes. Qué necesario es poner a nuestras familias en oración pero con mayor intensidad la fe de nuestros adolescentes para que no anden sueltos por la vida.
Cuánta preocupación genera el ver cómo los adolescentes descuidan tanto su vida espiritual.
Lamento que haya tantas familias que no hayan podido transmitir la fe a los suyos. Pero incluso aquellas familias que sí lo intentan todos los días, no siempre consiguen tener a todos sus hijos en el camino de Dios.
Un sacerdote decía: “es que Dios no es abuelo, Dios es Padre, y toca a cada generación, elegirlo”.
Lo verdaderamente importante
Entiendo que la adolescencia es una etapa en la que las personas tendemos a vivir grandes emociones, la libertad que se va conquistando, la interacciones con sus pares, el amor, el desamor, la intensidad de todas sus experiencias es a veces abrumadora.
Siempre buscando las alegrías y las aventuras y cuántas veces descuidando lo verdaderamente importante.
Es difícil como padres, poner un alto y apuntar a lo que es importante. Ellos no paran. Están en constante movimiento. Esquivan todo para correr y vivir.
Pero es necesario no dejar de insistir en su fe porque ellos también necesitan aferrarse a algo que sea firme para cuando de golpe les llegue el alto.
Algo que reconozcan y que se les haga familiar, que sepan a dónde acudir y cómo pedir. ¡Es triste que muchos no sepan ni cómo rezar!
Jóvenes frágiles
Hace unos años escuche la homilía de un sacerdote que hablaba sobre la fortaleza espiritual, una cosa que muchos jóvenes no tienen, decía.
En aquella ocasión, el sacerdote contaba la anécdota sobre un muchacho que no deseaba celebrar el sacramento de su Confirmación.
La madre había insistido tanto que le pidió al sacerdote que hablara con él.
El muchacho escuchó el consejo del sacerdote que le dijo que hoy en día, los adolescentes son muy frágiles, que cuando llegan las crisis, muchos suelen refugiarse en el alcohol, en las drogas, contemplar el suicidio y a atentar contra sí mismos.
Y esto ocurre precisamente porque les falta esta fortaleza espiritual.
La fuerza espiritual de los sacramentos
Los sacramentos nos dan esa fortaleza pues simbolizan, en cada etapa de nuestras vidas, la presencia de Dios en nosotros, y en particular el sacramento de la Confirmación que es la recepción del Espíritu Santo en nosotros.
Es a través de este sacramento, que Jesús y el Padre vienen a nosotros y hacenmorada en nosotros, como dice en el Evangelio de Juan:
“Yo les aseguro, que, si ustedes cumplen mis mandamientos, mi Padre y Yo vendremos y haremos morada en ustedes”.
“Yo les aseguro” dice Jesús. Y así es, ellos vienen y nos habitan, Su presencia no falla.
La importancia de la presencia de Dios
Pero no se trata solo de cumplir con una u otra cosa para pensar que estamos bien.
El pecado también puede alejar la presencia de Dios y quedamos igualmente debilitados y a merced de a donde nos lleve el viento…
La fortaleza que nos da Dios esta asegurada por Su presencia continua, por su cercanía, por su amistad, por la gracia de tenerlo actuando en nuestra vida como un Padre bueno, que provee y que nos guía y alimenta.
Pero hace falta acercarse siempre a participar de la misa, a recordarlo continuamente durante el día y a ofrecerle nuestro tiempo en oración.
Aunque sean unas pocas palabras pero que siempre esté presente en nuestro día. Que se nos haga costumbre, rezar al despertar, al salir de la casa, hacer pausas y agradecer por su compañía,…
La verdadera alegría
Llegará un día en que algunos salgan de esta vida diciéndole a Dios “pero soy yo, tu hijo” y Él dirá “no te conozco” porque no habremos alimentado esa relación con nuestro Dios, nuestro todo.
Y cuánto dolor sentiremos por no haber hecho más por albergar a Dios en nuestro corazón.
Su misericordia, su amor por nosotros, es grande. Más de lo que podemos imaginar. Él quiere ser lo más importante de nuestra vida, lo principal, quiere caminar con nosotros.
Es preciso no despreocuparnos de las cosas de la fe, porque verdaderamente se experimenta una gran dicha caminando de su mano. Más que cualquier otra alegría que podamos disfrutar en este mundo.
¡Pero qué Dios tan bueno tenemos que insiste en caminar junto a sus hijos por esta vida! ¡Qué privilegio el que tenemos, no ser jamás abandonados cuando lo elegimos!
Lorena Moscoso, Aleteia
Vea también Carta de un Padre Socialista a su Hijo sobre la enseñanza de la Religión
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