Mt 10, 34-11,1
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San Buenaventura recibiendo el Hábito de San Francisco, Pintura de Francisco de Herrera el Viejo ( 1590-1654), Pintado en 1628, Óleo sobre lienzo ©Museo Nacional del Prado, Madrid |
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Jesús instruyó a los Doce de la siguiente manera: No penséis que he
venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada.
Porque he venido a poner al hombre contra su padre, a la hija contra su
madre, a la nuera contra su suegra. Los enemigos del hombre serán los de su
propia casa. Quien prefiere a su padre o a su madre antes que a mí, no es digno de
mí. Quien prefiere al hijo o a la hija antes que a mí, no es digno de mí.
Quien no toma su cruz y sigue mis pasos no es digno de mí. Quien encuentre
su vida, la perderá; quien pierda su vida por mí, la encontrará. Quien os acoge a vosotros, me acoge a mí; y quien me acoge a mí, acoge
al que me ha enviado. Quien acoja a un profeta tendrá la recompensa de un profeta; y quien
acoja a un hombre santo tendrá la recompensa de un hombre santo. Si alguien da un vaso de agua fría a uno de estos pequeños por ser
discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa". Cuando Jesús terminó de instruir a sus doce discípulos, pasó de allí a
enseñar y predicar en sus pueblos. |
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Reflexión sobre el cuadro |
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Hoy celebramos la fiesta de San Buenaventura, teólogo y filósofo
franciscano. Nuestro cuadro forma parte de una serie de ocho obras de
Herrera y Zurbarán, creadas para la iglesia del Colegio de San Buenaventura
de Sevilla, que representan la vida de San Buenaventura (1221-1274). El
lienzo ilustra el momento en que el joven Buenaventura se arrodilla ante
San Francisco para recibir el hábito. Los ocho cuadros están realizados en
tonalidades de color beige/marrón, emulando así el hábito marrón de los
franciscanos. San Buenaventura es considerado por muchos el segundo fundador de la
Orden franciscana. Al igual que su modelo, San Francisco, San Buenaventura
puso a Jesús en el centro de todo: sus obras teológicas, filosóficas y
pastorales giraron en torno a la persona de Cristo. Es célebre por sus
trabajos sobre la fe y la razón, en particular en su obra fundamental,
"Viaje de la mente a Dios", que traza un camino místico hacia la
unión divina, a través de la razón y fe. En nuestro cuadro, la escena se desarrolla en un interior humilde y
poco iluminado, que subraya la solemnidad y la santidad de la ocasión.
Buenaventura es representado como un hombre joven, arrodillado en
reverencia ante San Francisco, su postura significa humildad y devoción
hacia su amigo y superior. San Francisco se sienta ante Buenaventura y le
coloca con delicadeza el hábito franciscano. Su expresión es de autoridad
compasiva, encarnando el papel de un padre espiritual que da la bienvenida
a un nuevo miembro de la Orden Franciscana. El gesto también significa la
transmisión de los valores y la misión franciscana a Buenaventura. |
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by Padre Patrick van der Vorst |
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Oración
Traspasa, dulcísimo Jesús y Señor mío, los senos más escondidos de mi alma con el suavísimo y saludabilísimo dardo de tu amor y de una verdadera y pura caridad, tal como la que llenaba el corazón de los Santos Apóstoles, a fin de que desfallezca y se derrita sólo en amor tuyo y en deseo de poseerte.
Que ansíe por Ti, que desfallezca en tus atrios, y que no aspire más que a verse libre para unirse contigo. Haz que mi alma tenga hambre de Ti, oh Pan de los Ángeles, alimento de almas santas, pan nuestro cotidiano, lleno de fortaleza, de dulzura, de suavidad, que a cuantos con él se nutren hace sentir las delicias de su sabor.
¡Oh Jesús a quien los Ángeles desean siempre contemplar, haz que mi corazón sin cesar tenga hambre de Ti, se alimente de Ti, y lo más profundo de mi alma sea regalado con la dulzura de tus delicias. Que mi corazón tenga siempre sed de Ti, oh fuente de vida, manantial de sabiduría y de ciencia, río de luz eterna, torrente de delicias, abundancia de la casa de Dios.
Que no ambicione otra cosa sino poseerte, que te busque y te encuentre, que a Ti me dirija y a Ti llegue, en Ti piense, de Ti hable y todo lo haga en loor y gloria de tu nombre, con humildad y discreción, con amor y deleite, con facilidad y afecto, con perseverancia hasta el fin; y que Tú sólo seas siempre mi esperanza, toda mi confianza, mis riquezas, mi deleite, mi contento, mi gozo, mi descanso y mi tranquilidad, mi paz, mi suavidad, mi olor, mi dulcedumbre, mi alimento, mi comida, mi refugio, mi auxilio, mi sabiduría, mi heredad, mi posesión, mi tesoro, en el cual esté siempre fija, firme y hondamente arraigada mi alma y mi corazón.
Amén.
(San Buenaventura)
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