Entradas populares

sábado, 20 de julio de 2024

Para que tu familia sea (más) feliz

 Invitamos a los matrimonios y a personas interesadas en una familia feliz, a leer y asimilar pasajes de la Exhortación pontifical 'Amoris laetitia' del Papa Francisco.


 

Capítulo segundo
REALIDAD Y DESAFÍOS DE LAS FAMILIAS

31. El bien de la familia es decisivo para el futuro del mundo y de la Iglesia. Son incontables los análisis que se han hecho sobre el matrimonio y la familia, sobre sus dificultades y desafíos actuales. Es sano prestar atención a la realidad concreta, porque «las exigencias y llamadas del Espíritu Santo resuenan también en los acontecimientos mismos de la historia», a través de los cuales «la Iglesia puede ser guiada a una comprensión más profunda del inagotable misterio del matrimonio y de la familia»[8]. No pretendo presentar aquí todo lo que podría decirse sobre los diversos temas relacionados con la familia en el contexto actual. Pero, dado que los Padres sinodales han dirigido una mirada a la realidad de las familias de todo el mundo, considero adecuado recoger algunos de sus aportes pastorales, agregando otras preocupaciones que provienen de mi propia mirada.

Situación actual de la familia

32. «Fieles a las enseñanzas de Cristo miramos la realidad de la familia hoy en toda su complejidad, en sus luces y sombras [...] El cambio antropológico-cultural hoy influye en todos los aspectos de la vida y requiere un enfoque analítico y diversificado»[9]. En el contexto de varias décadas atrás, los Obispos de España ya reconocían una realidad doméstica con más espacios de libertad, «con un reparto equitativo de cargas, responsabilidades y tareas [...] Al valorar más la comunicación personal entre los esposos, se contribuye a humanizar toda la convivencia familiar [...] Ni la sociedad en que vivimos ni aquella hacia la que caminamos permiten la pervivencia indiscriminada de formas y modelos del pasado»[10]. Pero «somos conscientes de la dirección que están tomando los cambios antropológico-culturales, en razón de los cuales los individuos son menos apoyados que en el pasado por las estructuras sociales en su vida afectiva y familiar»[11].

33. Por otra parte, «hay que considerar el creciente peligro que representa un individualismo exasperado que desvirtúa los vínculos familiares y acaba por considerar a cada componente de la familia como una isla, haciendo que prevalezca, en ciertos casos, la idea de un sujeto que se construye según sus propios deseos asumidos con carácter absoluto»[12]. «Las tensiones inducidas por una cultura individualista exagerada de la posesión y del disfrute generan dentro de las familias dinámicas de intolerancia y agresividad»[13]. Quisiera agregar el ritmo de vida actual, el estrés, la organización social y laboral, porque son factores culturales que ponen en riesgo la posibilidad de opciones permanentes. Al mismo tiempo, encontramos fenómenos ambiguos. Por ejemplo, se aprecia una personalización que apuesta por la autenticidad en lugar de reproducir comportamientos pautados. Es un valor que puede promover las distintas capacidades y la espontaneidad, pero que, mal orientado, puede crear actitudes de permanente sospecha, de huida de los compromisos, de encierro en la comodidad, de arrogancia. La libertad para elegir permite proyectar la propia vida y cultivar lo mejor de uno mismo, pero si no tiene objetivos nobles y disciplina personal, degenera en una incapacidad de donarse generosamente. De hecho, en muchos países donde disminuye el número de matrimonios, crece el número de personas que deciden vivir solas, o que conviven sin cohabitar. Podemos destacar también un loable sentido de justicia; pero, mal entendido, convierte a los ciudadanos en clientes que sólo exigen prestaciones de servicios.

34. Si estos riesgos se trasladan al modo de entender la familia, esta puede convertirse en un lugar de paso, al que uno acude cuando le parece conveniente para sí mismo, o donde uno va a reclamar derechos, mientras los vínculos quedan abandonados a la precariedad voluble de los deseos y las circunstancias. En el fondo, hoy es fácil confundir la genuina libertad con la idea de que cada uno juzga como le parece, como si más allá de los individuos no hubiera verdades, valores, principios que nos orienten, como si todo fuera igual y cualquier cosa debiera permitirse. En ese contexto, el ideal matrimonial, con un compromiso de exclusividad y de estabilidad, termina siendo arrasado por las conveniencias circunstanciales o por los caprichos de la sensibilidad. Se teme la soledad, se desea un espacio de protección y de fidelidad, pero al mismo tiempo crece el temor a ser atrapado por una relación que pueda postergar el logro de las aspiraciones personales.

De la Exhortación ‘Sobre el Amor en la Familia (Capítulo II:  REALIDAD Y DESAFÍOS DE LAS FAMILIAS )







No hay comentarios:

Publicar un comentario