Invitamos a los matrimonios y a personas interesadas en una familia feliz, a leer y asimilar pasajes de la Exhortación pontifical 'Amoris laetitia' del Papa Francisco.
Realidad y Desafíos de las Familias
(continuación)
40.
«Aun a riesgo de simplificar, podríamos decir que existe una cultura tal que
empuja a muchos jóvenes a no poder formar una familia porque están privados de
oportunidades de futuro. Sin embargo, esa misma cultura concede a muchos otros,
por el contrario, tantas oportunidades, que también ellos se ven disuadidos de
formar una familia»[14]. En algunos países, muchos jóvenes «a menudo
son llevados a posponer la boda por problemas de tipo económico, laboral o de
estudio. A veces, por otras razones, como la influencia de las ideologías que
desvalorizan el matrimonio y la familia, la experiencia del fracaso de otras
parejas a la cual ellos no quieren exponerse, el miedo hacia algo que
consideran demasiado grande y sagrado, las oportunidades sociales y las
ventajas económicas derivadas de la convivencia, una concepción puramente
emocional y romántica del amor, el miedo de perder su libertad e independencia,
el rechazo de todo lo que es concebido como institucional y burocrático»[15]. Necesitamos encontrar las palabras, las
motivaciones y los testimonios que nos ayuden a tocar las fibras más íntimas de
los jóvenes, allí donde son más capaces de generosidad, de compromiso, de amor
e incluso de heroísmo, para invitarles a aceptar con entusiasmo y valentía el
desafío del matrimonio.
41.
Los Padres sinodales se refirieron a las actuales «tendencias culturales que
parecen imponer una afectividad sin límites, [...] una afectividad narcisista,
inestable y cambiante que no ayuda siempre a los sujetos a alcanzar una mayor
madurez». Han dicho que están preocupados por «una cierta difusión de la
pornografía y de la comercialización del cuerpo, favorecida entre otras cosas
por un uso desequilibrado de Internet», y por «la situación de las personas que
se ven obligadas a practicar la prostitución. En este contexto, «los cónyuges
se sienten a menudo inseguros, indecisos y les cuesta encontrar los modos para
crecer. Son muchos los que suelen quedarse en los estadios primarios de la vida
emocional y sexual. La crisis de los esposos desestabiliza la familia y, a
través de las separaciones y los divorcios, puede llegar a tener serias
consecuencias para los adultos, los hijos y la sociedad, debilitando al
individuo y los vínculos sociales»[16]. Las crisis matrimoniales frecuentemente «se
afrontan de un modo superficial y sin la valentía de la paciencia, del diálogo
sincero, del perdón recíproco, de la reconciliación y también del sacrificio.
Los fracasos dan origen a nuevas relaciones, nuevas parejas, nuevas uniones y
nuevos matrimonios, creando situaciones familiares complejas y problemáticas
para la opción cristiana»[17].
De
la Exhortación ‘Sobre el Amor en la Familia (Capítulo II: REALIDAD Y DESAFÍOS
DE LAS FAMILIAS
)
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