Entradas populares

domingo, 31 de julio de 2016

Misa final JMJ: «Ante Dios, no vale tu ropa o tu móvil; a Él le importas tú, y tú no tienes precio»


Misa final JMJ: «Ante Dios, no vale tu ropa o tu móvil; a Él le importas tú, y tú no tienes precio»



El Papa Francisco ha celebrado en el Campus Misericordiae, a algunos kilómetros de Cracovia, la misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud 2016.

Más de un millón y medio de jóvenes se encontraban allí desde la tarde del sábado en la que también celebraron la vigilia con el Papa.

Jóvenes de todos los rincones del mundo que han pasado la noche en orando y celebrando la alegría de la fe. Con el domingo concluye una semana de encuentros, catequesis, oración y amistad y tras la que no volverán a sus casas indiferentes tal y como les pidió el sábado por la tarde en Papa en un motivador discurso. 

Muchos pasaron la noche en el Campus Misericordiae en oración

Un millón de jóvenes que han dormido poco despiertan con el sol en la explanada
 del Campus de la Misericordia

Mientras que en la homilía de esta mañana, el Papa ha querido recordar a los jóvenes que Dios cuenta con ellos por lo que son, no por lo que tienen. “Ante Él, nada vale la ropa que llevas o el teléfono móvil que utilizas; no le importa si vas a la moda, le importas tú. A sus ojos, vales, y lo que vales no tiene precio”. 

el Santo Padre ha hecho referencia a la lectura del día, el encuentro de Jesús con Zaqueo,para explicar que Él “desea acercarse a la vida de cada uno”, “recorrer nuestro camino hasta el final, para que su vida y la nuestra se encuentren realmente”. 

Zaqueo, tal y como ha recordado Francisco, era un rico colaborador de los “odiados ocupantes romanos”. Sin embargo, “el encuentro con Jesús cambió su vida, como sucedió, y cada día puede suceder, con cada uno de nosotros”.


De este modo, el Santo Padre ha desarrollado su homilía indicando que Zaqueo tuvo que superar al menos tres obstáculos “que también pueden enseñarnos algo a nosotros”. 

El primero es la baja estatura. Una tentación –ha precisado– que no sólo tiene que ver con la autoestima, sino que afecta también la fe. Esta es nuestra estatura, nuestra identidad espiritual: “somos los hijos amados de Dios, siempre”.


Así, ha subrayado que “no reconocer nuestra identidad más auténtica es como darse la vuelta cuando Dios quiere fijar sus ojos en mí”, “significa querer impedir que se cumpla su sueño en mí”. ¡Tú eres importante!, ha exclamado recordando a los jóvenes que “Dios cuenta contigo por lo que eres, no por lo que tienes”.

Dios, ha precisado, nos ama más de lo que nosotros nos amamos, cree en nosotros más que nosotros mismos, “está siempre de nuestra parte, como el más acérrimo de los hinchas”. En este punto, el Santo Padre ha invitado a los jóvenes a rezar cada mañana: “Señor, te doy gracias porque me amas; haz que me enamore de mi vida”.


El segundo obstáculo del que ha hablado es “la vergüenza paralizante”. Por eso ha recordado que Zaqueo superó la vergüenza y subió al árbol “porque la atracción de Jesús era más fuerte”. Zaqueo “sintió que Jesús era de tal manera importante que habría hecho cualquier cosa por él, porque él era el único que podía sacarlo de las arenas movedizas del pecado y de la infelicidad”.

El Papa ha contado también a los jóvenes un “secreto de la alegría”: “no apagar la buena curiosidad, sino participar, porque la vida no hay que encerrarla en un cajón”.

Ante Jesús, “no podemos quedarnos sentados esperando con los brazos cruzados”, no podemos responderle con “un simple mensajito”.


El Papa ha exhortado a los jóvenes a no avergonzarse de llevar todo a Jesús, “especialmente las debilidades, las dificultades y los pecados, en la confesión”.  Él sabrá –ha asegurado– sorprenderos con su perdón y su paz.

El tercer y último obstáculo no estaba en un  interior sino “a su alrededor”: la multitud que murmura, que primero lo bloqueó y luego lo criticó.

Así, Francisco ha pedido a los jóvenes “no tengáis miedo” y que recuerden el lema de la JMJ: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”. Del mismo modo les ha invitado a no desanimarse porque “con vuestra sonrisa y vuestros brazos abiertos predicáis la esperanza y sois una bendición para la única familia humana, tan bien representada por vosotros aquí”.

La mirada de Jesús –ha añadido– va más allá de los defectos para ver a la persona. “No se detiene en el mal del pasado, sino que divisa el bien en el futuro”, “no se resigna frente a la cerrazón, sino que busca el camino de la unidad y de la comunión”, “no se detiene en las apariencias, sino que mira al corazón”.

El Pontífice también ha pedido a los jóvenes que instalen “bien la conexión más estable, la de un corazón que ve y transmite el bien sin cansarse”.

Para finalizar la homilía, el Santo Padre, haciendo referencia a las palabras de Jesús a Zaqueo “hoy tengo que alojarme en tu casa”, ha asegurado que la  JMJ “comienza hoy y continúa mañana, en casa”, porque es allí donde Jesús quiere encontrarnos a partir de ahora. Jesús espera que, entre tantos contactos y chats de cada día, “el primer puesto lo ocupe el hilo de oro de la oración”.

Jesús desea que su Palabra “se convierta en tu ‘navegador’ en el camino de la vida”. Jesús –ha recordado el Papa a los jóvenes– te llama por tu nombre.

“Tu nombre es precioso para Él”, ha indicado. La memoria de Dios no es “un disco duro” que almacena todos nuestros datos, “sino un corazón tierno de compasión, que se regocija eliminando definitivamente cualquier vestigio del mal”. De este modo ha invitado a “imitar la memoria fiel de Dios y custodiar el bien que hemos recibido en estos días”.

Misa de clausura de la JMj Completa, de 2 horas y media, con comentarios en español

Texto completo de la homilía de Francisco en la Misa de Clasura de la JMJ 
Queridos jóvenes: habéis venido a Cracovia para encontraros con Jesús. Y el Evangelio de hoy nos habla precisamente del encuentro entre Jesús y un hombre, Zaqueo, en Jericó (cf. Lc 19,1-10). Allí Jesús no se limita a predicar, o a saludar a alguien, sino que quiere —nos dice el Evangelista— cruzar la ciudad (cf. v. 1). Con otras palabras, Jesús desea acercarse a la vida de cada uno, recorrer nuestro camino hasta el final, para que su vida y la nuestra se encuentren realmente.

Tiene lugar así el encuentro más sorprendente, el encuentro con Zaqueo, jefe de los «publicanos», es decir, de los recaudadores de impuestos. Así que Zaqueo era un rico colaborador de los odiados ocupantes romanos; era un explotador de su pueblo, uno que debido a su mala fama no podía ni siquiera acercarse al Maestro. Sin embargo, el encuentro con Jesús cambió su vida, como sucedió, y cada día puede suceder, con cada uno de nosotros. Pero Zaqueo tuvo que superar algunos obstáculos para encontrarse con Jesús: al menos tres, que también pueden enseñarnos algo a nosotros.

El primero es la baja estatura: Zaqueo no conseguía ver al Maestro, porque era bajo. También nosotros podemos hoy caer en el peligro de quedarnos lejos de Jesús porque no nos sentimos a la altura, porque tenemos una baja consideración de nosotros mismos. Esta es una gran tentación, que no sólo tiene que ver con la autoestima, sino que afecta también la fe. Porque la fe nos dice que somos «hijos de Dios, pues ¡lo somos!» (1 Jn 3,1): hemos sido creados a su imagen; Jesús hizo suya nuestra humanidad y su corazón nunca se separará de nosotros; el Espíritu Santo quiere habitar en nosotros; estamos llamados a la alegría eterna con Dios. Esta es nuestra «estatura», esta es nuestra identidad espiritual: somos los hijos amados de Dios, siempre. Entendéis entonces que no aceptarse, vivir infelices y pensar en negativo significa no reconocer nuestra identidad más auténtica: es como darse la vuelta cuando Dios quiere fijar sus ojos en mí; significa querer impedir que se cumpla su sueño en mí. Dios nos ama tal como somos, y no hay pecado, defecto o error que lo haga cambiar de idea. Para Jesús —nos lo muestra el Evangelio—, nadie es inferior y distante, nadie es insignificante, sino que todos somos predilectos e importantes: ¡Tú eres importante! Y Dios cuenta contigo por lo que eres, no por lo que tienes: ante él, nada vale la ropa que llevas o el teléfono móvil que utilizas; no le importa si vas a la moda, le importas tú. A sus ojos, vales, y lo que vales no tiene precio.

Cuando en la vida sucede que apuntamos bajo en vez de a lo alto, nos puede ser de ayuda esta gran verdad: Dios es fiel en su amor, y hasta obstinado. Nos ayudará pensar que nos ama más de lo que nosotros nos amamos, que cree en nosotros más que nosotros mismos, que está siempre de nuestra parte, como el más acérrimo de los «hinchas». Siempre nos espera con esperanza, incluso cuando nos encerramos en nuestras tristezas, rumiando continuamente los males sufridos y el pasado. Pero complacerse en la tristeza no es digno de nuestra estatura espiritual. Es más, es un virus que infecta y paraliza todo, que cierra cualquier puerta, que impide que la vida se reavive, que recomience. Dios, sin embargo, es obstinadamente esperanzado: siempre cree que podemos levantarnos y no se resigna a vernos apagados y sin alegría. Porque somos siempre sus hijos amados. Recordemos esto al comienzo de cada día. Nos hará bien decir todas las mañanas en la oración: «Señor, te doy gracias porque me amas; haz que me enamore de mi vida». No de mis defectos, que hay que corregir, sino de la vida, que es un gran regalo: es el tiempo para amar y ser amado.

Zaqueo tenía un segundo obstáculo en el camino del encuentro con Jesús: la vergüenza paralizante. Podemos imaginar lo que sucedió en el corazón de Zaqueo antes de subir a aquella higuera, habrá tenido una lucha afanosa: por un lado, la curiosidad buena de conocer a Jesús; por otro, el riesgo de hacer una figura bochornosa. Zaqueo era un personaje público; sabía que, al intentar subir al árbol, haría el ridículo delante de todos, él, un jefe, un hombre de poder. Pero superó la vergüenza, porque la atracción de Jesús era más fuerte. Habréis experimentado lo que sucede cuando una persona se siente tan atraída por otra que se enamora: entonces sucede que se hacen de buena gana cosas que nunca se habrían hecho. Algo similar ocurrió en el corazón de Zaqueo, cuando sintió que Jesús era de tal manera importante que habría hecho cualquier cosa por él, porque él era el único que podía sacarlo de las arenas movedizas del pecado y de la infelicidad. Y así, la vergüenza paralizante no triunfó: Zaqueo —nos dice el Evangelio— «corrió más adelante», «subió» y luego, cuando Jesús lo llamó, «se dio prisa en bajar» (vv. 4.6.). Se arriesgó y actuó. Esto es también para nosotros el secreto de la alegría: no apagar la buena curiosidad, sino participar, porque la vida no hay que encerrarla en un cajón. Ante Jesús no podemos quedarnos sentados esperando con los brazos cruzados; a él, que nos da la vida, no podemos responderle con un pensamiento o un simple «mensajito».

Queridos jóvenes, no os avergoncéis de llevarle todo, especialmente las debilidades, las dificultades y los pecados, en la confesión: Él sabrá sorprenderos con su perdón y su paz. No tengáis miedo de decirle «sí» con toda la fuerza del corazón, de responder con generosidad, de seguirlo. No os dejéis anestesiar el alma, sino aspirad a la meta del amor hermoso, que exige también renuncia, y un «no» fuerte al doping del éxito a cualquier precio y a la droga de pensar sólo en sí mismo y en la propia comodidad.

Después de la baja estatura y la vergüenza paralizante, hay un tercer obstáculo que Zaqueo tuvo que enfrentar, ya no en su interior sino a su alrededor. Es la multitud que murmura, que primero lo bloqueó y luego lo criticó: Jesús no tenía que entrar en su casa, en la casa de un pecador. ¿Qué difícil es acoger realmente a Jesús, qué duro es aceptar a un «Dios, rico en misericordia» (Ef 2,4). Puede que os bloqueen, tratando de haceros creer que Dios es distante, rígido y poco sensible, bueno con los buenos y malo con los malos. En cambio, nuestro Padre «hace salir su sol sobre malos y buenos» (Mt 5,45), y nos invita al valor verdadero: ser más fuertes que el mal amando a todos, incluso a los enemigos. Puede que se rían de vosotros, porque creéis en la fuerza mansa y humilde de la misericordia. No tengáis miedo, pensad en cambio en las palabras de estos días: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5,7). Puede que os juzguen como unos soñadores, porque creéis en una nueva humanidad, que no acepta el odio entre los pueblos, ni ve las fronteras de los países como una barrera y custodia las propias tradiciones sin egoísmo y resentimiento. No os desaniméis: con vuestra sonrisa y vuestros brazos abiertos predicáis la esperanza y sois una bendición para la única familia humana, tan bien representada por vosotros aquí.

Aquel día, la multitud juzgó a Zaqueo, lo miró con desprecio; Jesús, en cambio, hizo lo contrario: levantó los ojos hacia él (v. 5). La mirada de Jesús va más allá de los defectos para ver a la persona; no se detiene en el mal del pasado, sino que divisa el bien en el futuro; no se resigna frente a la cerrazón, sino que busca el camino de la unidad y de la comunión; en medio de todos, no se detiene en las apariencias, sino que mira al corazón. Jesús mira nuestro corazón, tu corazón, mi corazón. Con esta mirada de Jesús, podéis hacer surgir una humanidad diferente, sin esperar a que os digan «qué buenos sois», sino buscando el bien por sí mismo, felices de conservar el corazón limpio y de luchar pacíficamente por la honestidad y la justicia. No os detengáis en la superficie de las cosas y desconfiad de las liturgias mundanas de la apariencia, del maquillaje del alma para aparentar ser mejores. Por el contrario, instalad bien la conexión más estable, la de un corazón que ve y transmite el bien sin cansarse. Y esa alegría que habéis recibido gratis de Dios, dadla gratis (cf. Mt 10,8), porque son muchos los que la esperan.

Escuchamos por último las palabras de Jesús a Zaqueo, que parecen dichas a propósito para nosotros en este momento: «Date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa» (v. 5). Date prisa, porque hoy es necesario que me quede en tu casa. Ábrele la puerta de tu corazón.

Jesús te dirige la misma invitación: «Hoy tengo que alojarme en tu casa». La Jornada Mundial de la Juventud, podríamos decir, comienza hoy y continúa mañana, en casa, porque es allí donde Jesús quiere encontrarnos a partir de ahora. El Señor no quiere quedarse solamente en esta hermosa ciudad o en los recuerdos entrañables, sino que quiere venir a tu casa, vivir tu vida cotidiana: el estudio y los primeros años de trabajo, las amistades y los afectos, los proyectos y los sueños. Cómo le gusta que todo esto se lo llevemos en la oración. Él espera que, entre tantos contactos y chats de cada día, el primer puesto lo ocupe el hilo de oro de la oración. Cuánto desea que su Palabra hable a cada una de tus jornadas, que su Evangelio sea tuyo, y se convierta en tu «navegador» en el camino de la vida.

Jesús, a la vez que te pide de ir a tu casa, como hizo con Zaqueo, te llama por tu nombre. Tu nombre es precioso para él. El nombre de Zaqueo evocaba, en la lengua de la época, el recuerdo de Dios.

Fiaros del recuerdo de Dios: su memoria no es un «disco duro» que registra y almacena todos nuestros datos, sino un corazón tierno de compasión, que se regocija eliminando definitivamente cualquier vestigio del mal. Procuremos también nosotros ahora imitar la memoria fiel de Dios y custodiar el bien que hemos recibido en estos días. En silencio hagamos memoria de este encuentro, custodiemos el recuerdo de la presencia de Dios y de su Palabra, reavivemos en nosotros la voz de Jesús que nos llama por nuestro nombre. Así pues, recemos en silencio, recordando, dando gracias al Señor que nos ha traído aquí y ha querido encontrarnos.

Vídeos de los testimonios de los jóvenes en la vigilia de la JMJ 2016 Cracovia




1 VIDEO: Esta joven conmovió a todos en JMJ con su testimonio del perdón de Dios
 .- Natalia Wrzesien es una joven polaca que conmovió al Papa Francisco y a los jóvenes participantes de la Vigilia de la JMJ Cracovia 2016 con su especial testimonio de conversión y experiencia personal del gran amor y misericordia del Señor.
A continuación el testimonio completo de Natalia en el Campo de la Misericordia:
El 15 de abril de 2012, era domingo, me desperté en mi departamento en Lodz que es la tercera ciudad de Polonia. En ese tiempo era jefa de redacción de revistas de moda y desde los 20 años ya no tenía nada en común con la Iglesia.
Tenía éxito en el trabajo, me encontraba con algunos chicos lindos, iba de una fiesta a otra y ese era el sentido de mi vida. Todo iba bien. Solo que ese día me desperté con una cierta inquietud causada por el pensamiento de que aquello que estaba haciendo con mi vida estaba lejos de ser algo bueno.
Comprendí que necesitaba ir a confesarme ese mismo día. No sabía bien cómo se hacía, pero busqué en Google la palabra ‘confesión’. En uno de los artículos que encontré, leí esta frase: Dios murió por el amor que nos tiene. Comprendí plenamente el sentido de esta afirmación: Dios murió por el amor que me tiene y quería darme una vida plena mientras yo estaba cerrada en mi indiferencia fumando un cigarrillo en la cocina.
Así veía la situación en ese momento. Estallé en lágrimas, tomé una hoja de papel y comencé a poner por escrito todos mis pecados. Todos estaban muy claros, aparecían uno tras otro ante mis ojos y veía que había ido contra todos los Diez Mandamientos. Sentí una inmediata necesidad de hablar con un sacerdote. Encontré en internet el dato de que a las 15 horas en la catedral iban a confesar.
Corrí allá, pero tenía mucho miedo de que el sacerdote me dijera: ‘tus pecados son demasiado graves, no puedo hacer nada por ti’. Sin embargo encontré el valor y fui a confesarme. Conté todo y comencé a llorar mucho. El sacerdote no decía nada. Cuando terminé me dijo: ‘esta es una confesión muy bella’ No entendía a lo que se refería, no había nada de bello en lo que le había contado. ‘¿Sabes qué día es hoy?’ -preguntó- ‘Es el Domingo de la Misericordia. ¿Sabes qué hora es? Son poco más de las 15 horas. Esta es la hora de la Misericordia. ¿Sabes dónde estás? En la catedral, en el lugar donde Santa Faustina rezaba cotidianamente, cuando vivía todavía en Lodz. En ese entonces se le apareció el mismo Señor que le dijo que quería perdonar en ese día todos los pecados, sin importar cuáles fuesen. Tus pecados han sido perdonados. Ya no están más, no vuelvas a pensar en ellos, sácatelos de la cabeza’.
Eran palabras fuertes. Al ir a la confesión estaba convencida de que había perdido irremediablemente la vida eterna, y ahora sentía que Dios había tomado lo que yo había hecho mal y lo había desaparecido para siempre. Sentí que Él me esperaba desde siempre y me había puesto una cita para ese día.
Salí de la iglesia como si volviese de un campo de batalla: sumamente cansada, pero al mismo tiempo super feliz, con un sentimiento de victoria y con la convicción de que Jesús volvía a casa junto a mí.
En los últimos dos años me he involucrado en los preparativos de la JMJ en Lodz, para que también otros puedan experimentar aquello que yo ya experimenté. La Misericordia de Dios está viva y sigue actuando ininterrumpidamente también hoy. Hay testimonios de ello y auguro para cada uno de ustedes que experimenten lo mismo.
2 Vídeo: Con la fuerza de la fe este joven venció a la droga y así lo comparte en la JMJ
Miguel es un paraguayo de 34 años de edad que durante muchos años estuvo inmerso en el mundo de las drogas. Con mucho esfuerzo y con la fuerza de la fe en Dios pudo salir adelante y hoy ayuda a otros que atraviesan por el mismo problema.
Este es su testimonio, compartido en el Campus de Misericordia en la JMJ Cracovia 2011:
Mi nombre es Miguel tengo 34 años y soy de Asunción, Paraguay. Somos 11 hermanos y fui el único con problemas de drogadicción. Me recuperé en la Fazenda de la Esperanza San Rafael | RS – Brasil.
Durante 16 años use drogas, desde los 11. Siempre tuve grandes dificultades de relacionamiento con mi familia, no me sentía querido ni cercano a ellos. Discutíamos constantemente y vivíamos en continua tensión. No recuerdo sentarme en familia a la mesa, para mí la Familia era un concepto inexistente, la casa sólo era un lugar donde dormir y comer.
A los 11 años de edad escapé de mi casa ya que el vacío era muy grande. En aquel tiempo aún estudiaba pero yo quería “libertad”. En pocos meses estaba experimentando con drogas de camino a la escuela. Esto no hizo más que ahondar el vacío dentro mío, no quería regresar a mi casa, enfrentar a mi familia, enfrentarme a mí. Al tiempo dejé toda educación formal y mis padres tuvieron que cerrarme las puertas de su casa, estaban perdiendo la esperanza.
A los 15 años cometí un delito por el cual fui preso. Estando en prisión recibí la visita de mi padre quien me preguntó si quería cambiar y respondí “Sí”. Rápidamente logró tramitar mi libertad. Salí y volví a delinquir. Un día cometí un delito mayor por el cual fui preso seis años, años de mucho sufrimiento. No conseguía entender por qué ninguno de mis hermanos me visitaba. Así pasaron los años y cumplí la totalidad de la condena. Mis padres continuaban vinculados a la Iglesia.
A un mes de haber salido de prisión un sacerdote amigo de la familia me invitó a conocer un lugar llamado Fazenda de la Esperanza. Estaba sin rumbo en la vida. Todos esos años perdidos se reflejaban fuertemente en mi mirada, en mi rostro. Acepté ir, por primera vez me sentí en familia. Al principio me costaba mucho el relacionamiento, la convivencia.
En esta comunidad el método de sanación es La Palabra de Dios, vivirla. En mi proceso de recuperación tuve un compañero al cual me costaba mucho perdonar, yo precisaba paz y el ser amado. A mi séptimo mes me dieron una responsabilidad en la casa, la de ayudar a que funcione mejor.
Así comencé a entender que Dios pedía algo de mí. Entonces este compañero recibió una carta de su esposa, cuya relación estaba desgastada, esto me ayudó a comprenderlo mejor. Le entregué la carta y me dijo “Hermano, me perdona?” yo le respondí que por supuesto. A partir de ese momento tuvimos una excelente relación. Realmente Dios nos transforma, Dios nos renueva.
Me recuperé hace 10 años y hoy soy responsable de la casa “Quo Vadis?” de la Fazenda de la Esperanza en Cerro Chato – Uruguay, departamento del 33, hace 3 años.
Vídeo 3: El desgarrador testimonio de una joven siria en la JMJ Cracovia 2016
 El miedo a morir cualquier día a causa de la guerra o a perder su hogar o su familia es una constante en la vida de la joven siria Rand Mittri, quien compartió en la Vigilia de la JMJ Cracovia 2016 que pese a todo y las dudas que la asaltan, no ha perdido la fe ni la esperanza.

A continuación el testimonio completo de esta joven:
Hola, mi nombre es Rand Mittri. Tengo 26 años y soy una graduada del Colegio de Ciencias Naturales de Siria. Estudio un máster en Alepo. Sirvo en el Centro Don Bosco de Alepo. Como deben saber nuestra ciudad ha sido destruida, arruinada y devastada. El significado en nuestra vida se ha visto cancelado. Somos la ciudad olvidada.
He viajado para verlos con 21 de mis compañeros representando a la gente salesiana del Medio Oriente, incluyendo Siria, Líbano y Egipto (aplausos). Con nosotros está el Padre Simón, el líder de la comunidad salesiana. Les doy gracias a Dios por permitirme estar aquí con todos ustedes.
Puede ser difícil para muchos de ustedes saber y comprender todo lo que está pasando en mi amado país, Siria. También es difícil para mí compartir una vida de dolor con ustedes en solo algunas frases, el dolor que está en nuestros corazones es muy grande para expresarlo en palabras pero trataré de mostrar algunos aspectos de nuestra realidad con ustedes nuestros hermanos.
Todos los días de nuestra vida estamos rodeados por la muerte pero, como ustedes, cerramos la puerta tras nosotros todas las mañanas mientras vamos al trabajo o la escuela. Es en ese momento que nos envuelve el miedo de no volver a encontrar nuestros hogares o nuestras familias mientras nos separamos de ellos.
Tal vez seamos asesinados ese día o tal vez sean nuestras familias las que mueran. Es un sentimiento difícil y doloroso saber que se está rodeado por la muerte y la matanza, y que no hay forma de escapar, que nadie ayuda.
Dios, ¿dónde estás? ¿Por qué nos has olvidado? ¿Existes acaso? ¿Por qué no tienes misericordia de nosotros? ¿Eres el Dios del amor? Cada día hacemos estas preguntas y yo no tengo una respuesta
¿Es posible que este sea el fin y que hayamos nacidos para morir en el dolor? ¿Hemos nacido para vivir o para vivir una vida en plenitud? Mi experiencia es que esta guerra ha sido en realidad difícil y dura, pero ha hecho que madure y crezca antes de tiempo para poder ver las cosas desde una perspectiva distinta.
Sirvo en el Centro Don Bosco en Alepo. Recibimos a más de 700 jóvenes hombres y mujeres que vienen esperando una sonrisa y una palabra de aliento. También buscan algo que de otro modo falta en sus vidas: trato genuinamente humanitario, pero es muy difícil para mí ofrecer alegría y fe a otros mientras yo estoy en bancarrota con estas cosas en mi propia vida.
Hemos perdido a mucha gente en nuestro centro en esta guerra. Jacques, un niño de 13 años murió cuando esperaba el autobús para venir a la lección cristiana y jugar con sus amigos. Desafortunadamente la amargura y el odio en el corazón de los hombres mató a este niño.
Michelle nos dejó una noche y la esperábamos al día siguiente en el centro, pero desafortunadamente el sueño de esa noche se hizo eterno porque su casa fue destruida y colapsó sobre ellos y se unió a los ángeles en el sueño.
Otros que murieron incluyen a mis amigos Nur, Antoine, William y muchos otros jóvenes hombres y mujeres que solo pueden ser culpados por tener fe en la humanidad. Todos ellos son mártires de esta guerra sangrienta. La muerte ha destruido nuestras almas, sueños y esperanzas.
La destrucción de la vida humana es más grande que aquella comparada a la demolición de ladrillos y piedras. Pese a todo esto mi vida y la vida de mis amigos en la Iglesia han seguido siendo de servicio y de entrega alegre a los niños en esta ciudad.
Seguimos la huella de Don Bosco, quien creció en alegría para responder. Vemos la presencia de Dios cuando vemos a un niño que ayuda a tener agua, vemos a Dios en aquellos que se trabajan y se arriesgan por otros, vemos a Dios en padres que no se rinden y son capaces de darles alimentos a sus hijos.
En mi pobre experiencia de vida he aprendido que mi fe en Cristo supera las circunstancias de la vida. Esta verdad no está condicionada a vivir una vida de paz que esté libre de dificultades.
Cada vez más y más creo que Dios existe pese a todo nuestro dolor. Creo eso a veces incluso a través del dolor. Él nos enseña el verdadero sentido del amor. Mi fe en Cristo es la razón de mi alegría y mi esperanza. Nadie podrá nunca robarme esta auténtica alegría.
Al final, le pido a Dios que todos en Siria y a todo el mundo, el don de la alegría y la misericordia, y que esto esté en el corazón de los tristes y abandonados. Este es un mensaje para todos los cristianos en la faz de la tierra.
Les agradezco y sinceramente les pido que recen por mi amado país, Siria.
Jesús, en ti confío.
Fuente: aciprensa.com

sábado, 30 de julio de 2016

El Hombre y su relación con la Creación




56. ¿Tiene el hombre una posición privilegiada en la Creación?
Sí. El hombre es la cumbre de la Creación, porque Dios lo creó a su imagen (Gén 1,27). [343-344, 353]


La creación del hombre se distingue claramente de la creación de los demás seres vivos. El hombre es  persona, es decir, puede decidir, con su voluntad y su inteligencia, a favor o en contra del amor. 


57. ¿Cómo se debe comportar el hombre con los animales y otras criaturas?
El hombre debe honrar al Creador en las criaturas y tratarlas con cuidado y responsabilidad. Los hombres, los animales y las plantas tienen el mismo Creador, que por amor los llamó a la existencia. Por ello el amor a los animales es profundamente humano. [344, 354]


Si bien le está permitido al hombre aprovechar y comer plantas y animales, no le está permitido, sin embargo, torturar a los animales o mantenerlos de forma impropia a su especie. Esto contradice la dignidad de la Creación tanto como la explotación de la tierra a causa de una codicia ciega.


* El texto (pregunta y respuesta) proviene del Youcat = Catecismo para Jóvenes. Los números que aparecen después de la respuesta hacen referencia al pasaje correspondiente del Catecismo de la Iglesia Católica que desarrolla el tema aún más. Basta un clic en el número y será transferido. 

Vía Crucis JMJ 2016 Polonia

14 ESTACIONES EN 16 MINUTOS

En el Via Crucis del parque Blonia el viernes tarde en la JMJ 2016 de Cracovia se juntaron la danza, el mimo, el teatro, la pintura y la música para reinterpretar las 14 estaciones de la Pasión de Cristo a partir de las obras de misericordia corporales y espirituales. Esta es la versión resumida en 16 minutos: cada estación, su significado y sus imágenes más impactantes y hermosas.





Combinando las obras de misericordia con las habituales 14 estaciones, los organizadores crearon una “forma contemporánea de la Cruz” a fin de que sea relevante para los jóvenes de hoy y se conciba como un verdadero desafío.
Algunos desafíos presentados a los jóvenes fueron el respeto a la vida, pobreza, hambre, sufrimiento, muerte, liberación del pecado, valor, fe heroica, soledad, entre otros.
La dirección musical estuvo a cargo del profesor Wieslaw Delimat, que guió a la orquesta compuesta por instrumentistas de cuerdas, un coro y tres sopranos.
Previo al inicio del Vía Crucis una religiosa realizó en vivo una obra de arte con trazos de arena que fue reproducida en pantalla gigante para todos los asistentes.

A continuación el discurso completo del Santo Padre.

«Tuve hambre y me disteis de comer,
tuve sed y me disteis de beber,
fui forastero y me hospedasteis,
estuve desnudo y me vestisteis,
enfermo y me visitasteis,
en la cárcel y vinisteis a verme» (Mt 25,35-36).

Estas palabras de Jesús responden a la pregunta que a menudo resuena en nuestra mente y en nuestro corazón: «¿Dónde está Dios?». ¿Dónde está Dios, si en el mundo existe el mal, si hay gente que pasa hambre o sed, que no tienen hogar, que huyen, que buscan refugio? ¿Dónde está Dios cuando las personas inocentes mueren a causa de la violencia, el terrorismo, las guerras? ¿Dónde está Dios, cuando enfermedades terribles rompen los lazos de la vida y el afecto? ¿O cuando los niños son explotados, humillados, y también sufren graves patologías?
¿Dónde está Dios, ante la inquietud de los que dudan y de los que tienen el alma afligida? Hay preguntas para las cuales no hay respuestas humanas. Sólo podemos mirar a Jesús, y preguntarle a Él. Y la respuesta de Jesús es esta: «Dios está en ellos», Jesús está en ellos, sufre en ellos, profundamente identificado con cada uno. Él está tan unido a ellos, que forma casi como «un solo cuerpo».
Jesús mismo eligió identificarse con estos hermanos y hermanas que sufren por el dolor y la angustia, aceptando recorrer la vía dolorosa que lleva al calvario. Él, muriendo en la cruz, se entregó en las manos del Padre y, con amor que se entrega, cargó consigo las heridas físicas, morales y espirituales de toda la humanidad.
Abrazando el madero de la cruz, Jesús abrazó la desnudez y el hambre, la sed y la soledad, el dolor y la muerte de los hombres y mujeres de todos los tiempos. En esta tarde, Jesús —y nosotros juntos con él— abraza con especial amor a nuestros hermanos sirios, que huyeron de la guerra. Los saludamos y acogemos con amor fraternal y simpatía.
Recorriendo el Vía Crucis de Jesús, hemos descubierto de nuevo la importancia de configurarnos con él mediante las 14 obras de misericordia. Ellas nos ayudan a abrirnos a la misericordia de Dios, a pedir la gracia de comprender que sin la misericordia no se puede hacer nada, sin la misericordia yo, tú, todos nosotros, no podemos hacer nada. Veamos primero las siete obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento; dar de beber al sediento; vestir al desnudo; acoger al forastero; asistir al enfermo; visitar a los presos; enterrar a los muertos. Gratis lo hemos recibido, gratis lo hemos de dar.
Estamos llamados a servir a Jesús crucificado en toda persona marginada, a tocar su carne bendita en quien está excluido, tiene hambre o sed, está desnudo, preso, enfermo, desempleado, perseguido, refugiado, emigrante. Allí encontramos a nuestro Dios, allí tocamos al Señor. Jesús mismo nos lo ha dicho, explicando el «protocolo» por el cual seremos juzgados: cada vez que hagamos esto con el más pequeño de nuestros hermanos, lo hacemos con él (cf. Mt 25,31-46).
Después de las obras de misericordia corporales vienen las espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia a las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos. Nuestra credibilidad como cristianos depende del modo en que acogemos a los marginados que están heridos en el cuerpo y al pecador herido en el alma. No en las ideas, sino allí.
Hoy la humanidad necesita hombres y mujeres, y en especial jóvenes como vosotros, que no quieran vivir sus vidas «a medias», jóvenes dispuestos a entregar sus vidas para servir generosamente a los hermanos más pobres y débiles, a semejanza de Cristo, que se entregó completamente por nuestra salvación.
Ante el mal, el sufrimiento, el pecado, la única respuesta posible para el discípulo de Jesús es el don de sí mismo, incluso de la vida, a imitación de Cristo; es la actitud de servicio. Si uno, que se dice cristiano, no vive para servir, no sirve para vivir. Con su vida reniega de Jesucristo.
En esta tarde, queridos jóvenes, el Señor los invita de nuevo a que sean protagonistas de vuestro servicio; quiere hacer de ustedes una respuesta concreta a las necesidades y sufrimientos de la humanidad; quiere que sean un signo de su amor misericordioso para nuestra época.
Para cumplir esta misión, Él les señala la vía del compromiso personal y del sacrificio de sí mismo: es la vía de la cruz. La vía de la cruz es la vía de la felicidad de seguir a Cristo hasta el final, en las circunstancias a menudo dramáticas de la vida cotidiana; es la vía que no teme el fracaso, el aislamiento o la soledad, porque colma el corazón del hombre de la plenitud de Cristo. La vía de la cruz es la vía de la vida y del estilo de Dios, que Jesús manda recorrer a través también de los senderos de una sociedad a veces dividida, injusta y corrupta.
La vía de la cruz no es un hábito sadomasoquista, la vía de la cruz es la única que vence el pecado, el mal y la muerte, porque desemboca en la luz radiante de la resurrección de Cristo, abriendo el horizonte a una vida nueva y plena. Es la vía de la esperanza y del futuro. Quien la recorre con generosidad y fe, siembra esperanza y yo quisiera que ustedes sean sembradores de esperanza.
Queridos jóvenes, en aquel Viernes Santo muchos discípulos regresaron a sus casas tristes, otros prefirieron ir al campo para olvidar la cruz. Me pregunto y respondan cada uno de ustedes en el propio corazón: ¿Cómo desean regresar esta noche a vuestras casas, a vuestros alojamientos, a sus carpas? ¿Cómo desean volver esta noche a encontraros con vosotros mismos?
El mundo nos mira, a cada uno de vosotros corresponde responder al desafío de esta pregunta.

10 claves para entender el nuevo yihadismo: sexo, postureo, redes sociales y el poder del miedo



10 claves para entender el nuevo yihadismo: sexo, postureo, redes sociales y el poder del miedo
Los yihadistas usan las redes sociales para reclutar
y también para aterrorizar


Jason Burke es periodista, escritor y experto en terrorismo islamista. Ha publicado La nueva amenaza de la militancia islamista. Gonzalo Suárez,en ElMundo.es, destaca 10 ideas de su discurso que ayudan a entender al yihadismo.



1. Matones con postureo
«Los terroristas del ISIS son cada vez más jóvenes. Yo lo llamo la yihad gangsta: como los raperos, posan con pistolas, se hacen fotos en 4x4 y luego las suben a las redes, donde reciben la aprobación de sus pares».

2. El sexo como recompensa
«El sexo es una motivación importante para los jóvenes yihadistas. No hablo de vírgenes en el paraíso, sino de ir a Siria para casarse con una voluntaria o, en el peor de los casos, violar a mujeres en masa».

3. Rivalidad ISIS Al Qaeda
«ISIS y Al Qaeda son como dos equipos de fútbol. Ambos juegan al mismo deporte: instaurar un califato, aniquilar a Occidente, asesinar infieles... Pero tienen estilos, visiones y culturas distintas. Y sobre todo, se odian mutuamente: son como el Barça y el Madrid o los mods y los rockeros».

4. Matar mucho, pero con matices
«Para Al Qaeda, los asesinatos son un sacrificio necesario; para el ISIS, un bien en sí mismo. Aunque Bin Laden era un asesino en masa, su discurso tenía un hilo argumental. Me cuesta imaginar a Al Baghdadi [líder de ISIS] leyendo ensayos de Chomsky como Bin Laden».

5. Bin Laden usaba VHS; las redes lo cambian todo
«Cuando Al Qaeda grabó el asesinato de Daniel Pearl en 2002, sólo un puñado de personas vio la cinta, la mayoría funcionarios del gobierno. El propio Bin Laden tenía que mandar sus diatribas en VHS a Al Yazira para ver si las emitían o no... Ahora, los vídeos de ISIS tienen millones de pinchazos al día en las redes sociales. Esto lo cambia todo».

6. Matanzas retransmitidas en tiempo real
«El próximo paso es el terrorismo en tiempo real: que un yihadista coloque una GoPro en el cañón de su kalashnikov y retransmita en directo una matanza».

7. Matar a tal o cual líder no los detendrá
«El islamismo militante es un fenómeno complejo que no se destruirá con la eliminación de un grupo y mucho menos un individuo como el líder de ISIS. La idea de que existe una "bala de plata" contra los malos es atractiva y tranquilizadora pero, tristemente, no tiene ninguna base».

8. Inspirados en la guillotina: mantenerse por el miedo
 «El terrorismo moderno surgió con la guillotina de los jacobinos. Lo importante no eran las cabezas que acababan en el cesto, sino el miedo que inspiraba la cuchilla en el pueblo. Hoy, los vídeos de ISIS son su guillotina». 

9. Si vives con miedo, ya eres su víctima
«Si has sentido un golpe de miedo al ver un poli armado en un aeropuerto, ya eres una víctima del terrorismo».

10. Vivir sin miedo, la mejor resistencia
«El terror es algo más que miedo: es miedo irracional. Si quieres ayudar a la lucha contra ISIS, no cambies tu rutina: sal a cenar, ve de paseo, monta en avión».

En el vídeo, un periodista entrevista a la pequeña Myriam, una niña cristiana desplazada en Irak, que explica por qué ella no teme a los yihadistas

viernes, 29 de julio de 2016

JMJ - HERMOSÍSIMA CEREMONIA INICIAL



Este vídeo de 2 horas y media recoge la ceremonia de inauguración de la JMJ de Cracovia del jueves por la tarde: música, danzas, banderas y representantes de cada país y continente, presentación de los santos patronos del encuentro, reflexión sobre la Misericordia, tema de la cita, y mucho color y alegría ante medio millón de jóvenes que no se dejaron asustar por la lluvia. Un espectáculo que vale la pena.




Conozca cuál será su destino final


El cielo te espera - Cristo con los brazos abiertos


52. ¿Qué es el cielo?
El cielo es el «medio» de Dios, la morada de los ángeles y los santos y la meta de la Creación. Con la expresión «cielo y tierra» designamos la totalidad de la realidad creada. [325, ­327]


El cielo no es un lugar en el universo. Es un estado en el más allá. El cielo está allí donde se cumple la voluntad de Dios sin ninguna resistencia. El cielo existe cuando se da la vida en su máxima intensidad y santidad —vida que no se puede encontrar como tal en la tierra—. Cuando con la  ayuda de Dios vayamos algún día al cielo, entonces nos espera lo «que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo  aman» (1 Cor 2,9). 




Infierno, estar lejos de Dios porque así lo quieres

53 ¿Qué es el infierno?
Nuestra fe llama «infierno» al estado de la separación eterna de Dios. Quien en la presencia de Dios ve con claridad el amor y sin embargo no lo acepta, se decide por este estado. [1033­, 1036]


Jesús, que conoce el infierno, dice que son «las tinieblas de fuera» (Mt 8,12). Expresado en nuestros conceptos es seguramente más frío que caliente. Con estremecimiento se adivina un estado de completo entumecimiento y de  aislamiento desesperado de todo lo que podría aportar a la vida ayuda, alivio, alegría y consuelo.




Ángeles,Espíritus invisibles
54. ¿Quiénes son los ángeles?
Los ángeles son criaturas de Dios puramente espirituales, que tienen inteligencia y voluntad. No son corporales, son inmortales y normalmente no son visibles. Viven constantemente en la presencia
de Dios y transmiten a los hombres la voluntad y la protección de Dios. [328­-333, 350­-351]


Un ángel, escribió el cardenal Joseph Ratzinger, es «como el pensamiento personal mediante el cual Dios se vuelve  hacia mí». Al mismo tiempo los ángeles están completamente vueltos a su Creador. Arden en amor por él y le sirven noche y día. Nunca cesa su canto de alabanza. Los ángeles separados de Dios son llamados en  la Sagrada Escritura diablos o demonios.


55.  ¿Se pueden establecer relaciones con los ángeles?
Sí. Se puede pedir ayuda a los ángeles y solicitar su intercesión ante Dios. [334-336,  352]


Cada persona recibe de Dios un ángel custodio. Rezar al ángel de la guarda por uno mismo y por otros es bueno y sensato. Los ángeles también se pueden hacer perceptibles por su cuenta en la vida de un cristiano, por ejemplo como portadores de una noticia o como acompañantes que ayudan.
La fe no tiene nada que ver con los falsos ángeles del esoterismo.




* El texto (pregunta y respuesta) proviene del Youcat = Catecismo para Jóvenes. Los números que aparecen después de la respuesta hacen referencia al pasaje correspondiente del Catecismo de la Iglesia Católica que desarrolla el tema aún más. Basta un clic en el número y será transferido.