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domingo, 13 de noviembre de 2016

Obras de Misericordia corporales y espirituales

Termina el  Año Jubilar de la Misericordia. Pedimos al Señor que nos haya ayudado a todos para que seamos todos más.....¿? Ya sabes la respuesta. ¡Que este  breve repaso nos sirva de examen de conciencia!

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Breve explicación de las obras de misericordia corporales

1º) Dar de comer al hambriento y 2º) dar de beber al sediento: estas dos primeras se complementan y se refieren a la ayuda que debemos procurar en alimento a los más necesitados, a aquellos que no tienen lo indispensable para poder comer cada día.

Jesús, según recoge el evangelio de san Lucas recomienda: «El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer que haga lo mismo» (Lc 3, 11).

3º) Dar posada al peregrino: en la antigüedad el dar posada a los viajeros era un asunto de vida o muerte, por lo complicado y arriesgado de las travesías. No es el caso hoy en día. Pero, aún así, podría tocarnos recibir a alguien en nuestra casa, no por pura hospitalidad de amistad o familia, sino por alguna verdadera necesidad.

4º) Vestir al desnudo: esta obra de misericordia se dirige a paliar otra necesidad básica: el vestido. A la hora de entregar nuestra ropa no demos sólo de lo que nos sobra o ya no nos sirve, también podemos dar de lo que aún es útil.

5º) Visitar al enfermo: se trata de una verdadera atención a los enfermos y ancianos, tanto en el aspecto físico, como en hacerles un rato de compañía.

El mejor ejemplo de la Sagrada Escritura es el de la Parábola del Buen Samaritano, que curó al herido y, al no poder continuar ocupándose directamente, confió los cuidados que necesitaba a otro a quien le ofreció pagarle. (ver Lc. 10, 30-37).

6º) Visitar a los encarcelados: consiste en visitar a los presos y prestarles no sólo ayuda material sino una asistencia espiritual que les sirva para mejorar como personas, enmendarse, aprender a desarrollar un trabajo que les pueda ser útil cuando terminen el tiempo asignado por la justicia, etc.

7º) Enterrar a los difuntos: Cristo no tenía lugar sobre el que reposar. Un amigo, José de Arimatea, le cedió su tumba, y tuvo valor para presentarse ante Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. ¿Por qué es importante dar digna sepultura al cuerpo humano? Porque el cuerpo humano ha sido templo de Dios. Somos “templos del Espíritu Santo” (1 Cor 6, 19).

Es tiempo de misericordia, ¿te atreves a recibirla y a ofrecerla? ¡Jesús Misericordioso te bendiga y la Virgen Santa te cuide! Amén.


Breve explicación de las obras de misericordia espirituales


1) Enseñar al que no sabe: consiste en enseñar al ignorante en cualquier materia: también sobre temas religiosos. Como dice el libro de Daniel, “los que enseñan la justicia a la multitud, brillarán como las estrellas a perpetua eternidad” (Dan 12, 3b).

2) Dar buen consejo al que lo necesita: uno de los dones del Espíritu Santo es el don de consejo. Por ello, quien pretenda dar un buen consejo debe, primeramente, estar en sintonía con Dios, ya que no se trata de dar opiniones personales, sino de aconsejar bien al necesitado de guía.

3) Corregir al que se equivoca: se refiere sobre todo al pecado. De hecho, otra manera de formular esta obra es: Corregir al pecador. Podemos acordarnos de lo que dice el apóstol Santiago al final de su carta: “el que endereza a un pecador de su mal camino, salvará su alma de la muerte y consigue el perdón de muchos pecados” (St. 5, 20).

4) Perdonar las injurias: en el Padrenuestro decimos: “Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Perdonar las ofensas significa superar la venganza y el resentimiento.

El mayor perdón que ha conocido la historia del hombre es el de Cristo en la Cruz, que nos enseña que debemos perdonar todo y siempre: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc. 23, 34).

5) Consolar al triste: muchas veces, se complementará con dar un buen consejo, que ayude a superar esa situación de dolor o tristeza. Acompañar a nuestros hermanos en todos los momentos, pero sobre todo en los más difíciles, es poner en práctica el comportamiento de Jesús que se compadecía del dolor ajeno.

6) Sufrir con paciencia los defectos de los demás: la paciencia ante los defectos ajenos es virtud y es una obra de misericordia. Sin embargo, hay un consejo muy útil: cuando el soportar esos defectos causa más daño que bien, con mucha caridad, misericordia y suavidad, debe hacerse la advertencia.

7) Orar por vivos y difuntos: san Pablo recomienda orar por todos, sin distinción, también por gobernantes y personas de responsabilidad, pues “El quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (ver 1 Tim 2, 2-3).

Siempre es tiempo de misericordia, ¿te atreves a recibirla y a ofrecerla? ¡Jesús Misericordioso te bendiga y la Virgen Santa te cuide! Amén.
(cf. con olor de oveja)

Para los niños:

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