¿Cuántas veces nos hemos topado con algún evangélico que intenta “predicar” el Evangelio en algún colectivo, bus o en la calle? Muchas veces no respondemos a dichas palabras por miedo a ser tildados de fanáticos o intolerantes.
Sin embargo, en esta oportunidad, un predicador subió a un bus para “enseñar” la Palabra a los que estaba ahí sentados. Pero no se imaginó encontrarse ahí a un misionero católico que, al escuchar un par de malas interpretaciones, no pudo soportarlo y decidió contestar.
El primer argumento en cuestión fue que el Evangelio, por ende la Biblia, estuvo presente desde el inicio de los tiempos, y que los evangélicos, por ende, también. Pues los evangélicos son aquellos que compartían la Palabra, y esta es eterna.
El misionero católico indicó que esto era falso. Que los evangélicos nacieron con Lutero, y que la Biblia como la conocemos fue hecha después de los apóstoles.
El segundo argumento, típico de un evangélico, es cuestionar por qué los católicos cometen idolatría, por tener imágenes. Una señora evangélica, que decidió participar, mencionó el típico versículo Éxodo 20, 4: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra”.
El misionero les preguntó por el versículo Éxodo 25, 18, donde dice: “Harás también dos querubines de oro; labrados a martillo los harás en los dos extremos del propiciatorio”. Fue una orden de Dios de hacer imágenes. Por ende, el problema no es tener imágenes como representación, pero sí adorarlos como si fueran Dios.
Al final de todo, el predicador se retiró, y si bien la señora siguió intentando refutar al misionero católico, el responsable del grupo interrumpió la conversación para seguir adelante con le viaje.
ChurchPOP
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