Todas nuestras dificultades se utilizarán para un plan mayor que no imaginamos,
pero ¿de qué forma podemos recordar la bondad de Dios
cuando no podemos sentirla en nuestras vidas?
pero ¿de qué forma podemos recordar la bondad de Dios
cuando no podemos sentirla en nuestras vidas?
Las personas más buenas que conozco han pasado por las pruebas más difíciles que nos podamos imaginar. Las personas que desearía que fueran felices por el resto de su vida han pasado por extensos valles de tristeza. Los corazones más amorosos a menudo son los que han tenido que aprender sobre el amor a través de grandes desilusiones.
Tenemos un Padre que nos ama lo suficiente como para morir por nosotros, y hoy nos parece que aliviar algo de nuestro dolor sería una tarea mucho más pequeña que la Cruz en la que se sacrificó; sin embargo, una y otra vez, parece que ni siquiera nos escucha.
Sí, sabemos que el sufrimiento proviene de nuestras equivocaciones. Cometemos errores y estos tienen consecuencias. Éstas no se limitan a nosotros, afectan a los demás, y, parece que el sufrimiento que generan es totalmente desproporcionado.
Las personas buenas reciben una dosis alta, mientras que las que causan dolor parecen inmunes a sus consecuencias.
No importa cuánto este dilema sobre el sufrimiento pueda estar basado en nuestra propia responsabilidad… Todavía duele verlo, experimentarlo; y a veces, tener la experiencia de que a Dios ni siquiera le importa.
Si Dios es tan buen Padre, ¿por qué se siente tan distante en momentos como estos?
Dios está haciendo algo
La traición de amigos o familiares sigue siendo dolorosa; las promesas incumplidas suelen ser difíciles de aceptar; y, por supuesto, perder a personas cercanas a ti puede voltear tu mundo.
Seguir adelante no significa que estas cosas no duelan. No significa que quisieras que no hubieran sucedido de esa manera. No significa que sea difícil aceptar que te pasen a ti. Sin embargo, en medio de estas situaciones, experimentamos que todo lo que somos hoy se basa en lo que hemos pasado para llegar hasta aquí.
Si miramos con detenimiento y un poquito de esperanza, logramos percibir que hay un Padre que está haciendo algo. Alguien está actuando en nuestra vida de forma misteriosa. Cada desafío, cada fracaso y cada elección incorrecta se sigue presentando como una oportunidad de aprendizaje y crecimiento.
¿Qué pasa si las cosas difíciles nos están preparando para tener las cualidades apropiadas para un papel o para un acontecimiento que Dios tiene reservado para nosotros?
Cuando nos equivocamos siempre podemos recurrir a un Dios misericordioso que está dispuesto a tomar incluso nuestros errores y heridas para obrar su misericordia. De igual manera podemos confiar en que todas nuestras dificultades se utilizarán para un plan mayor que no imaginamos.
Dios no detiene en nuestro dolor. Dios usa de forma misteriosa cada una de esas opciones para traer bien al mundo. Si lo dejamos trabajar en nuestras vidas y confiamos en Él podemos llegar a verlo como a un Padre bueno.
Esto es más fácil de decir, por supuesto, que de experimentar. Entonces, ¿de qué forma podemos recordar la bondad de Dios cuando no podemos sentirla en nuestras vidas?
Reza
Como cualquier Padre amoroso, Él quiere escuchar lo que nos duele, lo que no entendemos, lo que nos rebela. Él ya lo sabe, pero quiere escucharlo, quiere hacer parte de nuestra vida.
Ninguna relación se beneficia en cortar la comunicación cuando alguno de los dos está enojado. La oración es eso: dialogar con Dios. Decirle exactamente cómo me duele cuando no siento su bondad en mi vida.
Al final, su bondad, no depende de mi bondad, ni todo en mi vida estará bien porque creo en Dios; pero es solo a través de Dios que cualquier cosa puede hacerse bien.
Nada en nuestras vidas será perfecto, pero cualquier cosa utilizada para prepararnos para el papel que Dios tiene para nosotros, es buena. No siempre se siente así, pero nuestro Dios es la bondad misma.
Luisa Restrepo, Aleteia
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