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martes, 8 de noviembre de 2022

Evangelio del día

Evangelio según San Lucas 17,7-10.

El Señor dijó:
«Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'?
¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'?
¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'.»


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Bulle

San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermón sobre el evangelio de Juan, 14,5; CCL 36, 143-144


"El humilde servicio"

Antes de la venida del Señor, los hombres buscaban la gloria en sí mismos. Ha venido como hombre para reducir la gloria terrena y aumentar la gloria de Dios. Ha venido sin pecado y nos ha encontrado a todos hundidos en el pecado. Si el Señor ha venido para perdonar los pecados, quiere poner de manifiesto que Dios es magnánimo; toca pues al hombre reconocer esta magnanimidad. Porque la humildad del hombre consiste en su gratitud y la grandeza de Dios se manifiesta en su misericordia.
Si, pues, ha venido para perdonar al hombre sus pecados, toca al hombre reconocer su pequeñez y darse cuenta de la misericordia de Dios. “Él tiene que crecer y yo tengo que menguar” (Jn 3,30) Es decir: Que él me dé y yo reciba. Es justo que la gloria sea del Señor y yo la reconozca en él; que el hombre reconozca dónde está su lugar, reconozca a Dios y comprenda lo que dice el apóstol al hombre soberbio y orgulloso que pretende ensalzarse: “¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido ¿por qué presumes como si no lo hubieras recibido?” (1Cor 4,7) El hombre que considera suyo lo que no le pertenece, comprenda, pues, que lo ha recibido y que se humille, porque le conviene que Dios sea glorificado en él. Que el hombre se considere cada vez menos importante para que Dios sea glorificado en él...      (EDD)

Oración

La soberbia y el servicio son incompatibles porque lo propio del servicio es la humildad. Esta reconoce que ante Dios nuestro Señor, todos somos unos pobres inútiles que ni siquiera, al final de día, hemos hecho lo que teníamos que hacer. Pues i siquiera el primera mandamiento logramos cumplir. Por eso, todo lo que sobrepase esta hermosa oración al finalizar el día se arriesga a pecar de soberbia.

En el examen de la noche (sana práctica que ayuda a ponerse ante Dios) es hermoso situare como siervo , pobre e inútil, reconociendo la propia miseria, para que le Señor del banquete nos diga: “amigo, pasa más adelante”. Pero ¿quién se atreverá a enarbolar sus propios méritos ante Dios si, como nos dice el apóstol Pablo, no hay nada que no hayamos recibido? Ni siquiera nuestros talentos son nuestros y, por si fuera poco, falta saber si los aprovechamos como es debido.

Sin duda esta oración es la adecuada. Trae serenidad y paz al corazón porque se abandona en la misericordia del Padre…recuerda a la oración de Pedro a orillas del lago: “soy un siervo inútil, ni siquiera hice lo que tenía que hacer…pero tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero”. Que María, la humilde esclava del Señor, nos enseñe en su escuela lo que es la humildad. Amén.

(oraciónyliturgia.archimadrid.org)























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