Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: "¿Quién eres tú?". |
El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: "Yo no soy el Mesías". |
"¿Quién eres, entonces?", le preguntaron: "¿Eres Elías?". Juan dijo: "No". "¿Eres el Profeta?". "Tampoco", respondió. |
Ellos insistieron: "¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?". |
Y él les dijo: "Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías". |
Algunos de los enviados eran fariseos, |
y volvieron a preguntarle: "¿Por qué bautizas, entonces, si tu no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?". |
Juan respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: |
él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia". |
Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba. |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
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San Antonio de Padua (1195-1231) |
“Él está en medio de vosotros”
“El Señor está cerca, que nada os preocupe” (Flp 4,5-6). Dios Padre habla así por boca del profeta Isaías: “Yo os acerco mi justicia” –es decir, su Hijo- “no está lejos y mi salvación no se hará esperar. Daré a Sión la salvación, y mi gloria a Israel” (46,13). Es lo que dice el evangelio de este día: “en medio de vosotros está aquel que no conocéis”. Mediador entre Dios y los hombres, un hombre (1Tm 2,5), Cristo Jesús, se levanta en el campo del mundo para combatir al diablo; vencedor, libera al hombre y le reconcilia con Dios Padre. Pero vosotros no lo conocéis. |
“He alimentado y educado a unos hijos, pero me han despreciado. El buey conoce a su amo, el asno conoce el pesebre de su amo, pero Israel no me ha conocido, y mi pueblo no me ha comprendido” (Is 1,2-3) ¡Es que el Señor está cerca de nosotros! ¡Y no le conocemos! Con mi sangre he alimentado a mis hijos, nos dice, igual que una madre alimenta a sus hijos con su propia leche. He levantado a la naturaleza humana que yo mismo he tomado y a la que me he unido, por encima de los coros de los ángeles. ¿Podía haceros un honor más grande? Y me han despreciado. Mirad si hay dolor semejante al mío (Lm 1,12)... Entonces pues, “no os preocupéis por nada”, porque es la preocupación por las cosas materiales la que nos hace olvidar al Señor. (EDD) |
Oración
Dios amoroso, Vuelve mis ojos al prójimo, que pueda ver a cada uno como tú me ves a mí— con una dignidad innata que trasciende apariencias, circunstancias, clase y todo estatus terrenal que son temporales. Ayúdame a ver al prójimo como tu hijo amado, eternamente. Vuelve mis oídos al prójimo, que pueda escuchar su clamor tal como tu escuchas el mío— con una compasión y ternura que me acerca más en medio del sufrimiento. Ayúdame a escuchar al prójimo como tu hijo amado, eternamente. Vuelve mi mente al prójimo, que yo pueda llegar a entenderlos como tú me entiendes— luchando por encontrar sentido y plenitud en un mundo que está fragmentado, y tu luz en un mundo sombrío. Ayúdame a comprender al prójimo como tu hijo amado, eternamente.
Vuelve mis pies al prójimo, que pueda acercarme a ellos a través de las brechas que nos separan— brechas ampliadas con demasiada frecuencia por las ilusiones de la familia, la tribu, credo, raza… incluso la propia alteridad. Ayúdame a acercarme al prójimo como tu hijo amado, eternamente. Vuelve mis manos al prójimo, que los pueda servir como tú me sirves— con un toque que purifica, que sana, que alimenta, y que tranquiliza. Ayúdame a servir al prójimo como tu hijo amado, eternamente. Vuelve mi corazón al prójimo, Que pueda amarlos como tú me amas— firme, clemente, siempre misericordioso, con paciencia, viendo mi alegría en la suya. Ayúdame a amar al prójimo como tu hijo amado, eternamente. Dios amoroso, Vuelve mi vida al prójimo, que pueda vivir en solidaridad con ellos, y por lo tanto contigo, para siempre. Amén
(crs.org)
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