Aquí podemos ofrecer sólo unos cuantos aspectos
de las mil maravillas de la Santa Misa
Hostia propiciatoria para reparar la gloria de Dios. |
¿No veis a Jesús sobre el altar... en el sagrario? Está allí... Y ¿qué hace? Adora a su Padre, le da gracias, intercede por los hombres, se ofrece a Él como víctima, como hostia propiciatoria para reparar la gloria de Dios, que sufre menoscabo continuamente. Allí está sobre su místico calvario repitiendo aquellas sublimes palabras: "¡Padre, perdónalos...; te ofrezco por ellos mi sangre..., mis llagas...!" San Pedro Julián Eymard |
La gloria de Dios. |
La gloria de Dios: eso es lo que Jesucristo procuró mientras vivió en la tierra, y eso es lo que, en el augusto Sacramento, constituye el fin principal de todos sus deseos. Puede decirse que Jesucristo tomó el estado sacramental para seguir honrando y glorificando a su Padre... San Pedro Julián Eymard |
Contemplando a María. |
Contemplando a María, comprenderemos mejor la fuerza transformadora que posee la Eucaristía. Al escucharla a ella, encontraremos en el misterio eucarístico la valentía y el vigor para seguir a Cristo, buen Pastor, y para servirle en los hermanos. San Juan Pablo II |
El mayor misterio de amor. |
"Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente" Lc 9, 16. Este signo prodigioso es figura del mayor misterio de amor, que se renueva cada día en la santa misa: mediante los ministros ordenados, Cristo da su Cuerpo y su Sangre para la vida de la humanidad. Y quienes se alimentan dignamente en su mesa, se convierten en instrumentos vivos de su presencia de amor, de misericordia y de paz. San Juan Pablo II |
La Eucaristía refuerza, encauza y purifica el afecto humano. |
La Eucaristía, infundiendo en el corazón del hombre una nueva energía -el amor sobrenatural-, refuerza, encauza y purifica el afecto humano, haciéndolo más sólido y más auténtico. Cuando tiene a Dios en su pecho, todo el hombre queda armonizado en sí mismo... En el sacramento divino, el Señor está sumido en el silencio para escucharnos. San Juan XXIII |
¡Cómo descansa Jesús en ese sacrificio perenne! |
En los altares de la Eucaristía siempre, porque en ellos perpetúa su sacrificio, el Padre complacido recibe el perfume de gloria que se eleva hacia él de la tierra, en todos los instantes, realizándose lo que dijo el profeta: "Desde la salida del sol hasta su ocaso, en todo lugar se ofrece a mi Nombre una Oblación inmaculada, porque mi Nombre es grande entre las Naciones". ¡Cómo descansa Jesús en ese sacrificio perenne que se ofrece a cada instante en nuestros altares! Siervo de Dios Mons. Luis María Martínez |
¡Jesús sigue revelando las maravillas de tu Corazón desde esa Hostia! |
"¡Jesús sigue revelando las maravillas de tu Corazón desde esa Hostia!... Avanza, Dios oculto y vencedor, avanza, conquistando en el comulgatorio alma por alma, familia por familia hasta que la tierra entera exclame, alborozada: ¡Alabado sea el Divino Corazón en su Eucaristía salvadora...; a Él, sólo a Él, en los altares, gloria y honor por los siglos de los siglos; venga a nos tu reino!". Padre Mateo Crawley-Boevey |
La resurrección y la Eucaristía. | |
La Santa Comunión establece no solo contacto espiritual entre Jesucristo y nosotros sino además contacto físico a través de las 'especies' del pan. La resurrección del cuerpo es indicio de este contacto físico con Cristo. Los cuerpos resucitados de aquellos que han recibido meritoriamente la Eucaristía durante su vida resplandecerán más sorprendentemente por su contacto frecuente, a lo largo de su vida, con el Cuerpo resucitado de su Señor. Padre Lawrence Lovasik | |
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