Las aspiraciones que podemos hacer durante las acciones comunes del día a día
Aleteia
Cortas aspiraciones que se deben hacer durante las acciones ordinarias de cada día:
Cortas aspiraciones que se deben hacer durante las acciones ordinarias de cada día:
- Después de despertar, eleva tu alma a Dios y dile: Señor, tu amor y nada más. Quiero vivir siempre en ti y para ti.
- Al vestirte puedes decir: Señor, reviste mi alma de tus virtudes.
- Al desvestirte, o cuando cambies de ropa, puedes decir: Señor, desviste mi alma de todos los vicios y, principalmente, de las inclinaciones que más te desagradan.
- Antes de salir de tu cuarto, o por lo menos, cuando te sea posible, ponte de rodillas y di: Este día tal vez sea el último día que Dios me conceda para borrar mis pecados y merecer el cielo. Oh, Señor, quiero consagrarlo todo a tu gloria. Por mí mismo, no puedo hacer nada, pero todo puedo en ti y contigo. Jesús mío, antes morir que volver a ofenderte.
- Al arreglarte y al mirarte al espejo, di: Pongo mucho cuidado en agradar a los hombres y tan poco en agradar a Dios, que me creó con tanto amor y me rescató con su sangre.
- Al salir de casa di: santo ángel de la guarda, guarda mis ojos y todo mi cuerpo y mi alma, para que me conserve fiel a mi Dios.
- Al entrar en la iglesia di: Oh, alma mía, vas a entrar en la casa de Dios, donde todo debe ser pureza y santidad: aléjense de mí todos los pensamientos de la tierra pues voy a entrar en el palacio del cielo.
- Al sentarte a la mesa, di: Padre misericordioso, al mismo tiempo que alimentas mi cuerpo, alimentas también mi alma con tu gracia.
- Cuando te vayas a descansar, di: Esta es la cama para el descanso del cuerpo; ¿cuándo llegará ese feliz momento en que mi alma descansará en el seno de Dios?
- Antes de que hagas tus oraciones puedes decir: Recuerda, alma mía, que ahora vas a hablar con el Rey de Reyes, Señor de Señores: tu atención, pues, deberá corresponder a tu pequeñez y a su grandeza.
- Cuando caigas en alguna tentación, cualquiera que sea, di enseguida: Señor, cuando pequé hice lo que soy capaz de hacer, Tú, ahora, haz lo que eres capaz de hacer, perdonarme. Te doy gracias por no haberlo hecho peor, pues soy capaz de caer en culpas aún mayores.
Importante: después de eso, no pienses en esas faltas en que has caído, piensa en ellas solamente al prepararte para confesarte, sin dejar que el enemigo mantenga tu alma perturbada y angustiada. ¡Confía en Dios!
- Se podrían emplear otras aspiraciones semejantes cuando estemos ocupados con otras acciones: debemos recordar siempre, que tales aspiraciones deben ser todas de confianza y de amor. Con estos medios se empieza maravillosamente el camino de la verdadera santidad; en él se hacen progresos y se llega a la perfección.
De la “Dirección para vivir cristianamente”, del sacerdote Quadrupani, 1905
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