"Sentir la vida crecer en mí me hacía muy feliz”
Esther Núñez Balbín, aleteia
“Vivimos no una, sino varias crisis a lo largo de estos años. A medida que nuestra familia fue creciendo, nuestras amistades se iban alejando. Y es que las matemáticas de Dios no son fáciles de comprender. Junto a mi esposo Mario, detrás de cada uno de nuestros hijos íbamos descubriendo un regalo de Él”, cuenta Cecilia a Aleteia.
David, Sandra, Raquel, Israel, Moisés, Fátima, Ana y Miguel (gemelos), Rebeca, Gabriel, Elías y Emanuel son los nombres de los 12 hijos de esta familia de 5 mujeres y 7 varones que Mario González y Cecilia Mendieta formaron desde hace 20 años.
“Yo le pedí con mucha fe sólo un hijo a Dios. Nunca imaginé esta maravilla. La magia de convertir el amor en vida, ha sembrado en mí esperanza cada día. No siempre estuvimos abiertos a la vida”, confesó Cecilia.
“No entendía los planes de Dios. Él me había elegido para ser madre. Me enviaba ángeles desde el cielo. Sabía por qué lo hacía y en qué momento hacerlo. Ahora recién lo comprendo. Pasábamos momentos difíciles en nuestra economía”, expresó Cecilia.
Sin embargo, esa luz que Dios ponía en el vientre de Cecilia era la mejor medicina.
Una verdadera comunidad
A la segunda de sus hijas, Sandra de 22 años, le ha tocado dejar el hogar, pues acaba de contraer matrimonio. David, el mayor de los varones de 24 años, desde hace tres estudia para sacerdote.“Ellos dejan la familia con la experiencia de haber recibido la fe desde pequeños”, cuenta Cecilia.
“Cada uno iba llegando en el momento más oportuno”, cuenta Cecilia, entre risas, hasta en un momento ellos se convirtieron en “antiestrés” para la pareja, eran la mejor terapia.
“A veces tratamos de confeccionar un Dios de bolsillo, queremos todo a nuestra medida”, dice otro de los hijos tratando de explicar la falta de fe y el temor al fracaso de los matrimonios jóvenes, quienes parecen no comprender la dimensión de la familia.
Se tejen nuevas miradas frente a la vida, se forma una verdadera comunidad. Uno aprende del otro.
El último, de 6 años, está agradecido de contar con tan buenos maestros en casa: sus hermanos. Se aprende a manejar los momentos difíciles con lo que se tiene alrededor.
El milagro de las familias numerosas
“Los más duros momentos fueron cuando se tuvieron que enfrentar a la adolescencia. Hemos visto milagros en nuestros propios hijos cuando se enfermaban, incluso cuando se han querido ir de casa. La vida misma es un milagro, para nosotros”, señaló Cecilia.
Esta madre ya no podrá engendrar más hijos: le han diagnosticado histerectomía en el cuello del útero. Sin embargo, las pupilas de los ojos de sus hijos hablan ahora de todo lo vivido en su familia.
“Creo haber cumplido con los planes de Dios, le estoy muy agradecida”. “El sentir la vida crecer en mí me hacía muy feliz”, agregó Cecilia.
Las familias numerosas, dice el papa Francisco, no son causa de pobreza, “las familias sanas son esenciales para la vida de la sociedad”. Muchas parejas que tienen familias numerosas entienden su labor de padres como una forma de colaborar con Dios en la creación.
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