El demonio no es invencible. Y tiene muchas limitaciones. Una de ellas es nuestra voluntad. Puede tentarnos de mil maneras, sentarse a esperar el momento oportuno, pero no puede hacernos caer en el pecado. Esto depende de nuestro libre albedrío. Nosotros elegimos, la vida en Dios o alejarnos de Él. Dios quiere que le amemos por nuestra voluntad por ello nos dio el libre albedrío, la elección.
Mientras escribía mi libro: EL MUNDO INVISIBLE, sobre las acciones del demonio en nuestra Iglesia, el mundo y la familia, reflexioné y oré mucho. Hablé con sacerdotes que me compartieron testimonios impactantes.
No sabía bien como vencer al demonio y de pronto vino a mi mente una palabra: el santo rosario. “¿El rosario?” me dije en voz alta. En ese momento un fuerte viento entró mi habitación y los papeles que tenía sobre mi escritorio que eran muchos volaron sobre mí en forma de remolino. En ese instante lo supe, el rosario era la respuesta por eso coloqué un cintillo en la portada del libro que dice: “CON EL ROSARIO VENCERÁS”.
No podemos destruirlo, somos creaturas temporales, y él un ser espiritual, pero podemos vencerlo en sus tentaciones y arrebatarle almas, para Dios. ¿Cómo hacerlo? La Virgen en Fátima nos indicó qué hacer y es muy sencillo: Pidió rezar el Rosario todos los días. Y luego dijo, con profunda tristeza: “Orad, orad mucho y haced sacrificios por los pecadores. Son muchas almas las que van al infierno porque no hay quien se sacrifique y rece por ellas”. (agosto de 1917)
Podemos mucho con el rezo del santo Rosario, debes saberlo.
Descubrí con los años que la mejor forma de cuidarnos del demonio y sus acciones es vivir siempre en la dulce presencia de Dios, cultivar la oración fervorosa sobre todo el santo Rosario y la confianza en nuestro Padre Dios. Tener comunión y confesión frecuente. Leer la Palabra de Divina, la santa Biblia, que vivifica nuestro espíritu. Y sobre todas las cosas, conservar el estado de gracia como un tesoro. Si somos templos del Dios vivo, el demonio nada tendrá qué hacer en nuestra cercanía.
Siempre recuerdo a mi hijo cuando era pequeño, una mañana se nos acercó a Vida, mi esposa y a mí para decirnos con seriedad: “Yo quiero ser del equipo de Jesús”.
Cuando tengo fuertes tentaciones lo recuerdo, decido permanecer en el equipo de Jesús y le pido: “Quiero ser de tu equipo Jesús. Ayúdame a superar esta tentación”.
Acércate a Dios y a la oración fervorosa que fortalece nuestra alma y nos permite estar en la dulce presencia de Dios.
¡Ánimo! No tengas miedo. Dios va contigo.
Claudio de Castro, Aleteia
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