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sábado, 16 de noviembre de 2019

Mirar a la muerte y ver el cielo

Cuando es la luz del cielo la que ilumina mi muerte parece que hay más vida,
una vida eterna y el cementerio lleno de colores


Miro a la muerte cara a cara. La muerte tiene algo frío y oscuro que me desconcierta. Falto de color y de vida.
Pero súbitamente observo hoy colores, canciones, luces. Y pienso que en este cementerio de México la muerte tiene más vida, hay más esperanza, hay más luz.


DAY OF THE DEAD
Wikipedia

El canto eleva el ánimo y me recuerda que estoy hecho para amar, para vivir, para soñar. Pienso en los que ya no están y brota de mi alma el agradecimiento.
Y recuerdo con cariño y nostalgia a todos los que forman parte de mi historia y ya no caminan conmigo aquí en la tierra. En la película Coco escucho:
Sólo se muere cuando se olvida. Y yo nunca te olvido”.
Eso es lo que le digo hoy a los que no olvido. Recuerdo su paso amable por mi vida. Recuerdo agradecido sus gustos y pasiones. Su amor entregado, su sonrisa. Repaso las fotos que hacen brotar la nostalgia en el alma.
Y sé que recordar a los muertos los mantiene vivos en mi alma. Nunca los olvido. Guardo el tesoro heredado como algo sagrado. Guardo lo aprendido para no olvidarme.
En este tiempo de desgarros he decidido quedarme con lo importante en la vida. Con lo fundamental. Con el color, más que con los grises. Con el canto, más que con los silencios tristes.
Y en este recordar lo que vale la pena pienso que ahora tengo menos cosas. Me siento más libre, más pobre, más de Dios tal vez.
Y también sé cuáles son las cosas más importantes y cuáles las que no importan. Entiendo que tengo que sufrir por lo que merece la pena. Dejando de lado esos apegos enfermizos que me quitan la alegría.
No quiero llorar por nimiedades, esas que a veces me preocupan y angustian. Decido sufrir por lo que merece la pena dar la vida. Le doy valor a lo que vale. Y se lo quito a lo que no importa tanto.
Tengo quizá menos miedos que antes a perder la vida. Menos cosas que guardar obsesivamente. Pero sí brotan miedos concretos que se hacen de pronto más visibles. Y le pido a Dios la confianza para que me permita vivir cada día mirando el cielo. Hoy escucho:
“Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando hayamos muerto por su ley, el Rey del universo nos resucitará para una vida eterna”.
Mirando el cielo abierto ante mis ojos todo se ve distinto. Cuando es la luz del cielo la que ilumina mi muerte parece que hay más vida, una vida eterna y el cementerio lleno de colores.


CEMETERY
Saturnine-(CC BY-ND 2.0)

Pienso en el cielo lleno de santos que ya están con Jesús, a su lado. Entonces el corazón se ensancha. Desaparece el miedo a perderlo todo. Y de golpe brota la esperanza. Me siento libre para perder la propia vida. Miro a los mártires:
“Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se tiene la esperanza de que Dios mismo nos resucitará”.
Esa esperanza que me habla de la vida eterna me hace libre. ¿No es cierto que se despierta la esperanza en mi alma?
Carlos Padilla Esteban, Aleteia

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