El Papa en su misa en Bangkok... en Tailandia hay mucha afición al color dorado en el culto |
El jueves 21 de noviembre, el Papa Francisco presidió la celebración eucarística en el National Stadium de Bangkok, en torno a las seis de la tarde hora local, en el marco de su viaje apostólico a Tailandia.
El Papa predicó en español y recordó a los dos primeros misioneros dominicos portugueses que murieron mártires en Tailandia en el siglo XVI. (Después llegarían franciscanos españoles, cuyos hechos recoge Marcelo de Ribadeneyra en 1601, aquí resumido).
El Papa invitó a la comunidad tailandesa "a seguir los pasos de los primeros misioneros", recordando que el Evangelio "es un derecho gratuito para todos" y animando a los católicos a salir al encuentro de las personas que sufren, presas de lacras sociales como la trata, la prostitución, las drogas y la pobreza.
Partiendo de la pregunta formulada por Jesús a la multitud «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» narrada en el pasaje del Evangelio según San Mateo (12,48); el Santo Padre planteó la siguiente cuestión: «¿quiénes son los miembros de nuestra familia, aquellos que nos pertenecen y a quienes pertenecemos?». Las palabras de Jesús responden por sí mismas de forma clara y novedosa: «Todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mt 12,50).
El Papa predica en español en Tailandia y se le traduce
De esta manera – explicó el Pontífice- "Jesús rompe no sólo los determinismos religiosos y legales de la época, sino también todas las pretensiones excesivas de quienes podrían creerse con derechos o preferencias sobre Él porque el Evangelio es una invitación y un derecho gratuito para todos aquellos que quieran escuchar”.
La familia va más allá de los lazos de sangre
Un Evangelio que “está tejido de preguntas que buscan inquietar, despertar e invitar a los discípulos a ponerse en camino”- dijo Francisco- para que “puedan descubrir esa verdad capaz de dar y generar vida; preguntas que buscan abrir el corazón”.
En este sentido, el Santo Padre subrayó que precisamente en la misión de llevar la Buena Nueva a todas las periferias, los discípulos impulsados por el Espíritu Santo, “pudieron ver que pertenecían a una familia mucho más grande que aquella que se genera por lazos de sangre, de cultura, de región o de pertenencia a un determinado grupo”; ya que es así como a través de la misión evangelizadora, la Iglesia ha ido creciendo y conformando una familia universal, siempre a través de un encuentro profundo entre el pueblo y la Palabra de Dios.
Fe, don que Dios da gratuitamente
Por otra parte, el Papa volvió a destacar el valor de la gratuidad de la fe entendida como don de Dios, ya que -dijo- el discípulo misionero “no es un mercenario de la fe ni un generador de prosélitos, sino un mendicante que reconoce que le faltan sus hermanos, hermanas y madres, con quienes celebrar el don irrevocable de la reconciliación que Jesús nos regala a todos”.
Y en alusión a los 350 años de la creación del Vicariato Apostólico de Siam (1669-2019), “signo del abrazo familiar producido en estas tierras”, el Pontífice recordó que tan sólo dos misioneros (los dos primeros dominicos que llegaron al país) “fueron capaces de animarse a sembrar las semillas que, desde hace tanto tiempo, vienen creciendo y floreciendo en una variedad de iniciativas apostólicas, que han contribuido a la vida de la nación”.
Dedicó un pensamiento a lacras como la trata de personas, la prostitución, las drogas y la pobreza y ante el dolor de "los migrantes despojados de su hogar y familias, así como tantos otros que, como ellos, pueden sentirse olvidados, huérfanos, abandonados, sin una comunidad de fe que los contenga".
Por último el Santo Padre animó a la comunidad tailandesa a “seguir tras las huellas de los primeros misioneros, para encontrar, descubrir y reconocer alegremente todos esos rostros de madres, padres y hermanos, que también son nuestra familia y que el Señor nos quiere regalar”.
La misa completa del Papa en Bangkok; en 1h 45m hay danzas tailandesas
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