La alimentación de la madre y el tipo de parto pueden influir
en la aparición de alergias infantiles
La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene a las enfermedades alérgicas como una de las seis patologías más frecuentes. Los datos muestran que las alergias alimentarias están en aumento tanto en los países desarrollados como en desarrollo, se estima que a nivel mundial entre un 4-8 % de los niños presentan alguna alergia alimentaria.
A pesar de que conoce que se trata de una enfermedad de base genética (una predisposición alérgica de padres y hermanos), su prevalencia se encuentra en ascenso, y algunos de los factores de riesgo más destacados son: la deficiencia de vitamina D en la madre, el aumento del número de nacimientos por cesárea, la introducción temprana de fórmulas de leche de vaca, lactancia materna inferior a los 3 meses y cambios en los hábitos alimentarios (alimentos con más alérgenos)
Esto hace que el rol que juega la alimentación durante el embarazo tome mayor relevancia, ya que no solo es necesario que la madre se alimente saludablemente para estar sana ella sino también su bebé.
Los alimentos que desencadenan mayores alergias alimentarias en la edad pediátrica son la leche de vaca, huevo de gallina, trigo y soja.
Por lo tanto, diagnosticar y tratar los cuadros es muy importante para evitar que interfieran en el crecimiento del niño.
¿Cómo el tipo de parto puede influir favoreciendo la aparición de alergias infantiles?
Es cierto, hay dos estudios recientes que fueron presentados en la Reunión Científica Anual del Colegio Americano de Alergia, Asma e Inmunología (ACAAI) en Houston que muestran cómo la dieta prenatal, cómo nace el bebé y las prácticas de alimentación afectan el riesgo de desarrollar alergias infantiles.
Por un lado, encontraron que el modo de parto influye, y se asoció el parto vaginal con una tasa reducida de desarrollo de afecciones alérgicas.
¿A qué se debe? Lo que ocurre es que con el parto vaginal el bebé forma gran parte de su microbiota (conjunto de gérmenes que habitan en el organismo y son beneficiosos para la salud) aspirando o absorbiendo gérmenes buenos al transitar por el canal de parto y también con los que estén presentes en el medio ambiente (como la sala de parto). Sin embargo, cuando los bebés nacen por cesárea solo reciben los gérmenes del medio ambiente y no los del canal de parto.
También se destacó en el estudio que, tanto la lactancia materna exclusiva como la lactancia materna suplementaria se asociaron con un menor desarrollo de alergias.
Influencia de la alimentación materna
El otro estudio fue realizado por Healthy Start en Denver y lo que examinó es si existía una asociación entre la alimentación de la madre durante el embarazo, sus antecedentes de enfermedad alérgica y si el niño desarrolló eczema y/o alergia alimentaria.
Se encontró que, los hijos de madres con poca diversidad dietética y con antecedentes maternos de enfermedad alérgica eran más propensos a desarrollar eczema y/o alergia alimentaria. A su vez que las madres con buena o mala diversidad dietética, pero sin antecedentes personales de enfermedad alérgica el 21% de sus hijos fueron diagnosticados con eczema y/o alergia alimentaria a los 2 años de edad.
El coautor del estudio, el alergólogo David Fleisher dijo: “Las mujeres embarazadas, especialmente las que tienen alergias, deben ser conscientes de que su dieta durante el embarazo puede afectar las posibilidades de su hijo de desarrollar eczema y/o alergias alimentarias”
Por tanto se recomienda que la alimentación de la madre sea los más variada y saludable posible.
Prevención y tratamiento de las alergias alimentarias
Para prevenir la aparición de las alergias alimentarias, se recomienda mantener la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses de vida, y cuando inicie la alimentación complementaria se deberá cumplir con las pautas alimentarias propuestas por su pediatra.
En cuanto al tratamiento nutricional, es a través de la exclusión de la dieta del alimento sospechado, si por ejemplo la alergia es a la proteína de la leche de vaca, la mamá deberá suprimir su consumo mientras amamanta a su bebé y luego también de la alimentación del niño una vez comience con la alimentación complementaria.
María Eugenia Brun, Aleteia
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