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miércoles, 5 de mayo de 2021

Evangelio del día

 

ChristianArt 
 
Juan 15:1-8 Mi Padre es el viñador
 
 

Antiguo trapezóforo (soporte de mesa) romano, siglo I a.C., Soporte de mesa de mármol tallado
© Metropolitan Museum, Nueva York

Jesús dijo a sus discípulos

'Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el viñador.

Todo sarmiento que en mí no da fruto lo corta, y todo sarmiento que da fruto lo poda para que dé más.

Vosotros ya estáis podados, por medio de la palabra que os he dicho. Haced vuestro hogar en mí, como yo hago el mío en vosotros.

Así como el sarmiento no puede dar fruto por sí solo, sino que debe permanecer en la vid, tú tampoco puedes hacerlo si no permaneces en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí, conmigo en él, da fruto en abundancia; porque separados de mí no podéis hacer nada. El que no permanece en mí es como un sarmiento desechado: se seca; esos sarmientos se recogen y se echan al fuego, y se queman.

Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, podréis pedir lo que queráis y lo obtendréis. Para gloria de mi Padre, debéis dar mucho fruto, y entonces seréis mis discípulos".

Comentario

Beato Columba Marmion (1858-1923)
abad
Los medios de « las buenas obras » (Le Christ idéal du prêtre, Maredsous, 1951), trad. sc©evangelizo.org


“Permanezcan en mí, cómo yo permanezco en ustedes” (Jn 15,4)

En cualquier etapa que se encuentra el alma, su trabajo es únicamente un trabajo de cooperación. No está sola ya que Dios trabaja en ella. Es el primer Autor de su progreso.
En los comienzos, cuando el alma está todavía avergonzada de sus vicios y malos hábitos, es necesario que se aplique ella misma con virilidad y ardor a sacar esos obstáculos que se oponen a la unión divina. La cooperación que Dios reclama en este período es particularmente grande y activa y se revela fuertemente a la conciencia. Durante este período Dios otorga gracias sensibles que restablecen y animan. Pero el alma experimenta conflictos, vicisitudes interiores. Cae y se levanta, pena y luego reposa, toma aliento y después reparte.
A medida que el alma avanza, que ceden los obstáculos, su vida interior se hace más homogénea, más regular y unificada. La acción de Dios se hace sentir más poderosa porque es más libre de ejercer y encuentra en el alma menos resistencia, más docilidad. Entonces progresamos rápidamente en la vía de la perfección. (…) Nuestro Señor nos ha dado claramente esta doctrina fundamental: “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer”. (Jn 15,5). (…)
Sería una peligrosa ilusión imaginar que Cristo tomará sobre él todo el trabajo. Pero sería una ilusión igualmente peligrosa creer que podemos realizar algo sin él. Por eso debemos estar convencidos que es por nuestra unión con Jesús que nuestras obras tienen valor. (EDD)

Oración

Dios nuestro, que amas la inocencia y la restituyes
a quien la ha perdido, dirije hacia ti los corazones
de tus hijos, para que vivan siempre a la luz de la
verdad los que han sido librados por ti de las tinie-
blas del error. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.











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