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viernes, 28 de mayo de 2021

Evangelio del día

 

ChristianArt 
 
Marcos 11:11-26 Montaña, levántate y tírate al mar
 
 

Sin título / Montañas, Pintado por Harold Ancart (n. 1980), Pintado en 2016, Óleo y grafito
sobre papel montado en panel © Christie's Nueva York, 27 de septiembre de 2019, lote 311, vendido 218.000 dólares

Después de haber sido aclamado por las multitudes, Jesús entró en Jerusalén y se dirigió al Templo. Miró a su alrededor, pero como ya era tarde, salió a Betania con los Doce.

Al día siguiente, cuando salían de Betania, sintió hambre. Al ver una higuera frondosa a cierta distancia, fue a ver si encontraba algún fruto en ella, pero al acercarse no encontró más que hojas, pues no era la época de los higos. Y se dirigió a la higuera. Que nadie vuelva a comer fruto de ti", le dijo. Y sus discípulos le oyeron decir esto.

Llegaron a Jerusalén y él entró en el Templo y empezó a expulsar a los que vendían y compraban allí; trastornó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas. Tampoco permitía que nadie llevara nada por el Templo. Y les enseñaba y decía: "¿No dice la Escritura: Mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos? Pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones'. Esto llegó a oídos de los jefes de los sacerdotes y de los escribas, y trataron de encontrar la manera de acabar con él; le temían porque la gente se dejaba llevar por su enseñanza. Al caer la tarde, salió de la ciudad.

A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca hasta las raíces. Pedro se acordó. Mira, Rabí -dijo a Jesús-, la higuera que maldijiste se ha secado. Jesús le respondió: "Ten fe en Dios. Os digo solemnemente que si alguno dice a este monte: "Levántate y tírate al mar", sin vacilar en su corazón, sino creyendo que lo que dice va a suceder, le será hecho. Por eso os digo: todo lo que pidáis y recéis, creed que ya lo tenéis, y será vuestro. Y cuando estéis en oración, perdonad lo que tengáis contra alguien, para que vuestro Padre que está en los cielos perdone también vuestras faltas. Pero si no perdonáis, vuestro Padre que está en los cielos tampoco perdonará vuestras faltas".

Comentario

Bulle

San Cirilo de Jerusalén (313-350)
obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia
Catequesis bautismales, nº 5


“Tened fe en Dios”

“Es una gran suerte, dice la Escritura, encontrar a un hombre que tiene fe (Pr 20,6). No te digo esto para incitarte a abrirme tu corazón, sino para que muestres a Dios el candor de tu fe, a ese Dios que escruta los corazones y conoce los pensamientos de los hombres (Sl 7,10; 93,11). Sí, es una gran cosa un hombre que tiene fe; es más rico que todos los ricos. En efecto, el creyente posee todas las riquezas del universo, puesto que las desprecia y las pone debajo de sus pies. Porque, aunque los que son ricos poseen un montón de cosas en el plano material, ¡qué pobres son espiritualmente! Cuanto más tienen, más se consumen por el deseo de lo que les falta. Por el contrario, y está ahí el colmo de la paradoja, el hombre que tiene fe es rico en el seno mismo de la pobreza, porque sabe que no tiene más necesidades que el comer y el vestir; con ello está contento y pone las riquezas bajo sus pies.
Y no es tan sólo nosotros, los que llevamos el nombre de Cristo, que vivimos un proceso de fe. Todos los hombres, incluso los que están alejados de la Iglesia, viven un proceso semejante. Es por una fe en el porvenir que, gente que no se conocen perfectamente, se contratan en matrimonio;  la agricultura se fundamenta sobre la confianza en que los trabajos realizados van a dar fruto; los marineros ponen su confianza en un delicado esquife de madera… También la mayoría de las empresas humanas se basan sobre un proceso de confianza; todo el mundo cree en estos principios.
Pero hoy las Escrituras os llaman a la verdadera fe y os trazan el verdadero camino que complace a Dios. Es esta fe que, en el libro de Daniel, ha cerrado la boca a los leones (Dn 6,23). Es por “el escudo de la fe, por donde se apagarán las flechas incendiarias del malo” (Ef 6,16)… La fe sostiene a los hombres haciéndoles, incluso, caminar sobre el mar (Mt 14,29). Algunos, como el paralítico, han sido salvados por la fe de los demás (Mt 9,2); la fe de las hermanas de Lázaro ha sido tan fuerte que consiguió hacerle salir de la muerte (jn 11)… La fe dada gratuitamente por el Espíritu Santo sobrepasa todas las fuerzas humanas. Gracias a ella se puede decir a esta montaña: “Trasládate a otra parte” y se trasladará (Mt 17,20). (EDD)

Oración

Te pedimos, Señor, tu gracia abundante, para que
nos ayude a seguir el camino de tus mandatos, y así
gocemos de tu consuelo en esta vida y alcancemos la
felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


























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