Evangelio según San Juan 17,20-26.
Jesús levantó los ojos al cielo y oró diciendo: |
"Padre santo, no ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. |
Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. |
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno |
-yo en ellos y tú en mí- para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste. |
Padre, quiero que los que tú me diste estén conmigo donde yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo. |
Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocí, y ellos reconocieron que tú me enviaste. |
Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté en ellos". |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Eusebio de Cesárea (c. 265-340) |
“¡Que sean perfectamente uno!”
En su gran oración sacerdotal, nuestro Salvador pide que estemos con él donde él está y que contemplemos su gloria. Nos ama como lo ama su Padre, y desea darnos todo lo que el Padre le ha dado. La gloria que tiene de su Padre, quiere dárnosla y hacernos a todos uno, de suerte que en adelante no seamos una multitud sino que formemos todos juntos una unidad, reunidos por su divinidad en la gloria del Reino, no por fusión en una sola sustancia, sino en la perfección, cumbre de la virtud. Es lo que proclamó Cristo al decir: “¡Que sean perfectamente uno!” Así, perfectos por la sabiduría, la prudencia, la justicia, la piedad y todas las virtudes de Cristo, seremos unidos a la luz indefectible de la divinidad del Padre, convertidos nosotros mismos en luz por nuestra unión con él, y plenamente hijos de Dios por nuestra participación y comunión con su Hijo único que nos hace partícipes del resplandor de su divinidad. |
De esta manera llegaremos a ser todos uno con el Padre y el Hijo. Pues así como declaró que el Padre y él son uno –“El Padre y yo somos uno” (Jn 10,30)- también pidió que a imitación suya también nosotros participáramos de la misma unidad… No la unidad hipostática que él tiene con el Padre, sino esta otra: como el Padre le ha hecho participar en su gloria, también él mismo comunicará su gloria a los que ama. (EDD) |
Oración
Tu Espíritu, Señor, infunda en nosotros la fuerza de
sus dones, para que nuestros pensamientos te sean
gratos y nuestra voluntad esté siempre sometida a la
tuya. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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