«No muero, entro en la vida»: esta frase de santa Teresa de Lisieux en una de sus últimas cartas expresa la fe que la animó durante su larga y dolorosa enfermedad.
La joven monja carmelita de 24 años, también llamada santa Teresita del Niño Jesús o la santa del “pequeño camino”, padeció durante semanas tuberculosis.
Las palabras de Teresa al final de su vida
Sus dos hermanas, la Madre Inés (Paulina) y la hermana Genoveva (Celina) mientras actuaban como cuidadoras y enfermeras, tomaron nota de todas las palabras de la moribunda, sintiendo que no debían perderse.
En este pequeño extracto de sus últimos encuentros, la fe de la pequeña Teresa aparece en todo su esplendor: sabe que después de su muerte estará aún más cerca de todas las personas que ha conocido y amado:
“El señor abad me dijo: ‘ Tendrás que hacer un gran sacrificio cuando dejes a tus hermanas… ‘Le respondí:’ Pero, Padre, creo que no las dejaré; al contrario, estaré aún más cerca de ellas después de mi muerte».
El relato de sus últimos días revela también su total abandono, en la confianza y el amor, culminando con esta última palabra dicha el día de su muerte, el 30 de septiembre de 1897, mientras mira su crucifijo:
«Dios mío … ¡te amo !».
Enamorada de Dios y heroica, su mensaje está lleno de realismo y alegría.
Marzena Wilkanowicz-Devoud, Aleteia
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