La catequesis de preparación a la Primera Comunión no es una actividad extraescolar más. Para los niños es el descubrimiento del tesoro de la Eucaristía
Comienza un nuevo curso y las familias nos organizamos para que los horarios de pequeños y mayores cuadren, y así poder compatibilizar el tiempo de estudio y trabajo con el tiempo en familia.
Dentro de las actividades de los pequeños de la casa quizás este curso “toque” que alguno empiece la catequesis de preparación de la Primera Comunión.
Un tiempo, más o menos largo según la diócesis, en el que los niños reciben la formación necesaria y adecuada a su edad para acercarse por primera vez a la Eucaristía.
En ese caso, como padres que vivimos una fe coherente y comprometida, deberíamos transmitir a nuestro hijo una serie de ideas:
- La catequesis que va a comenzar no es una actividad extraescolar más. Por lo tanto, hay que darle prioridad sobre las otras actividades. No encajarla en el hueco de la semana que nos quede libre.
- En catequesis es donde le van a enseñar, igual que lo hacemos en casa, a poner a Jesús en primer lugar. El niño va a aprender a tratar a Jesús, a tener un encuentro personal con Él.
- Por tanto, hay que prepararle para la ocasión: llegar puntual a la parroquia, saludar al párroco, al catequista y a los compañeros del grupo, y conseguir que tenga en la cabeza y en el corazón el deseo de saludar en algún momento a Jesús en el Sagrario.
- Además, como padres que queremos dar ejemplo, debemos mostrar ante los niños un verdadero entusiasmo por Jesús. Y contagiarles esa fe que poseemos, que creemos y que vivimos. Nuestros hijos deben notar que Jesús nos llena el corazón y la vida entera.
- De la misma manera que cuando acudimos a la Misa dominical, intentamos asistir toda la familia ataviados y arreglados para la ocasión, cuando vamos a la catequesis también hay que “estar presentable” y dispuesto.
- Como la catequesis tiene lugar, normalmente, en una parroquia, sería deseable que cada niño acuda a la parroquia que le corresponde. Allí ya le conocen: el párroco, los catequistas, las otras familias…Y el niño se siente acogido y a gusto. De esta manera hacemos comunidad.
- Del mismo modo que cualquier otra actividad, la catequesis requiere de un mínimo material para poder realizarse. Igual que si le apuntamos a baloncesto necesitará unas zapatillas de deporte adecuadas, para ir a catequesis precisa de los libros u otros materiales que nos indicarán en la misma parroquia. Debemos enseñar a los niños a tratar con cariño y delicadeza ese material que le va a ayudar a acercarse a Dios.
- Por último, debemos entablar una relación cordial con el catequista de nuestro hijo. Igual que en el colegio tenemos conversación con sus profesores, o con el entrenador de baloncesto de su equipo, por ejemplo.
- Aunque el catequista no es ni profesor ni entrenador, ¡es mucho más! Es la persona en la que depositamos la confianza para que inicie y descubra a nuestro hijo su camino de fe.
En definitiva, los padres somos los responsables primeros de la transmisión de la fe a nuestros hijos. Nuestra familia es nuestra iglesia doméstica. Y la parroquia, la nuestra en particular, pero la Iglesia en general, puede y debe ayudar a las familias a catequizar a sus hijos.
Quizá sea este el nuevo reto al que se enfrentan las parroquias en este momento: otorgar valor y dar un papel a las familias en la misión evangelizadora.
Y para ello es posible que las parroquias deban cambiar el formato de la catequesis, para ayudar a los padres a ser los primeros catequistas de sus hijos. Para conseguirlo nada mejor y más adecuado que comenzar una catequesis familiar.
Merche Crespo, Aleteia
Vea también Directorio General para la catequesis: el mensaje evangélico
No hay comentarios:
Publicar un comentario