Evangelio según San Lucas 3,15-16.21-22.
Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, |
él tomó la palabra y les dijo: "Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. |
Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo |
y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección". |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
San Gregorio Nacianceno (330-390) |
«Se abrió el cielo»
Cristo se revela, dejémonos iluminar con él; Cristo se hace bautizar, descendamos al mismo tiempo que él, para ascender con él. (...) Juan está bautizando, y Cristo se acerca; tal vez para santificar al mismo tiempo a aquel por quien va a ser bautizado, y sin duda para sepultar en las aguas a todo el viejo Adán. Santificando el Jordán antes de nosotros y por nuestra causa; y de la misma manera que él mismo era espíritu y carne, para iniciarnos mediante el Espíritu y el agua... Jesús por su parte asciende también de las aguas. En efecto, lleva con él al mundo y le hace subir con él. «Ve como se rasgan los cielos y se abren» (Mc 1,10) que Adán había hecho que se cerraran para sí y para su posteridad, del mismo modo que se había cerrado el paraíso con la espada de fuego. |
También el Espíritu Santo da testimonio de la divinidad, acudiendo, por cierto, a favor de quien es su semejante; y la voz desciende del cielo, pues se encontraba allí precisamente Aquel de quien se había dado testimonio; del mismo modo que la paloma, aparecida en forma visible, honra su cuerpo, ya que por deificación era también Dios. Así también, muchos siglos antes, la paloma había anunciado el fin del diluvio (Gn 8,11). (...) |
Honremos hoy, por nuestra parte, el bautismo de Cristo, y celebremos con toda honestidad su fiesta. (...) Ojalá que estéis ya purificados, y os purifiquéis de nuevo. Nada hay que agrade tanto a Dios como el arrepentimiento y la salvación del hombre, en cuyo beneficio se han pronunciado todas las palabras y revelado todos los misterios. Sed «como fuentes de luz en el mundo» (Flp 2,15), para que os convirtáis en una fuerza vivificadora para todos los hombres. Sed como lumbreras perfectas que secundan la gran Luz, sed iniciados a l vida de la luz que está en los cielos; sed iluminados con más pureza y claridad por la Trinidad. |
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