Es difícil imaginar que una prenda de ropa puede llevar a descubrir la vocación sacerdotal, pero Dios de todo se vale.
Conoce la curiosa historia del padre Luis Zúñiga
¿Te imaginas que una chamarra te ayude a discernir tu vocación? Esta es la historia del padre Luis Zúñiga Chávez de la Arquidiócesis de Guadalajara, un sacerdote mexicano que encontró el llamado de Dios a través de un simple comentario que recibió en la adolescencia, por parte de su exnovia.
El padre Luis creció en un pueblo llamado San Andrés Ixtlán, Jalisco, hace más de 66 años. Este año cumplió 36 años de ser sacerdote y está feliz de poder ser un Cristo en el mundo; por ello, cuenta para Aleteia cómo fue su "simpática" historia de conversión.
Todo fue por la razón de una chamarra
Cuando era pequeño, durante la Misa observaba al sacerdote y lo veía con una concepción muy angelical, no entendía de dónde podía salir tal persona que inspirará el amor a los que escuchaban la Palabra de Dios.
Esa curiosidad fue lo que le llevó a participar en la Eucaristía, y aunque en ese momento no se sentía inclinado por ser sacerdote, Dios le invitaba a conocer más sobre la celebración de la Misa.
Fue hasta los 18 años, cuando pensaba casarse con su novia, que todo cambió:
"En los pueblos, a esa edad, ya anda uno pensando en matrimonio. Yo tenía mi novia y mi ilusión era formar una familia, tener un matrimonio. Pero, en una ocasión, un hermano de mi padre, que vivía en Estados Unidos, vino a visitarnos al pueblo y nos trajo ropa. A mí de esa ropa, me tocó una chamarra".
Esa misma semana, en domingo, decidió usar por primera vez su nueva prenda de ropa, ya que uno "se ponía guapo para ir a la plaza", que es el lugar en donde se encuentran los enamorados del pueblo.
"Cuando yo me acerqué con la novia, para empezar a dar vuelta con ella, le extrañó mucho la chamarra, porque nunca me la había visto. (La) primera expresión que me dijo fue '¿De dónde sacaste esa chamarra? ¿Sabes que con eso pareces sacerdote?'"
Desde ese momento, él empezó a sentir una inquietud y se preguntaba: "¿por qué me dice que parezco sacerdote?" Se paseó con la novia repitiendo esa pregunta internamente.
El inicio de un llamado vocacional
A los días, un diácono se acercó a él y le preguntó si no le gustaría discernir su vocación como sacerdote y le presentó la opción de ir al pre seminario. El joven Luis contestó que sí por lo que había pasado recientemente con la chamarra.
No le pudo decir la verdad a su novia -de que se iba a vivir esta experiencia de discernimiento- y le comentó que iba a realizar un pendiente fuera del pueblo toda una semana. Pero cuando vio que los formadores creían que sí tenía vocación sacerdotal, regresó a su hogar y le dijo la verdad.
Terminaron. La chica decidió esperarlo un tiempo a petición de él, por si volvía, pero al paso de un año, el joven Luis tomó una decisión definitiva.
Treinta y seis años después vive con una inmensa alegría la gracia de ser sacerdote.
Su gran amor a la Eucaristía
Desde niño, el padre Luis quedó impresionado por Jesús Eucaristía. Él menciona que es ahora uno de sus más grandes regalos.
"Yo creo que la celebración de la Misa es el culmen de nuestro ministerio. Todo lo demás nos satisface, nos llena, pero, de hecho, yo creo que donde nos nutrimos espiritualmente para hacer lo demás es en la Eucaristía".
Sin dudarlo, Dios llama a la vocación sacerdotal de distintas formas; y como en este caso, a veces ocurre de maneras muy inesperadas. Pero siempre es un llamado lleno de alegría y amor.
Rodríguez, Aleteia
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