Libro de Ezequiel 2,8-10.3,1-4.
Y tú, hijo de hombre, escucha lo que te voy a decir; no seas rebelde como ese pueblo rebelde: abre tu boca y come lo que te daré. |
Yo miré y vi una mano extendida hacia mí, y en ella había un libro enrollado. |
Lo desplegó delante de mí, y estaba escrito de los dos lados; en él había cantos fúnebres, gemidos y lamentos. |
El me dijo: Hijo de hombre, come lo que tienes delante: como este rollo, y ve a hablar a los israelitas. |
Yo abrí mi boca y él me hizo comer ese rollo. |
Después me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre y llena tus entrañas con este libro que yo te doy. Yo lo comí y era en mi boca dulce como la miel. |
El me dijo: Hijo de hombre, dirígete a los israelitas y comunícales mis palabras. |
Salmo 119(118),14.24.72.103.
Me alegro de cumplir tus prescripciones, |
más que de todas las riquezas. |
Porque tus prescripciones son todo mi deleite, |
y tus preceptos, mis consejeros. |
Para mí vale más la ley de tus labios |
que todo el oro y la plata. |
¡Qué dulce es tu palabra para mi boca, |
es más dulce que la miel! |
Tus prescripciones son mi herencia para siempre, |
porque alegran mi corazón. |
Abro mi boca y aspiro hondamente, |
porque anhelo tus mandamientos. |
Evangelio según San Mateo 18,1-5.10.12-14.
En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?". |
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos |
y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. |
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos. |
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo. |
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial." |
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió? |
Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron. |
De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños." |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
San Juan Pablo II (1920-2005) |
“Y creó Dios a los hombres a su imagen;....varón y hembra los creó.” (Gn 1,27)
Según sus designios eternos, Dios creó al hombre y a la mujer según su imagen. La Escritura dice: “a la imagen de Dios los creó”. Es, pues, importante entender en el libro del Génesis esta gran verdad: la imagen de si mismo que Dios colocó en el hombre pasa por la diversidad de los sexos. El hombre y la mujer que se unen en matrimonio reflejan la imagen de Dios y son, de alguna manera, la revelación de su amor. No únicamente del amor que Dios tiene por el ser humano, sino también de la misteriosa comunión que caracteriza la vida íntima de las tres personas divinas. |
Además, el mismo acto de procreación es una imagen de Dios que convierte la familia en un santuario de la vida. El apóstol Pablo dice que toda paternidad en la tierra viene de Dios (Ef 3,15). Dios es la fuente original de la vida. Así se puede afirmar que la genealogía de toda persona ahonda sus raíces en la eternidad. Engendrando a un hijo, los padres actúan como colaboradores de Dios. ¡Que misión tan sublime! Por esto, no es nada extraño que Jesús haya querido elevar el matrimonio a la dignidad de sacramento, y que San Pablo hable del matrimonio como de un “gran misterio”, refiriéndolo a la relación de Cristo con su Iglesia (cf Ef 5,32). (EDD) |
Oración
«Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría (Santa Teresa del Niño Jesús, Manuscrit C, 25r: Manuscrists autohiographiques [Paris 1992] p. 389-390).
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