Invitamos a los matrimonios y a personas interesadas en una familia feliz, a leer y asimilar pasajes de la Exhortación pontifical 'Amoris laetitia' del Papa Francisco.
Capítulo
cuarto
EL AMOR EN EL MATRIMONIO
89.
Todo lo dicho no basta para manifestar el evangelio del matrimonio y de la
familia si no nos detenemos especialmente a hablar de amor. Porque no podremos
alentar un camino de fidelidad y de entrega recíproca si no estimulamos el
crecimiento, la consolidación y la profundización del amor conyugal y familiar.
En efecto, la gracia del sacramento del matrimonio está destinada ante todo «a
perfeccionar el amor de los cónyuges»[104]. También aquí se aplica que, «podría tener
fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada. Podría repartir en
limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada
me sirve» (1 Co 13,2-3). Pero la palabra «amor», una de las más
utilizadas, aparece muchas veces desfigurada[105].
90.
En el así llamado himno de la caridad escrito por san Pablo, vemos algunas
características del amor verdadero:
«El
amor es paciente,
es servicial;
el amor no tiene envidia,
no hace alarde,
no es arrogante,
no obra con dureza,
no busca su propio interés,
no se irrita,
no lleva cuentas del mal,
no se alegra de la injusticia,
sino que goza con la verdad.
Todo lo disculpa,
todo lo cree,
todo lo espera,
todo lo soporta» (1 Co 13,4-7).
Esto
se vive y se cultiva en medio de la vida que comparten todos los días los
esposos, entre sí y con sus hijos. Por eso es valioso detenerse a precisar el
sentido de las expresiones de este texto, para intentar una aplicación a la
existencia concreta de cada familia.
De la Exhortación ‘Sobre el Amor en la Familia’ (Capítulo IV: El Amor en la
Familia)
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