Invitamos a los matrimonios y a personas interesadas en una familia feliz, a leer y asimilar pasajes de la Exhortación pontifical 'Amoris laetitia' del Papa Francisco.
El Transmisión de la vida y educación de los hijos: Negar la vida...
82.
Los Padres sinodales han mencionado que «no es difícil constatar
que se está difundiendo una mentalidad que reduce la generación de la vida a
una variable de los proyectos individuales o de los cónyuges»[90]. La enseñanza de la Iglesia «ayuda a vivir
de manera armoniosa y consciente la comunión entre los cónyuges, en todas sus
dimensiones, junto a la responsabilidad generativa. Es preciso redescubrir el
mensaje de la Encíclica Humanae vitae de Pablo VI, que hace hincapié en la
necesidad de respetar la dignidad de la persona en la valoración moral de los
métodos de regulación de la natalidad [...] La opción de la adopción y de la
acogida expresa una fecundidad particular de la experiencia conyugal»[91]. Con particular gratitud, la Iglesia
«sostiene a las familias que acogen, educan y rodean con su afecto a los hijos
diversamente hábiles»[92].
83.
En este contexto, no puedo dejar de decir que, si la familia es el santuario de
la vida, el lugar donde la vida es engendrada y cuidada, constituye una
contradicción lacerante que se convierta en el lugar donde la vida es negada y
destrozada. Es tan grande el valor de una vida humana, y es tan inalienable el
derecho a la vida del niño inocente que crece en el seno de su madre, que de
ningún modo se puede plantear como un derecho sobre el propio cuerpo la
posibilidad de tomar decisiones con respecto a esa vida, que es un fin en sí
misma y que nunca puede ser un objeto de dominio de otro ser humano. La familia
protege la vida en todas sus etapas y también en su ocaso. Por eso, «a quienes
trabajan en las estructuras sanitarias se les recuerda la obligación moral de
la objeción de conciencia. Del mismo modo, la Iglesia no sólo siente la
urgencia de afirmar el derecho a la muerte natural, evitando el ensañamiento
terapéutico y la eutanasia», sino también «rechaza con firmeza la pena de
muerte»[93].
De la Exhortación ‘Sobre el Amor en la Familia’ (Capítulo III: Vocación de
la Familia)
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