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martes, 20 de agosto de 2024

Evangelio del día

 


Deuteronomio 32,26-27ab.27cd-28.30.35cd-36ab.

Yo me propuse reducirlos a polvo
y borrar su recuerdo de entre los hombres,
pero temí que sus enemigos se jactaran,
que cayeran en el error y dijeran:
"Nuestra mano ha prevalecido,
no es el Señor el que hizo todo esto".
Porque esa gente ha perdido el juicio
y carece de inteligencia.
¿Cómo podría uno solo desbandar a mil
y dos, poner en fuga a diez mil,
si su Roca no los hubiera vendido
y el Señor no los hubiera entregado?
porque está cerca el día de su ruina
y ya se precipita el desenlace.
Sí, el Señor hará justicia con su pueblo
y tendrá compasión de sus servidores.


Evangelio según San Mateo 19,23-30.

Jesús dijo entonces a sus discípulos: "Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos.
Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos".
Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?".
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible".
Pedro, tomando la palabra, dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna.
Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

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Bulle

Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
El Diálogo, La Providencia de la Misericordia (Le dialogue II, La Providence de la Miséricorde, Téqui, 1976), trad. sc©evangelizo.org


¿Bienes temporales o riqueza eterna?

[Santa Catalina escuchó a Dios decir:] ¡Qué pena queridísima hija! ¡Mira que vergüenza para esos hombres, tan miserablemente ávidos de los bienes mundanos, que ni siquiera siguen las indicaciones de la luz natural para adquirir el Bien supremo y eterno! Ni siquiera realizan lo que realizaron esos filósofos por amor a la ciencia, cuando comprendieron que las riquezas eran un obstáculo para ellos y se despojaron de ellas. En cambio, estos otros hombres quieren hacerse un dios con sus riquezas, ni más ni menos. Sienten más dolor por la pérdida de esos bienes temporales, que por perderme a mí, el Bien supremo, la riqueza eterna. Mirando de cerca, descubrirás que en ese deseo desordenado, en esta voluntad desreglada de devenir rico, está la fuente de todos los males.
Así les dijo mi Verdad: “Es más difícil que un rico entre en la vida eterna, que un camello pase por el ojo de una aguja” (Mc 10,25). Estos son los que con miserable afecto desordenado ambicionan la riqueza, buscando poseer el mundo entero. No pueden pasar por la puerta, porque es estrecha y baja. Por esto, si no arrojan su carga al suelo, no pierden su afecto a las cosas del mundo y no desciendan la cabeza por humildad, no podrán pasar. No tienen otra puerta que los conduzca a la vida sino ésta. Tienen, sí, una puerta grande que los lleva a la eterna condenación y, como ciegos, no parecen ver la ruina a la que se encaminan. (EDD)

Oración por y para la justicia 

Porque el Señor ama la justicia y no abandona a quienes le son fieles. El Señor los protegerá para siempre, pero acabara con la descendencia de los malvados. Salmo 37:28 El Señor ama la justicia y el derecho; llena esta la tierra de su amor. Salmo 33:25 

Padre nuestro, tu eres Dios de amor y Dios de justicia. Sabemos que sin justicia no hay desarrollo. Sin justicia no hay seguridad ciudadana. Sin justicia no hay paz. Sin justicia no hay institucionalidad.  Por eso te pedimos en este día que derrames bendiciones infinitas y que ilumines el corazón y la mente de quienes administramos justicia para que la rectitud, la honradez y el amor a la verdad guíen nuestras actuaciones, para que logremos paz social, enfrentemos la violencia y venzamos la impunidad, la corrupción, el crimen organizado y el narcotráfico.  Te lo pedimos en el nombre de tu hijo Jesús, aquel que sin haber pecado nunca, entrego su vida por nuestra redención.  

(kath.net)






















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