Invitamos a los matrimonios y a personas interesadas en una familia feliz, a leer y asimilar pasajes de la Exhortación pontifical 'Amoris laetitia' del Papa Francisco.
Desprendimiento
101. Hemos dicho muchas veces que para amar a los demás
primero hay que amarse a sí mismo. (El Papa sigue
comentando 1 Co 13,4-7).Sin embargo, este himno al amor afirma que el
amor «no busca su propio interés», o «no busca lo que
es de él». También se usa esta expresión en otro texto: «No os encerréis en
vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás» (Flp 2,4).
Ante una afirmación tan clara de las Escrituras, hay que evitar darle prioridad
al amor a sí mismo como si fuera más noble que el don de sí a los demás. Una
cierta prioridad del amor a sí mismo sólo puede entenderse como una condición
psicológica, en cuanto quien es incapaz de amarse a sí mismo encuentra
dificultades para amar a los demás: «El que es tacaño consigo mismo, ¿con quién
será generoso? [...] Nadie peor que el avaro consigo mismo» (Si 14,5-6).
102. Pero el mismo santo Tomás de Aquino ha explicado que
«pertenece más a la caridad querer amar que querer ser amado»[110] y que, de hecho, «las madres, que son
las que más aman, buscan más amar que ser amadas»[111]. Por eso, el amor puede ir más allá de la
justicia y desbordarse gratis, «sin esperar nada a cambio» (Lc 6,35),
hasta llegar al amor más grande, que es «dar la vida» por los demás (Jn 15,13).
¿Todavía es posible este desprendimiento que permite dar gratis y dar hasta el
fin? Seguramente es posible, porque es lo que pide el Evangelio: «Lo que habéis
recibido gratis, dadlo gratis» (Mt 10,8).
De la Exhortación ‘Sobre el Amor en la Familia’ (Capítulo IV: Vocación de
la Familia)
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