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lunes, 16 de septiembre de 2024

¿Le quita el cristianismo la diversión a la vida?

A veces el cristianismo puede parecer un gran aguafiestas, que con su negatividad nos quita la diversión y nos impide vivir la vida en plenitud

Mucha gente ve al cristianismo como un aguafiestas que arruina la vida y la diversión de todo el mundo con su constante negatividad. Esto lleva a suponer que a los cristianos se les impide de algún modo vivir una vida plena y que el cristianismo lo empeora todo.

Ya sea en el matrimonio o en la vida de soltero, el cristianismo le quita toda la "diversión" a la vida.

Vivir la vida bella

San Francisco de Sales argumenta en contra de esta imagen en su Introducción a la vida devota, y cree que el cristianismo conduce a una mayor plenitud y alegría:

"La devoción verdadera no obstaculiza nada, sino que, por el contrario, lo perfecciona todo; y la que va en contra de la vocación legítima de alguien es, puedes estar seguro, una devoción espuria".

A continuación hace una analogía comparando una vida devota con la acción de las abejas:

"Aristóteles dice que la abeja chupa la miel de las flores sin dañarlas, dejándolas tan enteras y frescas como las encontró; pero la verdadera devoción lo hace aún mejor, pues no solo no obstaculiza ningún tipo de vocación o deber, sino que, por el contrario, lo adorna y embellece todo. Echa piedras preciosas en miel, y cada una crecerá más brillante según su color".

Es mejor vivir unidos a Dios

Esto significa que todo lo que hacemos en la vida es aún mejor cuando estamos unidos a Dios:

"Todo el mundo cumple mejor su vocación especial cuando está sujeto a la influencia de la devoción: los deberes familiares son más ligeros, el amor conyugal más verdadero, el servicio a nuestro Rey más fiel, toda clase de ocupación más aceptable y mejor realizada cuando ésta es la guía".

Los santos vuelven a ser grandes ejemplos para nosotros, pues nos muestran cómo vivir cerca de Dios conduce a una vida hermosa, llena de alegría, felicidad y plenitud.

Los cristianos pueden no ser capaces de hacer todo lo que quieran, pero son capaces de hacer lo que es correcto, lo que conduce a una libertad aún mayor que no está lastrada por la esclavitud al pecado.

Philip Kosloski, Aleteia

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