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viernes, 15 de noviembre de 2024

El Evangelio del día


El Diluvio

Epístola II de San Juan 1,4-9.

Señora elegida: Me he alegrado muchísimo al encontrar a algunos hijos tuyos que viven en la verdad, según el mandamiento que hemos recibido del Padre.
Y ahora te ruego: amémonos los unos a los otros. Con lo cual no te comunico un nuevo mandamiento, sino que el que tenemos desde el principio.
El amor consiste en vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios. Y el mandamiento que ustedes han aprendido desde el principio es que vivan en el amor.
Porque han invadido el mundo muchos seductores que no confiesan a Jesucristo manifestado en la carne. ¡Ellos son el Seductor y el Anticristo!
Ustedes estén alerta para no perder el fruto de sus trabajos, de manera que puedan recibir una perfecta retribución.
Todo el que se aventura más allá de la doctrina de Cristo y no permanece en ella, no está unido a Dios. En cambio, el que permanece en su doctrina está unido al Padre y también al Hijo.


Salmo 119(118),1.2.10.11.17.18.

Felices los que van por un camino intachable,
los que siguen la ley del Señor,

Felices los que cumplen sus prescripciones
y lo buscan de todo corazón,

Yo te busco de todo corazón:
no permitas que me aparte de tus mandamientos.

Conservo tu palabra en mi corazón,
para no pecar contra ti.

Sé bueno con tu servidor,
para que yo viva y pueda cumplir tu palabra.

Abre mis ojos,
para que contemple las maravillas de tu ley.


Evangelio según San Lucas 17,26-37.

Jesús dijo a sus discípulos:
"En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempos de Noé.
La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos.
Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía.
Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos.
Lo mismo sucederá el Día en que se manifieste el Hijo del hombre.
En ese Día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás.
Acuérdense de la mujer de Lot.
El que trate de salvar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará.
Les aseguro que en esa noche, de dos hombres que estén comiendo juntos, uno será llevado y el otro dejado;
de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada".
Entonces le preguntaron: «¿Dónde sucederá esto, Señor?»
Jesús les respondió: "Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres".


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Bulle

San Romano el Melódico (?-c. 560)
compositor de himnos
Himno de Noé


Dios espera el tiempo de nuestra conversión

    Cuando contemplo la amenaza sobre los culpables en tiempo de Noé, tiemblo, yo que también soy culpable de abominables pecados... A los hombres de entonces, el Creador los advirtió de la amenaza, porque esperaba el tiempo de su conversión. También para nosotros llegará la hora final, desconocida por nosotros e incluso por los ángeles (Mt 24,36). En este día, Cristo, el Señor desde todos los siglos, vendrá cabalgando sobre las nubes para juzgar a la tierra, tal como lo vio Daniel (7,13). Antes de que esta hora última no caiga sobre nosotros, supliquemos a Cristo clamándole: «Por el amor que tú nos tienes, salva a todos los hombres de la cólera, Redentor del universo»...
El Amigo de los hombres, viendo la maldad que reinaba en aquel entonces, dijo a Noé: ««He decidido acabar con toda carne (Gn 6,13), porque la tierra está llena de violencias por culpa de ellos. Tú eres el único justo que he visto en esta generación (Gn 7,1)... Hazte un arca de maderas resinosas...; como una matriz llevará las simientes de las especies futuras. La harás como una casa, a imagen de la Iglesia... En elle te cobijaré, a ti que con tanta fe me gritas: 'Por el amor que me tienes salva a todos los hombres de la cólera, Redentor del universo'.»
El elegido llevó a cabo su obra, inteligentemente..., y gritaba con fe a los hombres sin fe: «¡Daos prisa, salid de vuestro pecado, rechazad toda maldad, arrepentíos! Lavad con lágrimas la suciedad de vuestras almas, y a través de la fe, conciliaos con el poder de nuestro Dios...» Pero estos hijos de rebeldía no se convirtieron. Añadieron a su perversidad, su endurecimiento de corazón. Desde entonces Noé impetro a Dios con lágrimas: «En otro tiempo me hiciste salir del seno de mi madre; ¡sálvame ahora en esta arca caritativa! Porque voy a encerrarme en esta especie de tumba, pero cuando me llamarás, ¡saldré de ella por tu poder! Desde ahora voy a prefigurar en ella la resurrección de todos los hombres, cuando salvarás a tus justos del fuego, tal como me salvarás de las olas del mal arrancándome de en medio de los impíos, a mi que con fe te grito a ti, Juez compasivo: 'Por el amor que nos tienes, salva a todos los hombres de la cólera, Redentor del universo.'»   (EDD)

Reflexión sobre el cuadro

La lectura del Evangelio de hoy nos recuerda que no debemos estar
tan absortos en las rutinas diarias de la vida que pasemos por alto lo
que de verdad importa. Jesús habla de personas que comen y beben,
compran y venden, plantan y construyen, se casan y se dan en
matrimonio. Se trata de actividades esenciales, los pilares de nuestras
 vidas. Pero hay una realidad más profunda que va más allá de estas
tareas cotidianas: lo que Jesús llama el día en que se manifestará el Hijo
del hombre.

 

Para ilustrar esto, Jesús se refiere a la época de Noé, cuando la gente
vivía como siempre, sin darse cuenta del diluvio inminente hasta que lo
tuvieron encima. La gente de la época de Noé estaba totalmente absorta
en sus quehaceres cotidianos, sin darse cuenta de que algo mucho mayor estaba a punto de suceder. Jesús nos advierte de que no cometamos el
mismo error. El Hijo del Hombre se revela no sólo al final de los tiempos
o de nuestras vidas, sino también aquí y ahora, en medio de nuestras
rutinas diarias. Dios nos llama a través de estas actividades, invitándonos
a buscarle de todo corazón.

 

El diluvio", de John Martin, pintado en 1826, capta el dramático momento de la inundación, mostrando una amplia escena de destrucción y gente aterrorizada mientras las aguas crecen alrededor del arca. La obra de Martin transmite tanto las vidas ordinarias arrasadas por el diluvio como la enormidad del juicio de Dios, en consonancia con la advertencia de Jesús en el pasaje del Evangelio sobre estar preparados y atentos a lo que está más allá de la vida cotidiana.

by Padre Patrick van der Vorst




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