Hoy celebramos la memoria de santa Cecilia, Virgen y Mártir
Apocalipsis 10,8-11.
Y la voz que había oído desde el cielo me habló nuevamente, diciéndome: "Ve a tomar el pequeño libro que tiene abierto en la mano el Angel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra". |
Yo corrí hacia el Angel y le rogué que me diera el pequeño libro, y él me respondió: "Toma y cómelo; será amargo para tu estómago, pero en tu boca será dulce como la miel". |
Yo tomé el pequeño libro de la mano del Angel y lo comí: en mi boca era dulce como la miel, pero cuando terminé de comerlo, se volvió amargo en mi estómago. |
Entonces se me dijo: "Es necesario que profetices nuevamente acerca de una multitud de pueblos, de naciones, de lenguas y de reyes". |
Salmo 119(118),14.24.72.103.
Me alegro de cumplir tus prescripciones, |
más que de todas las riquezas. |
Porque tus prescripciones son todo mi deleite, |
y tus preceptos, mis consejeros. |
Para mí vale más la ley de tus labios |
que todo el oro y la plata. |
¡Qué dulce es tu palabra para mi boca, |
es más dulce que la miel! |
Tus prescripciones son mi herencia para siempre, |
porque alegran mi corazón. |
Abro mi boca y aspiro hondamente, |
porque anhelo tus mandamientos. |
Evangelio según San Lucas 19,45-48.
Jesús al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores, |
diciéndoles: "Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones". |
Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo. |
Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras. |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Misal Romano |
“Mi casa es casa de oración” (Is 56,7)
En verdad es justo y necesario, |
es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, |
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. |
Porque te has dignado habitar en toda casa consagrada a la oración, |
para hacer de nosotros, con la ayuda constante de tu gracia, |
templos del Espíritu Santo (1Co 3,16), |
resplandecientes por la santidad de vida. |
Con tu acción constante, Señor, |
santificas a la Iglesia, esposa de Cristo, |
simbolizada en edificios visibles, |
para que así, |
como madre gozosa por la multitud de sus hijos, |
pueda ser presentada en la gloria de tu Reino. |
Por eso con los ángeles y todos los santos cantamos sin cesar |
el himno de tu gloria:¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! |
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