Cuando un hijo presenta su pareja a sus padres, no es raro que se sorprendan por tal o cual característica, agradable... ¡o no! Una de las razones por las que la relación entre suegros y yerno o nuera es compleja es que la familia se apresura a compartir momentos íntimos (Navidad, cumpleaños, bautizo de un nieto, etc.) sin haber tenido necesariamente tiempo de construir la relación con el recién llegado. He aquí algunos consejos para que el yerno o nuera se sienta bienvenido.
1Aceptar cambiar de hábitos
El obispo de Milán recomendó a san Agustín quien decía: "En Roma, sé romano". En algunas familias, este adagio puede ser una camisa de fuerza. Sin renegar de nosotros mismos, podemos ser considerados para facilitar la integración y el bienestar del recién llegado. Prestando atención a sus gustos culinarios y aceptando también cambiar de hábitos.
Adaptarse también significa adaptarse a temperamentos diferentes. Por ejemplo, cuando una nuera se desgañita en la mesa y expresa la sensación de que "pierde el tiempo", probablemente está pidiendo ser más activa. Por qué no preguntarle: "¿Qué sería importante para ti el fin de semana?" o "¿Qué te gustaría hacer?" ¡Conviértela en la organizadora que hará que toda la familia (¡o no!) participe en una nueva actividad!
2ser curiosos
Para los padres de Léonard, el enamoramiento de su hijo por Aminata era un misterio. El anuncio del compromiso fue incluso objeto de una citación en un despacho para una acalorada discusión padre-hijo: "¡Esa chica no es para ti!". Sin embargo, 25 años después, reconocen que su nuera hace feliz a su hijo, que ha educado bien a sus nietos y que tiene sentido de la familia.
Cuando has educado a un hijo lo mejor que has podido, puedes confiar en la educación que le has transmitido. Si al llegar a adulto está enamorado de una persona es, sin duda, porque reconoce cualidades afines que nosotros aún no hemos descubierto. ¡Seamos perseverantes y curiosos!
3ser humildes
"¡Verdad dentro de los Pirineos, error más allá!" La llegada de un yerno o una nuera puede producir lo mismo que la adolescencia: el adolescente cuestiona tanto la forma de ser y los valores de sus padres que, irremediablemente, los padres terminan por examinarse y cuestionar sus valores. Esto también puede suceder cuando la familia se extiende.
Por ejemplo, Marion -que procede de una familia muy positiva, donde le llueven los cumplidos- se topó una suegra que creció de un modo muy distinto. A partir de esta diferencia, la suegra reconoció que se sentía muy interpelada por su benevolencia: "Creo que he sido demasiado crítica, demasiado dura, con mis hijos... ¡y en la vida en general!", expresó.
Una oportunidad para cambiar de perspectiva y ponerse en marcha. Otra vez: porque nunca terminamos de crecer.
Karine Triot, aleteia
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