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viernes, 26 de diciembre de 2025

Evangelio del día - Fiesta de San Esteban Mártir


Libro de los Hechos de los Apóstoles
 6,8-10.7,54-59.

Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y signos en el pueblo.
Algunos miembros de la sinagoga llamada "de los Libertos", como también otros, originarios de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia, se presentaron para discutir con él.
Pero como no encontraban argumentos, frente a la sabiduría y al espíritu que se manifestaba en su palabra,
Al oír esto, se enfurecieron y rechinaban los dientes contra él.
Esteban, lleno del Espíritu Santo y con los ojos fijos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios.
Entonces exclamó: "Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios".
Ellos comenzaron a vociferar y, tapándose los oídos, se precipitaron sobre él como un solo hombre;
y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo apedrearon. Los testigos se quitaron los mantos, confiándolos a un joven llamado Saulo.
Mientras lo apedreaban, Esteban oraba, diciendo: "Señor Jesús, recibe mi espíritu".


Salmo 31(30),3cd-4.6.8ab.16bc.17.

Señor, yo pongo mi vida en tus manos.

Sé para mí una roca protectora,
un baluarte donde me encuentre a salvo,
porque tú eres mi Roca y mi baluarte:
por tu Nombre, guíame y condúceme.

Yo pongo mi vida en tus manos:
tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
¡Tu amor será mi gozo y mi alegría!
Cuando tú viste mi aflicción

Líbrame del poder de mis enemigos
y de aquellos que me persiguen.
Que brille tu rostro sobre tu servidor,
sálvame por tu misericordia.


Evangelio según San Mateo 10,17-22.

Jesús dijo a sus apóstoles:
Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas.
A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos.
Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento,
porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.
El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir.
Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

Santa Teresa Benedicta de la Cruz
Edith Stein, (1891-1942), carmelita descalza, mártir, copatrona de Europa
Meditación para el 6 de enero 1941


«Heme aquí, vengo a hacer tu voluntad» (Heb 10,7)

Nos arrodillamos una vez más ante el pesebre... Muy cerca del Salvador recién nacido, encontramos a San Estebán. ¿Qué es lo que le ha valido este lugar de honor a aquel que ha sido el primero en dar testimonio del Crucificado con su sangre? Con su ardor juvenil ha llevado a cabo eso que el Señor ha declarado al entrar en el mundo: «Me has dado un cuerpo. Heme aquí, vengo a hacer tu voluntad» (Heb 10,5-7). Ha practicado la perfecta obediencia que hunde sus raíces en el amor y se exterioriza en el amor. Ha seguido los pasos del Señor en lo que, según la naturaleza, es, posiblemente, lo más difícil para el corazón humano, tanto que llega a parecer imposible: igual que el Salvador, ha observado el mandamiento del amor a los enemigos. El Niño en el pesebre, que ha venido para hacer la voluntad dl Padre hasta a muerte en cruz (Flp 2,8), en espíritu ve delante de él a todos los que le seguirán por este camino. Ama a este joven al que esperará para colocarlo, un día,  el primero cerca de su Padre, con una palma en la mano. Su pequeña mano nos le señala ya como modelo, como si nos dijera: «Mirad el oro que espero de vosotros». (EDD)

Reflexión sobre el tapiz

Siempre me ha parecido un poco extraño que, al día siguiente de celebrar el nacimiento apacible de Jesús, conmemoremos la muerte violenta del primer mártir cristiano, Esteban. El contraste parece enorme: la paz y la alegría de Belén junto a la tragedia del apedreamiento de Esteban. Sin embargo, esta tensión se disipa cuando reflexionamos sobre el significado más profundo de la Navidad. El niño del pesebre es el mismo Hijo del Hombre que un día daría su vida para que la humanidad tuviera vida en abundancia. La madera del establo presagia la madera de la cruz; los brazos de María que acunaron a su Hijo recién nacido lo sostendrían de nuevo un día cuando lo bajasen del Calvario. Algunos artistas incluso han representado la escena de la Natividad con vigas en forma de cruces, un silencioso recordatorio visual de que la cuna y la cruz están talladas en la misma madera del amor.

Esteban encarna esta verdad. Es el primer mártir, el primero en dar su vida por Cristo, tal como Cristo dio su vida por todos. La primera lectura nos muestra cómo murió, al igual que Jesús: rezando por sus enemigos, perdonando a quienes le hicieron daño y encomendando su espíritu al Señor, tal como Jesús se encomendó a las manos del Padre. La Navidad proclama que Jesús nació, vivió, murió y resucitó para que el miedo a la muerte perdiera su poder sobre nosotros. El nacimiento de Jesús hizo posible el nacimiento de Esteban en la gloria y nos permite ver nuestra propia mortalidad a través del prisma de la esperanza.

Nuestro tapiz forma parte de una serie de tapices diseñados por Rafael. Los cartones de Rafael se encuentran entre los mayores logros del Alto Renacimiento. Encargados en 1515-1516 por el papa León X, fueron diseñados como dibujos preparatorios a escala real para un magnífico conjunto de tapices que adornarían las paredes inferiores de la Capilla Sixtina durante las fiestas importantes. Se pidió a Rafael que representara acontecimientos clave de los Hechos de los Apóstoles, centrándose especialmente en las vidas de San Pedro y San Pablo, afirmando así visualmente los fundamentos apostólicos de la Iglesia y la autoridad del papado. Estos cartones se enviaron luego a Bruselas, al taller del famoso tejedor Pieter van Aelst, donde se tradujeron en suntuosos tapices de lana y seda. El resultado fue una serie que igualaba en esplendor a los frescos del techo de Miguel Ángel que se encontraban encima: un diálogo entre la pintura y el tapiz.

Entre los episodios elegidos, el Lapidación de San Esteban es sencillamente impresionante. En la versión conservada en el Palazzo Ducale, en Mantua, vemos a Esteban en el centro de la composición, arrodillado en tranquila rendición mientras las piedras vuelan hacia él desde una multitud enfurecida. Rafael dispone la escena como si fuera un escenario: los verdugos se alinean en una amplia fila a la izquierda de Esteban, con los cuerpos retorcidos por la violencia y la tensión, mientras que el rostro del mártir se eleva serenamente hacia el cielo. Por encima de él, las nubes se abren y aparece un Cristo coronado y radiante con huestes angelicales. En la esquina inferior derecha se encuentra un joven San Pablo, aún no convertido, observando la escena con fría indiferencia, extendiendo los brazos no para ayudar, sino para animar la lapidación.

San Esteban, ruega por nosotros.

by Padre Patrick van der Vorst


Oración

Dichoso tú Esteban: que por proclamar tu amor a Cristo

 en la tierra te fuiste a acompañarlo a Él en el cielo. 

Haz que seamos muchos, muchísimos los que con 

nuestras palabras y buenas obras nos declaremos 

amigos y seguidores de Jesús en esta vida y 

seamos sus compañeros en el gozo eterno del Paraíso.

Amén.

(aciprensa)

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