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sábado, 27 de diciembre de 2025

Evangelio del día - Fiesta de San Juan Evangelista


 

Epístola I de San Juan 1,1-4.

Queridos hermanos:
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les anunciamos.
Porque la Vida se hizo visible, y nosotros la vimos y somos testigos, y les anunciamos la Vida eterna, que existía junto al Padre y que se nos ha manifestado.
Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos también a ustedes, para que vivan en comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
Les escribimos esto para que nuestra alegría sea completa.


Salmo 97(96),1-2.5-6.11-12.

¡Alégrense, justos, en el Señor!

¡El Señor reina! Alégrese la tierra,
regocíjense las islas incontables.
Nubes y Tinieblas lo rodean,
la Justicia y el Derecho son

la base de su trono.
Las montañas se derriten como cera
delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra.
Los cielos proclaman su justicia

y todos los pueblos contemplan su gloria.
Nace la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alégrense, justos, en el Señor

y alaben su santo Nombre.


Evangelio según San Juan 20,2-8.

El primer día de la semana, María Magdalena corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo,
y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

Orígenes (c. 185-253)
presbítero y teólogo
Comentario sobre el evangelio de san Juan, I, 21-25; SC 120


«El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros y hemos visto su gloria..., lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14)

Pienso que los cuatro evangelios son los elementos esenciales de la fe de la Iglesia, y pienso que las primicias de los evangelios se encuentran... en el evangelio de Juan que, para hablar de aquello donde otros hicieron la genealogía, comienza por el que no la tiene. En efecto, Mateo, escribiendo para los judíos que esperan al hijo de Abraham y de David, dice: " Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham " (1,1); y Marcos, sabiendo bien lo que escribe, pone: " Principio del Evangelio " (1,1). El fin del Evangelio la encontramos en Juan: este es " el Verbo que estaba al principio ", la Palabra de Dios (1,1). Pero Lucas, también reserva para el que reposó en el pecho de Jesús (Jn 13,25) los discursos más grandes y más perfectos sobre Jesús. Ninguno de ellos mostró su divinidad de manera tan absoluto como Juan, que le hace decir: "Yo soy la luz del mundo ", "Yo soy el camino, la verdad y la vida ", "Yo soy la resurrección ", " Yo soy la puerta", "Yo soy el buen pastor " (8,12; 14,6; 11,25; 10,9.11) y, en el Apocalipsis, " Yo soy el alfa y el omega, el principio y el fin, el primero y el último " (22,13).
Hay que atreverse a decir que, de todas las Escrituras, los Evangelios son las primicias y que, entre los evangelios, las primicias son las de Juan, y nadie lo puede entender si no estuvo recostado en el pecho de Jesús y si no recibió de Jesús a María, como madre (Jn 19,27)... Cuando Jesús le dice a su madre: " he aquí a tu hijo " y no: " he aquí, que este hombre es también tu hijo ", es como si le dijera: " he aquí, a tu hijo a quien diste a luz". En efecto, quien llega a la perfección "no vive en él, sino que es Cristo quien vive en él " (Ga 2,20)... ¿Todavía es necesario decir, qué inteligencia nos hace falta tener, para interpretar dignamente la palabra depositada en las vasijas de arcilla (2 Co 4,7 )de un lenguaje ordinario? ¿En esta carta que puede ser leída por cualquiera, esta palabra se vuelve audible para los que prestan sus oídos? Porque, para interpretar con exactitud el evangelio de Juan, hay que poder decir en toda verdad: " Nosotros, tenemos el pensamiento del Cristo, para conocer las gracias que Dios nos ha concedido " (1 Co 2,16.12). (EDD)

Reflexión sobre la escultura

Dentro de nuestra tradición cristiana, los cuatro Evangelios siempre han ocupado un lugar de honor por encima de todos los demás escritos. Son el testimonio más preciado de la Iglesia sobre la vida, las palabras y la persona de Jesús. Por eso nos ponemos de pie para la lectura del Evangelio, por eso lo saludamos con el Aleluya y por eso, durante las misas solemnes, el Libro de los Evangelios es incensado con reverencia. En los Evangelios, sentimos que el Señor nos habla de una manera única y privilegiada.

Hoy celebramos la fiesta del autor del último Evangelio que se compuso: el cuarto evangelista, Juan. El retrato de Cristo en este Evangelio tiene un carácter luminoso y transfigurado. Sin embargo, es un Evangelio difícil de leer, el más denso teológicamente de los cuatro Evangelios. Como corresponde, la lectura del Evangelio para esta fiesta es un relato de Pascua, en el que aparecen María Magdalena, Pedro y el discípulo anónimo “a quien Jesús amaba". Al final del pasaje, escuchamos la sencilla pero profunda frase: “Él vio y creyó”. Sin visiones ni apariciones, intuyó la verdad de la Resurrección solo a partir de la tumba vacía.

Esta profundidad de visión es el sello distintivo del cuarto Evangelio. En su capítulo inicial, el evangelista declara: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. Juan nos enseña a ver más allá de la superficie de las cosas, a reconocer la presencia del Verbo hecho carne en el tejido mismo de la vida cotidiana. La luz, el agua, el pan, las vides, las puertas, los pastores, los caminos, nuestras familias, nuestros amigos... todo se convierte en signos a través de los cuales Dios se revela cuando se mira con los ojos de la fe.

El San Juan Evangelista de mármol blanco de Donatello fue creado para la fachada de la catedral de Florencia. Aunque solo está esculpido por los lados visibles, la estatua parece completamente redonda, con una presencia imponente y viva. Donatello retrata a Juan, autor del cuarto evangelio, las cartas y el Apocalipsis, como un anciano: con una larga barba, envuelto en pesadas vestiduras antiguas, sentado con un libro abierto sobre el muslo. Su cuerpo está en reposo, pero su espíritu parece arder. Se gira ligeramente, como si se volviera hacia los fieles que se encuentran en las puertas de la catedral, con una mirada austera y contemplativa. Muchos estudiosos ven en este Juan anciano e intenso una alusión deliberada al momento de su visión apocalíptica en Patmos. El atractivo de la obra es tan grande que, un siglo más tarde, Miguel Ángel se inspiró en esta misma escultura para crear su propia y poderosa figura de Moisés con cuernos.

by Padre Patrick van der Vorst

Oración

Glorioso san Juan Evangelista, a vos acudimos,
llenos de confianza en vuestra intercesión.

Nos sentimos atraídos a vos con una especial devoción
y sabemos que nuestras súplicas serán
más agradables a Dios nuestro Señor, si vos,
que tan amado sois de Él, se las presentáis.

Vuestra caridad, reflejo admirable de la de Dios,
os inclina a socorrer toda miseria, a consolar toda pena
y a complacer todo deseo y necesidad,
si ello ha de ser provechoso para nuestra alma.

Mirad, pues,
nuestra necesidad de conocer al Maestro,
tú que estuviste cerca de Él.

Mira nuestros trabajos y necesidades,
nuestros buenos deseos,
y alcanzadnos que aseguremos cada día más
nuestro conocimiento del evangelio
del que tu fuiste un testigo privilegiado.


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