Los reclusos fabrican prendas y exportan sus propios diseños a través de internet gracias a esta iniciativa
ESTHER NÚÑEZ BALBÍN, aleteia
Miramos. Pasamos una y otra vez, detrás del mostrador. Nos probamos, una, tras otra prenda. ¿Qué miramos cuando nos llama la atención un nuevo atuendo? Un diseño, una frase, un color. ¿Sabes qué hay detrás?, ¿quién enhebra las agujas y corta la tela, que luego darán vida a la polera, zapato o accesorio que te enamora en el escaparate?
Parece grotesco, pero no. Es directo, simple, natural. Refleja lo que se vive tras las rejas. Una mano negra y en medio “Handmade by inmates”, (hecho por presos) es lo que lleva como única atracción este polo blanco de algodón. Aun recluidos los confeccionistas de estas prendas pueden expresar sus más finos sentimientos.
Encontraron la tan ansiada libertad a través de sus diseños. Cortan, dibujan, estampan. Comunican vida. Thomas Jacob es un diseñador francés, quien los ha convertido en artistas de sus pensamientos. Les permite crear en un pedazo de tela.
Moda de exportación tras las rejas
“Pietá” es “made in” las cárceles de Lima. Lurigancho, San Pedro y el penal Santa Mónica fungen de talleres donde los internos pierden un día de pena por cinco de trabajo en la “fábrica del hueco”, como le llaman a la cárcel.
“Thomas nos ha permitido vivir en el encierro con libertad, Ahora puedo llevar un dinero a mi familia mientras espero cumplir mi condena”, comenta Percy León, preso por homicidio, a la prensa extranjera.
Con las máquinas de coser y tejedoras que encontraron hacinadas en el lugar confeccionan casacas, polos, abrigos y todo tipo de moda urbana. El diseñador francés dejó su trabajo en una reconocida casa de moda, para idear con los presos estas prendas que se producen entre 100 a 200 piezas cada semana.
Artistas netos, naturales no necesitan maquillaje. No son actores, pero saben llevar lo que muestran. Modelan sus propias prendas hechas con material orgánico; algodón pyma, lana de oveja, entre otros. Estas son piezas únicas de exportación. Se venden en Lima, Francia, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos por catálogo a través de internet.
Enmiendan sus vidas
Aquí se diseñan ideas. No hay restricciones. Son 26 los presos que ahora comparten sus historias aleccionadoras. Expresan sus ganas de vivir.
“El trabajo que nos ha dado el francés, nos permite resocializarnos. Uno de mis hijos sigue ahora la carrera de modas”, comenta el recluso.
Convivieron con la muerte. Hoy no se rinden ante la adversidad. El creador de la marca “Pietá” coloca en cada prenda el nombre del recluso, es el sello de exportación. Cada prenda lleva además el logo de la marca. Para el diseñador francés es inspirador trabajar con los reclusos.
Ellos han aprendido a aceptar su destino. No viven haciendo un drama, sino más bien desean cambiar su vida.
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