Perdonar de boca para fuera es muy fácil.
Lo difícil es perdonar de corazón
Lo difícil es perdonar de corazón
Contioutra, aleteia
No hay escapatoria. En determinado momento de la vida, alguien te dirá cosas que no querías o deberías oír, o te hará algo que nunca esperabas. Palabras duras, pesadas, que herirán y harán sangrar. Actitudes fuertes, que atormentarán tu sueño y desencadenarán noches de insomnio. Peor aún, cuando esas palabras las diga algún ser querido del que nunca te lo esperarías. Siendo así, ¿qué hacer?
La verdad es que la mayoría de nosotros siente una enorme dificultad en lidiar con situaciones de este tipo. Sentimos angustia, quedamos resentidos, el corazón sufre. Perdonar de boca para afuera es muy fácil. Lo difícil es perdonar de corazón. Por otro lado, ¿que tipo de beneficio hay en guardar rencor?
Te quedas pesado, triste, perturbado con una pesadilla que siempre se repite. Escuchando, siempre que se hace el silencio, el eco del sufrimiento recorriendo la mente y el corazón. Pasamos a alimentar un monstruo dentro de nosotros, que nos sofoca, porque se nutre del odio que llevamos. Un fardo incómodo que nos impide seguir adelante.
De esa forma, el odio se acaba volviendo una especie de grillete que nos encadena al pasado, quitándonos la capacidad de vivir el presente y ver lo que hay de positivo en nuestra vida. Se produce, incluso, una visión totalmente negativa del ser humano, en que se realzan de tal manera los aspectos negativos presentes en las personas, que se impide ver la belleza que pueda haber en ellas.
En otras palabras, el odio nos vuelve ciegos y, aunque este se haya desencadenado por un mal causado por otros, no debemos alimentarlo, porque, a fin de cuentas, nosotros somos los principales perjudicados, ya que nos roba completamente nuestra energía y como se dice en la película “Historia Americana X” – “La vida es muy corta para estar todo el tiempo enfadado”.
Sé que muchas cosas que nos suceden son difíciles de perdonar, porque la verdad es que cada vez que confiamos en alguien, nunca esperamos que esa persona rompa el sentimiento que depositamos en ella, aunque hayas sido defraudado antes. Por eso, duele tanto cuando una persona nos defrauda, porque esperábamos que esta vez sería diferente.
Sin embargo, esto siempre sucederá. Sea con nuevas personas a las que conocemos, sea con aquellos a quienes más queremos, y el odio estará siempre rondando, dispuesto a volver, como la sequía que atormenta el páramo.
Pero guardar angustia, rencor, odio, nunca será la mejor opción, pues cuando lo alimentamos, es difícil huir de sus amarras y, así, todo se vuelve infierno sólo queremos que sigue ardiendo, sin aliviar el dolor, una autoflagelación ininterrumpida, que reabre continuamente las heridas.
Pienso que por más que haya personas que nos hagan daño, si sabemos mirar, siempre habrá otras que nos abracen. A veces, las cosas dependen de una mirada en perspectiva, para que podamos percibir que el perdón no es una forma de pasividad o de librarse de quien nos hizo el mal, sino que perdonar es lo mismo que decir que, aun estando hundidos, somos capaces de ser luz en la oscuridad y que no vamos a desperdiciar nuestra energía en el odio. El mundo ya está lleno de odio, cuando lo que necesita es el amor.
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