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jueves, 15 de diciembre de 2016

6 maneras de sobrevivir a una crisis espiritual en medio de una vida frenética

Danielle Bean y Lisa Hendey comparten consejos a nivel espiritual cuando parece que no tenemos tiempo

6 maneras de sobrevivir a una crisis espiritual en medio de una vida frenética

Tengo que hacer una terrible confesión: he vivido un poco en crisis espiritual en los últimos, no sé, digamos, siete años. Espero que esto que estoy pasando sea normal y que saldré de allí ilesa, con una fe más fuerte que nunca. Me digo que cuestionarme es algo positivo y que Dios nos ha dado un cerebro para hacernos razonar, y que tengo la suerte de tener una religión lo bastante fuerte como para sentirse cuestionada.

Me agarro al hecho de que incluso Madre Teresa de Calcuta vivió la oscuridad espiritual, pero al mismo tiempo me encuentro en una posición bastante difícil por un motivo: soy también responsable de la vida espiritual de cuatro niños que dependen de mí. ¡Cielos!
Entonces ¿qué debería hacer una madre “agitada” a nivel espiritual? 

He hablado con dos conocidas mujeres católicas que afrontan el reto de conciliar fe y familia – Danielle Bean, madre de ocho hijos, conferenciante y editora en el Catholic Digest además de comentarista invitada de Catholic TV, y Lisa M. Hendey, fundadora de CatholicMom.com y autora de The Grace of Yes – para que me dieran indicaciones sobre cómo llevar la propia aridez espiritual mientras que tienes que guiar a tus hijos.

1. Saber que las dudas no son algo negativo

Danielle, criada en la fe católica, confirma lo que yo pensaba, y es que no hay nada de malo en tener dudas y miedos sobre la propia fe. “Pienso que dudar es normal”, afirma. “La Iglesia católica no tiene miedo a las preguntas. El que duda o busca la verdad encontrará respuestas”. Aleluya.

2. Comprender que la fe no es un sentimiento

En un plano parecido, muchos asociamos el hecho de creer con tener esos sentimientos calurosos y vagos que se experimentan cuando las cosas van bien, pero no siempre es así cuando hablamos de lo que la fe significa de verdad en nuestra vida. Cuando nos sentimos peor es cuando nuestra fe se hace más fuerte, a menos que tiremos la toalla. 

Danielle explica que ha habido momentos en su vida en los que se ha sentido defraudada e incluso abandonada por Dios, pero justo fueron esos los momentos en los que la fe le ayudó a afrontar ciertos dolores.
“Cuando crecí y experimenté algunos de los problemas y sufrimientos del mundo, también mi vida de fe tenía que crecer”, comenta. “Rezar oraciones de acción de gracias cuando todo va bien es fácil y satisfactorio. Rezar cuando uno siente que su mundo se hunde y Dios está muy lejos es muy distinto. Creer que Dios nos ama y nos cuida cuando nos sentimos tristes y sin fuerzas requiere una fe mucho mayor”.

3. Reconocer la necesidad

Tanto Danielle como Lisa, criada como católica pero casada con un no creyente, concuerdan en que en algunos periodos uno se siente como si el alma estuviese un poco “marchita”, lo que indica que es más importante que nunca hacer lo que sea para sentirse bien otra vez. “Me ayuda saber que también a los santos les pasa esto”, dice Lisa. “Ahora, en una fase diversa de mi vida, reconozco los momentos de duda, y también los periodos de bienestar espiritual, como signos de que tengo que dedicar más tiempo a la oración y a la Eucaristía”.

4. También enseñar a los niños ayuda

Mis hijos son para mí un catalizador para ayudarme a responder a mis propias preguntas sobre la fe. Mi hija mayor hace poco me preguntó por qué las mujeres no pueden ser sacerdotes, la segunda me preguntó para qué vivimos y por qué Dios la ha creado (preguntas que tenemos todos un poco, ¿no?) y mi hijo habla a menudo de lo que pasa después de la muerte.

Responder a estas preguntas para ellos me ha obligado a responderlas también para mí – y no es una coincidencia. “La vida de fe de mis hijos me inspira continuamente”, explica Danielle. “Hay una maravillosa sencillez en la fe de un niño, en sus oraciones y en el tipo de preguntas que plantea sobre Dios. En general constato que hay que hacer un mínimo esfuerzo por alentar la vida de fe de nuestros hijos, y en cambio eso nos alimenta y nos ayuda en la nuestra”.

5 . No dejar de cuidarse espiritualmente

Lo irónico, afirma Lisa, es que el periodo de nuestra vida en que somos mamás de niños pequeños es cuando menos tiempo tenemos, y sin embargo, cuando más necesitamos que nuestra fe sea fuerte.
“Pienso que las mamás tenemos que descubrir que el tiempo que pasamos con Dios es ‘carburante’ que nos permite amar y servir a nuestras familias”, explica. “Tenemos que ‘llenar el depósito’ a diario, o no tendremos la fuerza que necesitamos para vivir con amor nuestra vocación”.

Danielle concuerda en el hecho de que es muy importante que las mamás comprendan que tomar su tiempo para favorecer el crecimiento y el cuidado espiritual no es un lujo extra por el que deben sentirse en culpa. “Reconozcan que es una necesidad fundamental”, exhorta. “Cuidarse espiritualmente una misma no es un lujo, es algo importante”.

Ya sé, más fácil decir que hacer, ¿verdad? Pero Danielle aconseja pedir ayuda a la pareja o a otra persona de apoyo: ¿Quizás una amiga te quiera acompañar a misa con los niños, o te los cuida mientras acudes tu sola?

Uno de mis métodos preferidos es usar la tecnología mientras hago tareas domésticas. Pongo un podcast o música que me inspira a meditar mientras pliego la ropa o lavo los platos. Busquen apoyo si tienen problemas al respecto. ¿Necesitan tiempo para rezar solas por la mañana? “Conviértanlo en una prioridad, ¡y sean creativas!”, sugiere Danielle.

6. Concéntrense en maneras sencillas de vivir la fe

A veces pienso que estoy tan centrada en las “grandes preguntas” sobre la fe y la existencia que me olvido de las cosas sencillas que de verdad marcan la diferencia, como ir a la adoración y sentarme a estar con Jesús. Si no lo hacen desde hace tiempo, podrían sorprenderse de cómo es difícil – ¿cuando fue la última vez que ustedes mamás se sentaron literalmente en silencio?

Danielle y Lisa recomiendan probar algunas de estas estrategias cuando una se siente espiritualmente vacía:
  • Silencio diario, ¡incluso cuando se llevan los niños de un lugar a otro!
  • Tiempo cotidiano para dedicar al Evangelio (Lo puedes recibir por WhatsApp en tu celular y leerlo cuando tengas una pausa).
  • Implicarse como familia. No hay motivo para hacer esto sola – hay cosas que pueden hacer en familia, como rezar juntos el rosario a la tarde o ir a Misa un día entre semana.
  • Salir, tomar un poco de distancia. Quizás un retiro espiritual podría ayudar.
En fin, no olvidar lo que de verdad importa, el amor de Jesús. Danielle advierte que se puede olvidar fácilmente.

“Quiero solo alentar a las mujeres para  que sepan cuánto las ama Jesús”, sostiene. “Lo digo sinceramente. Jesús las ama como son, dentro y fuera, también cuando se sienten perdidas y rotas, incluso más cuando se sienten así. Abran su corazón a la presencia y al amor de Jesús en su vida y encontrarán la paz que todos buscamos”.

Chaunie Brusie es ginecologa y escritora. Es autora de Tiny Blue Lines: Preparing For Your Baby, Reclaiming Your Life and Moving Forward in an Unplanned Pregnancy y madre de cuatro niños. Vive en Michigan (EE.UU.). Para conocerla un poco más, tinybluelines.com.

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