El matrimonio por la Iglesia Católica es uno de los pasos más importantes que una pareja puede dar en su vida. Lógico prepararse para darlo.
Imaginemos que te regalan un Porsche. Entrega llave en mano a las puertas de tu casa. Reluciente y con combustible. ¿Arrancarías y saldrías disparado? ¿No preferirías antes sentarte al volante sin arrancar, «estudiarlo» y situarte?
El matrimonio es un regalo, una vocación, una llamada, un tesoro de valor infinitamente superior a cualquier objeto que nos puedan dar en la vida: ni coches de lujo ni propiedades ni joyas… Sin embargo, no todas las parejas llegan a él sabiendo «de qué va la película». Se han apuntado a una Champions League de la que desconocen las reglas del juego. Así, difícilmente se puede ganar y es muy fácil lesionarse.
En España, el 40 por ciento de los matrimonios por la Iglesia Católica se separan a los 5 años.
Prepararse es vital
¿Cómo es posible que en la vida nos preparemos para todo y no le demos importancia a la preparación para el matrimonio?
En vista del fracaso tan estrepitoso entre miles de parejas, los cursos prematrimoniales aparecen como una necesidad vital. Son una hoja de instrucciones, unos planos, una hoja de ruta para conocerse y conocer al otro, y para saber -eso es esencial- que uno cuenta con la gracia del sacramento.
Pilar de Beas está al frente de la asociación Eduvida y lleva más de 30 años dirigiendo -junto con su marido, José Antonio Alvaredo, quien falleció hace 3 años- cursos a parejas de novios.
«El camino del matrimonio es apasionante -afirma- pero difícil y hay que trabajarlo. Mi marido solía decir que no es la típica fotografía de una pareja paseando en la playa».
«Cuando llegan las dificultades, la enfermedad, la rutina… hay que haberse preparado para eso y el curso prematrimonial te aporta unas pautas para que cada pareja ponga unas bases sólidas en la unión», dice.
Una señal muy positiva
Lo positivo de hacer un curso prematrimonial, según ella, «de entrada ya es que una pareja quiera hacerlo no por el trámite o para cubrir el expediente en un fin de semana y listos, sino para crecer y avanzar juntos en el amor«.
Un curso prematrimonial podrá serviros para responder a grandes preguntas que conviene hacerse antes de casarse.
Necesario en todas las parroquias
Pilar anima a que «en todas las parroquias haya sacerdotes y matrimonios que den los cursos prematrimoniales».
La importancia del diálogo auténtico
De Beas destaca «la fuerza del sacramento en sí misma», que luego se despliega en aspectos como «el diálogo: no es hablar sin más, el verdadero diálogo es hablar desde el corazón y eso implica darse al otro, lo que supone ya muchas decisiones sobre cómo entiendo mi relación con la otra persona y cómo planteo mi vida, que ya será nuestra vida
El curso prematrimonial que imparte De Beas dura aproximadamente 5 o 6 meses y las sesiones se dan cada 15 días «para que las parejas tengan tiempo de reflexionar y hablar entre ellos sobre cada tema». En tiempos de pandemia, se siguieron dando por Zoom.
«En el primer tema se habla de la complementariedad hombre-mujer y de las diferencias entre uno y otro. Otro tema es la fidelidad, que ayuda a mantener lozano el amor. El tercero es el diálogo con el otro y con Dios, en el que se trata a fondo el perdón. El cuarto tema gira en torno a los hijos. El quinto es la paternidad responsable. El sexto es el hogar y el séptimo, con el que se cierra el curso, es una misa en la que se plasma la unión entre la Eucaristía y el sacramento del matrimonio«.
El curso ha ido tomando forma de libro, «Caminando hacia el matrimonio», que ya se vende en formato papel y en un futuro próximo estará a la venta online.
Cambios positivos en la sociedad
De Beas espera que muchos matrimonios jóvenes o experimentados se formen para que puedan dar estos cursos en sus parroquias, algo que ella ve como «motor positivo en la sociedad, que servirá para evitar divorcios y separaciones, y ayudará a la felicidad de las familias».
Una carta para tener a mano en los malos momentos
En el curso, cada novio y novia se escriben mutuamente una carta. «Lo hacen ya al comienzo, y allí vierten sus pensamientos sobre qué es lo que les enamoró del otro y qué les lleva a querer casarse. Esa carta la pueden ampliar con lo que han ido aprendiendo del otro».
«Cuando vengan los momentos malos», dice, «es muy bueno que la tengan en la mesilla de noche y puedan releer qué les llevó a casarse con esa persona». «En el matrimonio hay cruz -dice- pero así se llega a la Resurrección».
Dolors Massot, AleteiaVea también Teología del Cuerpo: Profundizando en el legado de San Juan Pablo II
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