Al igual que un atleta busca la excelencia en su disciplina, el cristiano busca la santidad, una unión más profunda con Dios. Este camino exige un esfuerzo consciente y constante, superando obstáculos como la hipocresía y el apego a lo mundano.
Dios, nos invita a crecer en santidad y a perfeccionarnos, pero no lo hace de manera gratuita. Nos pide que participemos activamente en este proceso, y que nos esforcemos por mejorar, por superar nuestros defectos, para ser virtuosos.
En tu plan de atleta espiritual no olvides:
- Reconocer las debilidades y limitaciones
- Establecer metas y objetivos espirituales
- Trabajar conscientemente para mejorar y crecer
- Perseverar en la oración y sacramentos
- Tener un coach (asesor) espiritual
La santidad se logra a través del esfuerzo y la dedicación. Uno de los más grandes impedimentos para alcanzarla es la falta de congruencia entre nuestros actos y lo que decimos.
No desistas
Los atletas tienen que esforzarse con disciplina, constancia y propósito de corregir todo lo que sea necesario para alcanzar un elevado nivel de prestación. De igual manera, un auténtico católico debe predicar con el testimonio, en todo lo que dice creer.
Veamos algunos puntos importantes:
1Controla tus emociones
Particularmente la ira, el enojo, la frustración y -desde luego- el miedo, pues muestra falta de confianza en el amor que Dios nos tiene.
2Tener una buena disciplina
Para desarrollar buenos hábitos, que conduzcan a alcanzar tus metas, en especial ganar la carrera por el cielo.
3Dejar de dudar y vivir
con más certeza
Es mostrarte una mayor confianza en ti mismo y tus capacidades para salir adelante, desde luego, de la mano de Dios.
4Modificar tus patrones negativos de pensamiento
Establecer una visión más positiva y optimista de todo aquello que te sucede.
5Buscar ayuda
Para superar tus miedos y dejar de ser tu propio enemigo, atemorizándote con miedos irracionales como las fobias.
6Dejar de posponer
Tanto tus responsabilidades como los compromisos; es decir, ya no procrastinar. Enfrentar los problemas día a día y tratar de resolverlos de la mejor manera posible.
7Ser más resiliente
Es decir, aprender a levantarte de las dificultades y problemas para no quedarse lamentando tus caídas y fracasos.
Es una lucha constante contigo mismo, tal y como lo hacen los atletas para alcanzar la gloria deportiva. Es un proceso constante, un crecimiento de automejora, con una mayor consciencia, honestidad y disposición para mejorar constantemente y no poner pretextos para no hacerlo todos los días.
Un atleta espiritual se empeña en mantener una constante autorreflexión y buscar las propias contradicciones y debilidades, al aceptar que somos frágiles y cometemos múltiples errores.
Lo que nos lleva a reconocer que la honestidad es aceptar que nos equivocamos. Manteniendo una mentalidad íntegra, coherente entre tus palabras y acciones, entre lo que haces en público y en privado.
Guillermo Dellamary, Aleteia
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