Invitamos a los matrimonios y a personas interesadas en una familia feliz, a leer y asimilar pasajes de la Exhortación pontifical 'Amoris laetitia' del Papa Francisco.
Preparando la celebración II: Ayudando a los Novios a vivir profundamente el comienzo de la nueva vida.
214. A veces, los novios no perciben el peso teológico y
espiritual del consentimiento, que ilumina el significado de todos los gestos
posteriores. Hace falta destacar que esas palabras no pueden ser reducidas al
presente; implican una totalidad que incluye el futuro: «hasta que la muerte
los separe». El sentido del consentimiento muestra que «libertad y fidelidad no
se oponen, más bien se sostienen mutuamente, tanto en las relaciones
interpersonales, como en las sociales. Efectivamente, pensemos en los daños que
producen, en la civilización de la comunicación global, la inflación de
promesas incumplidas [...] El honor de la palabra dada, la fidelidad a la
promesa, no se pueden comprar ni vender. No se pueden imponer con la fuerza,
pero tampoco custodiar sin sacrificio»[243].
215. Los obispos de Kenia advirtieron que, «demasiado
centrados en el día de la boda, los futuros esposos se olvidan de que están
preparándose para un compromiso que dura toda la vida»[244]. Hay que ayudar a advertir que el sacramento
no es sólo un momento que luego pasa a formar parte del pasado y de los
recuerdos, porque ejerce su influencia sobre toda la vida matrimonial, de
manera permanente[245]. El significado procreativo de la
sexualidad, el lenguaje del cuerpo, y los gestos de amor vividos en la historia
de un matrimonio, se convierten en una «ininterrumpida continuidad del lenguaje
litúrgico» y «la vida conyugal viene a ser, en algún sentido, liturgia»[246].
216. También se puede meditar con las lecturas bíblicas y
enriquecer la comprensión de los anillos que se intercambian, o de otros signos
que formen parte del rito. Pero no sería bueno que se llegue al casamiento sin
haber orado juntos, el uno por el otro, pidiendo ayuda a Dios para ser fieles y
generosos, preguntándole juntos a Dios qué es lo que él espera de ellos, e
incluso consagrando su amor ante una imagen de María. Quienes los acompañen en
la preparación del matrimonio deberían orientarlos para que sepan vivir esos
momentos de oración que pueden hacerles mucho bien. «La liturgia nupcial es un
evento único, que se vive en el contexto familiar y social de una fiesta. Jesús
inició sus milagros en el banquete de bodas de Caná: el vino bueno del milagro
del Señor, que anima el nacimiento de una nueva familia, es el vino nuevo de la
Alianza de Cristo con los hombres y mujeres de todos los tiempos [...]
Generalmente, el celebrante tiene la oportunidad de dirigirse a una asamblea
compuesta de personas que participan poco en la vida eclesial o que pertenecen
a otra confesión cristiana o comunidad religiosa. Por lo tanto, se trata de una
ocasión imperdible para anunciar el Evangelio de Cristo»[247].
De la Exhortación ‘Sobre el Amor en la Familia’ (Capítulo VI De la
Exhortación ‘Sobre el Amor en la Familia’ (Algunas Perspectivas Pastorales)
Recemos Nuestra Meta Jesús
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