
San Juan María Vianney, también conocido como el santo Cura de Ars, tuvo problemas para ordenarse sacerdote porque su memoria no era brillante. Pero cuando fue enviado a su primer destino como párroco Dios lo transformó en un potente predicador, pues con sus sermones se convirtieron miles de personas.
Sus sermones, colmados de celo apostólico, llegaban al corazón de sus oyentes con tal fuerza que no podían quedar impávidos sino convertirse para alcanzar la salvación.
¿Cuáles eran los temas de sus predicaciones?, aquí ponemos tres ejemplos obtenidos de la página Proyecto Emaús.
1Aplazamiento de la conversión

De forma muy extensa, san Juan María Vianney advierte a sus oyentes acerca de urgencia de la conversión porque nadie sabe en qué momento será llamado por Dios. Puede ser que el pecador tenga pensado cambiar de vida y confesarse, pero si no lo hace pronto, el Señor llegará sin avisar y morirá cargado de culpas que lo conducirán al infierno:
"Actualmente estás en pecado; no me lo negarás; pues bien, después de tu muerte te condenarás. -Y ¿qué sabe usted? pensarás tú . -Si no lo supiese no te lo diría. Además, voy ahora a demostrarte que, viviendo en pecado, aun con la esperanza de salir de tal estado, no lo harás, hasta queriéndolo de corazón, y entonces comprenderás lo que sea despreciar el tiempo y las gracias que en determinado momento nos ofrece Dios:
Ya veis, pues, cómo, al retardar nuestra conversión, nos exponemos con frecuencia a no convertirnos nunca".
2Purgatorio
El Purgatorio es una realidad para las almas que se salvan, pero que deben purificarse de las reliquias del pecado. Aún los santos tuvieron que pasar por él. El Santo Cura exhorta a sus fieles a orar por sus padres para liberarlos pronto del sufrimiento:
"Vengo a recordarles otra vez aquella bondad y todo el amor que les han dado mientras estuvieron en este mundo. Y vengo a decirles que muchos de ellos sufren en el Purgatorio, lloran y suplican con urgencia la ayuda de vuestras oraciones y de vuestras buenas obras.
Me parece oírlos clamar en la profundidad de los fuegos que los devoran...
Consideren, entonces, mis queridos hermanos: a) la magnitud de los sufrimientos que soportan las almas en el Purgatorio; y b) los medios que ustedes poseen para mitigarlos: vuestras oraciones, buenas acciones y, sobre todo, el santo sacrificio de la Misa. Y no quieran pararse a dudar sorbe la existencia del Purgatorio, eso sería una pérdida de tiempo".
Y la advertencia va también para nosotros:
"San Pedro Damián cuenta que su hermana debió pasar varios años en el Purgatorio por haber escuchado una canción maliciosa con cierto beneplácito de su parte. Y se dice que dos religiosos se prometieron uno al otro que el primero en morir le contaría al otro sobre el estado en que se hallaba. Dios permitió a uno morir primero y que se apareciera a su amigo. Le contó a este que había permanecido quince años en el Purgatorio por haberle gustado demasiado hacer las cosas a su manera, y cuando su amigo estaba felicitándole por haber permanecido allí tan poco tiempo, el fallecido replicó:
'Yo hubiera preferido ser desollado vivo durante diez mil años seguidos en lugar del sufrimiento de las llamas'".
3Juicio final

Ya no es el Dios humilde y misericordioso dará paso a "un Juez justamente indignado que juzga a los hombres con todo el rigor de su justicia" que dará a cada uno lo que sus obras le merezcan: cielo o infierno. San Juan María Vianney describe cuán terrible será el momento del juicio final y cómo desearemos no haber pecado:
"Sí, hermanos míos, seremos juzgados, nada más cierto; sí, seremos juzgados sin misericordia; sí, eternamente nos lamentaremos de haber pecado".
Menciona todas las catástrofes que anunciarán el fin:
"El universo entero será reducido a cenizas; es preciso que esta tierra manchada con tantos crímenes sea purificada por el fuego que encenderá la cólera del Señor, de un Dios justamente irritado".
También habla de la resurrección de los muertos, bueno y malos, y de las palabras que Jesús dirá a los que se condenarán. Y llama la atención un fragmento del sermón que parece que fue hecho para esta época:
"Venid, padres y madres, dadme cuenta de esas almas que yo os confié; dadme cuenta de todo lo que hicieron vuestros hijos y vuestros criados; ved todas las veces que les disteis permiso para ir a lugares y juntarse con compañías que les fueron ocasión de pecado. Ved todos los malos pensamientos y deseos que vuestra hija inspiró; ved todos sus abrazos y otras acciones infames; ved todas las palabras impuras que pronunció vuestro hijo. Pero, Señor, dirán los padres y madres, yo no le mandaba tales cosas. No importa, les dirá el juez, los pecados de tus hijos son pecados tuyos".
Que Dios nos ayude a convertirnos todos los días y a escuchar las palabras de los santos.
Mónica Muñoz, Aleteia
Vea también Santo Cura de Ars: Sermones
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