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miércoles, 1 de octubre de 2025

Santa Teresa del Niño Jesús: la actualidad de su Camino de la infancia espiritual

 

Santa Teresa del Niño Jesús es una de las santas más conocidas y queridas por los fieles. El testimonio de su sencillez y caridad, su promesa de segura intercesión y su doctrina del Camino de Infancia Espiritual son un imán de espiritualidad que sigue conmoviendo la vida pastoral de la Iglesia en todo el mundo

A diferencia de muchos santos y santas, a santa Teresa del Niño Jesús no se le reconoce por sus dotes intelectuales (no obstante la agudeza de su pensamiento), ni artísticos (no obstante la belleza de sus poemas), ni por sus arrebatos místicos sobrenaturales. Sus dotes físicos fueron limitados pues siempre fue débil y enfermiza; también sus dotes directivos y de liderazgo fueron modestos. De hecho, su mayor responsabilidad en el convento fue el ser maestra de novicias. Nunca llegó a ser priora, ni fundó un monasterio, mucho menos fundó una congregación… y sin embargo es de las santas más conocidas y queridas.

Por ello, llama la atención cómo Teresita, la “pequeña” monja Carmelita Descalza se ganó el cariño y reconocimiento de su comunidad y la Iglesia entera. Apenas falleció se empezaron a compartir sus manuscritos autobiográficos. Muy pronto fueron impresos formalmente ya que la demanda así lo exigía. Las ediciones se multiplicaron al punto que hoy su Historia de un Alma es un clásico de la espiritualidad cristiana, con multitud de ediciones en más de 100 idiomas y lenguas.

Su actualidad

Según cifras de la Casa General del Carmelo Descalzo, actualmente existen más de sesenta institutos religiosos en el mundo inspirados en ella y/o en su “caminito”. Su imagen es de las más populares en el mundo, después de las de Jesús crucificado y resucitado, y de la Virgen en sus múltiples advocaciones y misterios. No existe una sola diócesis en el mundo donde no exista un templo bajo su patronazgo. Las devociones a ella son de alto valor en la piedad popular: oraciones, novenas, y estampas. Su persona, testimonio y escritos han inspirado multitud de obras de arte: pintura, escultura, música, teatro, cine. Sus lugares histórico geográficos son centro de numerosas peregrinaciones: Alençon, Les Buissonnets, el Carmelo y la Basílica de Lisieux. Es amada, leída y venerada no sólo por cristianos, sino por personas con diferentes credos y por no creyentes.

¿En qué consiste su Camino de la infancia espiritual?

Son numerosas las ocasiones en las que santa Teresita se sentía pequeña, débil, frágil y pobre; y en estas ocasiones solía sacar ‘provecho’ espiritual poniéndose a la sombra de la Omnipotencia, Providencia y Misericordia divinas. Sabiendo y sintiendo que no era capaz de  imponerse las tareas de sus hermanas de comunidad, ni hacer las penitencias que ellas hacían, descubrió un camino diferente. Por ese entonces se había dado a conocer -en Francia- la tecnología de los ascensores. Ella, al no poder ascender por la penosa escalera de la perfección, pidió la gracia de un ascensor al cielo: 

“Estamos en el siglo de los inventos. Ahora ya no se necesita subir los peldaños de una escalera; un ascensor los reemplaza ventajosamente en la casa de los ricos. También yo quisiera encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la ruda escalera de la perfección… he proseguido mis investigaciones y he aquí que he hallado: «Así como una madre acaricia a su hijo, te consolaré, te recostaré en mi seno y te meceré en mi regazo». ¡Ah, jamás se regocijó mi alma con palabras más tiernas, más melodiosas que estas! Vuestros brazos, oh Jesús mío, son el ascensor que ha de elevarme hasta el cielo. Para esto no necesito crecer, sino al contrario, quedar pequeña, achicarme cada vez más. ¡Oh, Dios mío, habéis superado cuanto podía yo esperar, por eso quiero cantar vuestras misericordias” (Msc C, 2 vº-3 vº).

Teresita nos instruye en una verdad fundamental de la doctrina católica: la obra de la santidad es una obra de Dios en las almas. Nada podemos hacer, por más excelso, puro y magno que sea, que nos haga merecedores de este don. Y aquí surge la pregunta: ¿Entonces dónde queda el valor de las obras? La respuesta es obvia y sencilla. Las obras manifiestan la aceptación del don de Dios, es decir que, siendo la santidad obra de Dios, la persona acoge tal don con las obras, según lo manifiesta la Palabra en la Carta de Santiago: “Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta. Y al contrario, alguno podrá decir: ¿Tú tienes fe?; pues yo tengo obras. Pruébame tu fe sin obras y yo te probaré por las obras mi fe” (St 2, 17-18).

La oración y los esfuerzos humanos en el caminito de santa Teresa

Al igual que la santidad, la oración también es don de Dios, no una construcción humana. En palabras de Teresita: “La oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría” (Ms C, 25r).

Tal certeza la llevó a reconocer su pequeñez. Sin embargo, lo que a Dios agrada, dice ella, no sólo fue tal reconocimiento, sino el que llegó a amar su pequeñez y su pobreza, amén de su confianza en la misericordia Divina: “Lo que le agrada es verme amar mi pequeñez y mi pobreza, es la esperanza ciega que tengo en su misericordia” (Carta 197).

Santa Teresita nunca desprecia las obras y esfuerzos humanos, sino que los pone en el lugar correcto. El valor de ellos está en el amor que depositemos en su realización. Dios, siendo omnipotente, no necesita de nuestras obras y esfuerzos; pero siendo Amor se vuelve vulnerable y nos pide nuestro amor: “Jesús nos pide una limosna, alarga su divina mano para que le demos un poco de amor” (Carta 166).

En este sentido, un acto de amor puro, por más pequeño, sencillo y pobre que sea a los ojos humanos, tiene más valor a los ojos de Dios que la obra humana más portentosa jamás imaginada realizada sin amor: “El amor puede suplir una larga vida. Jesús no mira el tiempo, porque Él es eterno; Él no mira más que el amor” (Carta 114). 

Luis Carlos Frías, Aleteia 

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