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jueves, 2 de octubre de 2025

Evangelio del día - Fiesta de los Ángeles Custodios

Libro del Exodo 23,20-23a.

Yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el lugar que te he preparado.
Respétalo y escucha su voz. No te rebeles contra él, porque no les perdonará las transgresiones, ya que mi Nombre está en él.
Si tú escuchas realmente su voz y haces todo lo que te diga, seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios.
Entonces mi ángel irá delante de ti.


Salmo 91(90),1-2.3-4.5-6.10-11.

¡Reúnanse los pueblos y sirvan al Señor!

Tú que vives al amparo del Altísimo
y resides a la sombra del Todopoderoso,
di al Señor: «Mi refugio y mi baluarte,
mi Dios, en quien confío».

Él te librará de la red del cazador
y de la peste perniciosa;
te cubrirá con sus plumas,
y hallarás un refugio bajo sus alas.

No temerás los terrores de la noche,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que acecha en las tinieblas,
ni la plaga que devasta a pleno sol.

No te alcanzará ningún mal,
ninguna plaga se acercará a tu carpa,
porque Él te encomendó a sus ángeles
para que te cuiden en todos tus caminos.


Evangelio según San Mateo 18,1-5.10.

En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?".
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos
y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial."


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

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Bulle

San Juan María Vianney (1786-1859)
presbítero, párroco de Ars
Sermón para el 9º domingo después de Pentecostés (Sermons de Saint Jean Baptiste Marie Vianney, Curé d'Ars II, Ste Jeanne d'Arc, 1982), trad. sc©evangelizo.org


Dios ha confiado nuestra alma a un príncipe de su corte celestial

Nuestra alma es tan noble, ornada con tantas bellas cualidades, que el buen Dios ha querido confiarla a un príncipe de la corte celestial.
Nuestra alma es tan preciosa a los ojos de Dios, que en su sabiduría, el alimento que consideró digno de ella es su Cuerpo adorable, que desea sea su pan de cada día. Como bebida, es su Sangre preciosa que consideró digna para ella.
Si, mis hermanos, tenemos un alma que Dios estima tanto, que aunque fuera única en el mundo, no sería mucho para él de morir por ella. Si Dios al crearla no hubiera creado el cielo, aunque hubiera sido única en el mundo, el buen Dios habría creado un cielo para ella sola.
Oh cuerpo mío, ¡qué felicidad la suya de hospedar un alma ornada de tantas bellas cualidades! Dios, infinito como él es, hace de ella el objeto de sus delicias. Sí, hermanos míos, nuestra alma está destinada a pasar su eternidad en el seno del mismo Dios. (EDD)

Reflexión sobre el cuadro

Hoy celebramos la fiesta de los Santos Ángeles Custodios. Desde el comienzo de la vida hasta su final, Dios confía a cada uno de nosotros al cuidado de un ángel custodio. El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC 336) nos recuerda: "Desde su comienzo hasta la muerte, la vida humana está rodeada de su cuidado vigilante y de su intercesión. Junto a cada creyente está un ángel como protector y pastor que lo conduce a la vida". Son palabras tan maravillosas y, sin embargo, qué pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre ellas. Incluso puede que algunos de nosotros nunca prestemos mucha atención a los ángeles, y mucho menos creamos en ellos... Saber que cada momento de nuestra vida está acompañado por esta presencia oculta de un ángel, como un guardián silencioso que camina con nosotros, nos guía y protege, es muy reconfortante.

Los ángeles de la guarda no son seres distantes y abstractos; son guías personales y, por tanto, muy cercanos a nosotros. Hoy podemos dedicar un tiempo a rezar a nuestro ángel de la guarda. Aunque no lo hayas hecho nunca, tómate un momento para hacerlo.

De hecho, el Evangelio lo pone de manifiesto. Jesús pone a un niño delante de sus discípulos y les enseña que, para entrar en el Reino de los Cielos, debemos hacernos como niños. Y continúa diciendo: "Mirad que no despreciéis a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles en el cielo ven siempre el rostro de mi Padre celestial". Así pues, nuestros ángeles de la guarda están íntimamente relacionados con nosotros y con Dios: están ante su rostro, al tiempo que caminan a nuestro lado. Son puentes entre el cielo y la tierra, que nos recuerdan que nunca estamos solos en el camino de la fe. Jesús nos recuerda que debemos dar gracias a estos compañeros invisibles que caminan a nuestro lado.

He aquí una hermosa obra que capta el suave poder de la protección angélica de Dios: El Ángel de la Guarda, de Marcantonio Franceschini, pintado en 1716. Presenta a un elegante ángel que guía a un niño hacia delante, mientras señala al cielo. El ángel de la guarda despliega sus alas protectoras. El niño se deja coger de la mano y guiar. En la lectura del Evangelio correspondiente, Jesús nos invita a ser precisamente como el niño representado en nuestro cuadro. Marcantonio Franceschini fue un pintor italiano de Bolonia, enraizado en la tradición clásica de la escuela de Carracci. La pintura boloñesa de esta época está marcada por la armonía clásica, que se mezcla con la emoción barroca.

by Padre Patrick van der Vorst

Oración 

Oración al Ángel de la guarda - Padre Pío

“Oh mi Ángel de la guarda, cuida mi alma y mi cuerpo. Ilumina mi mente para que pueda conocer mejor al Señor mi Dios y amarlo con todo el corazón. 

Vigílame cuando rezo para que no ceda a las distracciones de la vida.

Sostenme con tus consejos para vivir como un buen cristiano y ayúdame a cumplir obras de generosidad.

Defiéndeme de los engaños del maligno y socórreme durante las tentaciones para que pueda vencer en la lucha contra el mal. 

Oh mi querido Ángel de la guarda, recito esta oración para pedirte que permanezcas siempre a mi lado y para pedirte que no ceses nunca de ser mi ángel de la guarda, hasta que no sea llamado al recinto del Señor, donde adoraremos juntos, por toda la eternidad a Dios nuestro Señor. Amén.”  (hozana.org)


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