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lunes, 13 de octubre de 2025

Evangelio del día - Memoria de San Eduardo el Confesor, rey de Inglaterra.

 


Carta de San Pablo a los Romanos 1,1-7.

Carta de Pablo, servidor de Jesucristo, llamado para ser Apóstol, y elegido para anunciar la Buena Noticia de Dios,
que él había prometido por medio de sus Profetas en las Sagradas Escrituras,
acerca de su Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, nacido de la estirpe de David según la carne,
y constituido Hijo de Dios con poder según el Espíritu santificador. por su resurrección de entre los muertos.
Por él hemos recibido la gracia y la misión apostólica, a fin de conducir a la obediencia de la fe, para gloria de su Nombre, a todos los pueblos paganos,
entre los cuales se encuentran también ustedes, que han sido llamados por Jesucristo.
A todos los que están en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos, llegue la gracia y la paz, que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.


Salmo 98(97),1.2-3ab.3cd-4.

Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios.

Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.


Evangelio según San Lucas 11,29-32.

Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: "Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás.
Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Bulle

Afraates (¿-c. 345)
monje, obispo cerca de Mossul
Las Disertaciones, nº 3 Del ayuno


“Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación"

Los hijos de Nínive ayunaron con un ayuno puro cuando Jonás les predicó la conversión. Así está escrito: Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron de sayal, grandes y pequeños. Negaron a los niños de pecho el alimento de sus madres, y que la vacas y ovejas no prueben bocado, no pasten ni beban (Jo 3)…
Y esto es lo que está escrito: “Cuando vio Dios sus obras y cómo se convertían de su mala vida, se compadeció y se arrepintió de la catástrofe con que les había amenazado, y no la ejecutó”. No dice: “Vio Dios el ayuno de pan y de agua, con saco y ceniza”, sino “que vio sus obras y cómo se convertían de su mala vida”… Este fue un ayuno puro, y fue aceptado el ayuno de los ninivitas cuando se convirtieron de sus malos caminos y de la rapacidad de sus manos…
Porque, amigo mío, cuando se ayuna, siempre es la abstinencia de la maldad el mejor ayuno. Es mejor que la abstinencia de pan y de agua, mejor que… “mover la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza” tal como dice Isaías (58,5). En efecto, cuando el hombre se abstiene de pan, de agua o de cualquier otro alimento, se cubre de saco y de ceniza y está compungido, es amado y agradable. Pero lo que es más agradable es que se humille a sí mismo, que “haga saltar los cerrojos de los cepos” de la impiedad y que “rompa los cepos” del engaño. Entonces “nacerá una luz como la aurora, te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Será como un jardín exuberante, como una fuente de agua que no se agota” (Is 58,6s). (EDD)

Reflexión sobre el díptico

Hoy celebramos la fiesta de San Eduardo el Confesor, rey de Inglaterra, que murió el 5 de enero de 1066. Se le llama "el Confesor" para distinguirlo del rey Eduardo "el Mártir" (m. 978), otro santo de la Inglaterra anterior a la Reforma. Eduardo el Confesor es famoso en el díptico de Wilton, pintado hacia 1395. En el panel de la izquierda vemos a tres santos (de izquierda a derecha): San Edmundo Mártir, San Eduardo Confesor y San Juan Bautista, que presentan al rey Ricardo II a la Virgen con el Niño. Eduardo sostiene un anillo en la mano, una referencia a la leyenda más querida sobre él, conservada en el Breviario de Sarum. El uso de Sarum fue la forma de la liturgia latina desarrollada en la catedral de Salisbury y ampliamente seguida en Inglaterra desde finales del siglo XI hasta la Reforma.

El Breviario de Sarum narra una hermosa historia que revela la humildad y la devoción de Eduardo a San Juan Evangelista. Mientras asistía a la consagración de una iglesia, Eduardo fue abordado por un anciano que pedía limosna en nombre de Dios y de San Juan. El limosnero real (el funcionario de la casa real encargado de distribuir limosna -dinero, comida o ropa- a los pobres en nombre del monarca) estaba ausente, y el rey no llevaba nada más encima, así que le dio su propio anillo. Años más tarde, dos peregrinos ingleses se encontraron en Jerusalén con un anciano que, al enterarse de que venían de Inglaterra, les confió un mensaje: "Dile a tu rey que soy Juan, el Apóstol y Evangelista. Amo a Eduardo por su castidad, y sé que está cerca de Dios. Le devuelvo el anillo que me dio, y pronto le recompensaré con mayores dones: dentro de medio año se vestirá con el manto de la inmortalidad." Los peregrinos llevaron tanto el anillo como el mensaje a Eduardo. Fiel a la profecía, el rey cayó enfermo la noche de Navidad, y para Childermas estaba demasiado débil para asistir a la consagración de su nueva iglesia en Westminster. Murió poco después. Esa iglesia románica sería sustituida más tarde por la gran abadía gótica de Westminster, que aún hoy alberga su santuario.

En el propio díptico de Wilton, vemos a Ricardo II arrodillado con las manos extendidas, recibiendo el estandarte de San Jorge de manos de la Virgen y el Niño. Cristo bendice tanto el estandarte como el reinado de Ricardo. Alrededor de la Virgen hay ángeles, cada uno con una insignia de un ciervo blanco, el emblema personal del rey, heredado de su madre y que sirve de ingenioso juego visual con su nombre, Rich-hart. Este pequeño panel devocional combina leyenda, liturgia, política y piedad: el reinado terrenal de un rey bajo la bendición eterna de Cristo y la intercesión de los santos de Inglaterra.

by Padre Patrick van der Vorst


Oración

Señor Jesús, manso y humilde.
Desde el polvo me sube y me domina esta sed de que todos me estimen, de que todos me quieran.
Mi corazón es soberbio. Dame la gracia de la humildad,mi Señor manso y humilde de corazón.

No puedo perdonar, el rencor me quema, las críticas me lastiman, los fracasos me hunden, las rivalidades me asustan.

No se de donde me vienen estos locos deseos de imponer mi voluntad, no ceder, sentirme más que otros... Hago lo que no quiero. Ten piedad, Señor, y dame la gracia de la humildad.

Dame la gracia de perdonar de corazón, la gracia de aceptar la crítica y aceptar cuando me corrijan. Dame la gracia, poder, con tranquilidad, criticarme a mi mismo.

La gracia de mantenerme sereno en los desprecios, olvidos e indiferencias de otros. Dame la gracia de sentirme verdaderamente feliz, cuando no figuro, no resalto ante los demás, con lo que digo, con lo que hago.

Ayúdame, Señor, a pensar menos en mi y abrir espacios en mi corazón para que los puedas ocupar Tu y mis hermanos.

En fin, mi Señor Jesucristo, dame la gracia de ir adquiriendo, poco a poco un corazón manso, humilde, paciente y bueno.

Cristo Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo. Asi sea.

(P. Ignacio Larrañaga)



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