En Francia, los bautismos de adolescentes se han multiplicado por cinco en solo tres años

Una joven catecúmena de la diócesis francesa de Meaux, fotografiada el 1 de marzo de 2025, durante la ceremonia de su recepción en la Iglesia.
En abril de este año, Religión en Libertad documentaba cómo Francia está desbordando todas las previsiones, récords e históricos en lo relativo a bautismos y conversiones. Solo en la Pascua de este año se bautizaron más de 10.000 adultos -un 45% más que en 2024- mientras que el número de adolescentes de entre 11 y 17 años que pasaban a formar parte de la Iglesia superaban los 7.400, un 33% más que el año previo.
Lejos de ser el único incremento o dato histórico en lo relativo a la Iglesia gala, también está el indicador de las peregrinaciones y eventos evangelizadores: si la peregrinación de París a Chartres marcaba un nuevo hito con 19.000 peregrinos durante el pasado verano, otros 13.500 estudiantes de secundaria participaban en la peregrinación FRAT de Lourdes 2025, icónico evento juvenil que se realiza con periodicidad anual.
Por si fuera poco, las librerías religiosas están reportando un incremento de hasta el 20% en las ventas de Biblias desde el pasado año.
Una primera conclusión que se podría obtener analizando estos datos es que la militancia y la lectura de la Biblia podrían guardar una estrecha relación con el aumento de nuevos cristianos. Y es precisamente la línea hacia la que apunta el redactor jefe de actualidad y contenidos digitales del semanario francés Famille Chrétienne, Antoine Pasquier.
A la experiencia periodística e informativa de Pasquier se agrega desde hace días las conclusiones publicadas en su Investigación sobre por qué los jóvenes quieren hacerse cristianos (Enquête sur ces jeunes qui veulent devenir chrétiens), donde busca dar respuesta a un fenómeno que desde hace meses es objeto de análisis entre investigadores y tertulianos: ¿Por qué los jóvenes acuden en masa a la Iglesia tras 200 años de desarrollo de la cuna de la laicidad europea?

"Investigación sobre jóvenes que quieren convertirse al cristianismo", Antoine Pasquier.
Entrevistado en francés por el prestigioso The Pillar, Pasquier comienza refiriéndose a los últimos números y cifras de bautismos es 2025, “el más alto registrado desde que la Conferencia Episcopal Francesa comenzó a registrar el número de catecúmenos en 2002”. Y ahora, por primera vez, dice, “se ha superado el umbral de los 10.000 bautismos simbólicos al año”.
Entre las cifras con que cuenta y destaca, menciona que el crecimiento es notable especialmente en los dos años que transcurren de 2023 a 2025, pasando de 5.463 bautismos a 10.384 en 2025, con un intervalo de 7.135 en 2024.
En otras palabras, “el número de bautismos adultos casi se duplicó” en Francia entre 2023 y 2025.
Los bautismos se multiplican por cinco
Otra de las conclusiones más relevantes es que de los más de 10.300 adultos bautizados, el sector comprendido entre los 18 y los 25 años es el que goza de una mayor representación, con aproximadamente 4.360 catecúmenos, un 42% del total.
Por su parte, los bautismos de adolescentes también muestran un destacado crecimiento, pues si en 2022 fueron 1.547 los jóvenes bautizados, este 2025 se han multiplicado casi por cinco, ascendiendo a los 7.404.
Pasquier admite que dicha afluencia de nuevos fieles e interesados “ha cogido por sorpresa” y obligado a las parroquias a adaptarse con rapidez a los cambios, buscando nuevas formas de acoger y apoyar a quien busca a Dios.
En su caso, lleva documentándose al respecto desde 2020, cuando comenzó a acompañar a estudiantes de secundaria que se preparaban para recibir el bautismo.
Más jóvenes en misa y cada menos tiempo
“Como catequista, he visto a un número creciente de jóvenes que buscan a Dios y desean convertirse al cristianismo. Solían venir en grupos, a menudo con amigos. También empezamos a verlos con más frecuencia y en mayor número en las misas dominicales, acercándose durante la comunión con los brazos cruzados para recibir la bendición del sacerdote”, explica.
Su curiosidad y perplejidad como catequista dio paso a la curiosidad como periodista, corroborando pronto que el fenómeno al que asistía era, en sus propias palabras “nacional y completamente inédito”.
Internet: "Complementa y apoya"; pero no convierte
Pasquier no oculta la influencia que internet puede estar teniendo en el proceso general, pues no es ningún secreto que la llamada Generación Z “se cría en las redes sociales” y que los influencers que allí se encuentran “comparten contenido cada vez más específico y bien elaborado, creado por otros influencers cristianos que responde a sus preguntas existenciales y espirituales”.
Sin embargo, si bien internet tiene influencia en el proceso de conversión, matiza que no es el lugar de la conversión.
Esta, asegura el periodista, “ocurre antes, de forma natural. Las redes sociales e internet [tan solo] complementan y apoyan su conversión”.
La Biblia, verdadera palanca de cambio: "Es esencial"
Mención aparte merece la cuestión de la Biblia, a su juicio con un papel “mucho más temprano en el camino”.
“Una vez que deciden profundizar en su búsqueda espiritual dentro de la fe cristiana, la Biblia se vuelve esencial para ellos. Casi todos los jóvenes que acompaño o he entrevistado me dicen que compraron, abrieron y leyeron la Biblia antes de realizar cualquier trámite oficial con la Iglesia”. De hecho, las Escrituras serían tan relevantes para los nuevos jóvenes conversos que, junto con la iglesia y la misa, es contemplado como “un punto de referencia seguro y fácilmente identificable”.
La identidad, clave en un país que se islamiza
Junto con la Biblia el papel de la identidad y la vivencia ortodoxa y militante de la fe como diferenciación del islam parecen tener que ver en este crecimiento. Cuenta que, de hecho, “es principalmente la expresión pública y abierta del islam” lo que desafía a estos jóvenes que se están convirtiendo en masa.
La cuestión de la identidad es clave y en este sentido no hay que olvidar que Francia es el país de Europa occidental con más musulmanes: según diversas estimaciones, entre un 12 y un 40% de la población serían practicantes del islam, según la localidad.
“Algunos de sus amigos musulmanes abrazan abiertamente su fe e identidad religiosa sin reservas, y esto impulsa a nuestros jóvenes a visibilizar también su creciente fe cristiana”, cuenta el periodista. Algo que se puede expresar de diferentes formas, entre las que no suelen faltar el uso público de un colgante con una cruz, quizá el uso del velo en misa o la práctica observante de costumbres y preceptos de los tiempos litúrgicos, especialmente la Cuaresma que, “con su exigencia, atrae a estos jóvenes que buscan orientación y significado”.
Uno de los riesgos que observa el periodista al respecto es que, bajo esta visión penitencial o voluntarista, podría contemplarse la Cuaresma como “un Ramadán cristiano”.
“Los catequistas deben tener cuidado de explicarles claramente las diferencias y recordarles que el cristianismo no es principalmente una religión de observancia, sino de conversión personal e interior”, menciona.
Preguntado por lo más sorprendente de estos nuevos jóvenes católicos, apunta sin dudar a “su determinación y paciencia”. Como ejemplo, menciona que algunos han llegado a caminar solos en su viaje de fe durante años, como es el caso de una joven que espero hasta nueve años desde su entrada a una iglesia y su solicitud de bautismo. Entonces, dice, “su fe es tan fuerte que no temen esperar”.a
¿Cómo debe hacer frente la Iglesia a esta oleada de conversiones o acercamientos a la fe? ¿Podría incluso favorecerlos? El periodista concluye con tres llamados o ideas no solo para que la Iglesia atraiga más, sino también para que acompañe mejor:
1º Potenciar la visión de una Iglesia catecumenal
“Es una Iglesia atenta a la proclamación del kerigma, a la salvación de cada persona y a la escucha del Espíritu Santo. Estas disposiciones ayudarán a nuestra Iglesia hoy a ser cada vez más atractiva y abierta a quienes buscan a Dios”.
2º Mejorar y agilizar la capacidad de adaptación
El periodista de Famille Chrétienne observa que los primeros en comprender lo que estaba sucediendo fueron los catequistas, los más cercanos a la base, que destacaron por y tomar medidas con rapidez para afrontar esta oleada inesperada.
“Si hay una lección que aprender de Francia, es su capacidad de adaptación sobre el terreno”, explica. Algo especialmente paradójico si se contempla desde un contexto eclesial marcado por la crisis de abusos sexuales y la disminución de las vocaciones.
“Esta afluencia completamente inesperada ha tomado por sorpresa a las parroquias, obligándolas a adaptarse rápidamente. Inicialmente desconcertados, los católicos franceses ahora buscan las mejores maneras de acoger y apoyar a estos buscadores de Dios”, reitera.
3º Alejarse del “siempre se ha hecho así”
Hablando de la transmisión de la fe, el periodista previene de “no quedar atrapados en viejos patrones o reflejos”, así como de una mentalidad del “siempre se ha hecho así” que “ya no es viable”. “Sin perder su esencia, la Iglesia debe adaptarse a estos nuevos cristianos, respondiendo a sus preguntas, expectativas y anhelos”, agrega.
José María Carrera Hurtado, ReL
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