“Celebramos hoy el Jubileo del Mundo Misionero y de los Migrantes. Es una hermosa ocasión para reavivar en nosotros la conciencia de la vocación misionera”, proclamó el Papa León XIV al inicio de su homilía en la Santa Misa que presidió este domingo 5 de octubre en la Plaza de San Pedro.
Bajo una persistente
llovizna otoñal, los paraguas multicolores se convirtieron en signos de
comunión entre los más de 30.000 fieles y peregrinos llegados desde los cinco
continentes, que participaron con emoción en esta celebración jubilar.
La fe que
transforma y sostiene
En su reflexión, el
Pontífice profundizó en el clamor del profeta Habacuc: “¿Hasta cuándo, Señor,
pediré auxilio sin que tú escuches?”. A partir de esta súplica, el Papa abordó
el misterio del silencio de Dios ante el sufrimiento humano, recordando las palabras
de Benedicto XVI sobre la oración que brota en medio del desconsuelo.
“La respuesta del Señor nos
abre a la esperanza”, explicó León XIV. “Si el profeta denuncia el mal que
parece prevalecer, el Señor promete que la salvación vendrá y no tardará. El
justo vivirá por su fidelidad”.
El Santo Padre subrayó que
la fe —aunque sea del tamaño de un grano de mostaza— contiene una fuerza que no
procede del poder, sino del amor: “La fe es una fuerza mansa que transforma el
mundo silenciosamente, en los gestos y palabras cotidianas”.
Santa
misa presidida por el Santo Padre León XIV en el marco del Jubileo de los
Migrantes y del Mundo Misionero, domingo 5 de octubre de 2025. (@Vatican
Media)
Misión y
misericordia en camino
El Papa invitó a
redescubrir el ardor misionero, citando las palabras de san Pablo VI sobre la
responsabilidad de evangelizar en tiempos de “progreso y desesperación sin
precedentes”.
“Hoy se abre en la historia
de la Iglesia una época misionera nueva”, sostuvo. “Las fronteras de la misión
ya no son geográficas: son el sufrimiento, la pobreza y el deseo de esperanza
los que vienen hacia nosotros”.
Ante los rostros de tantos
migrantes presentes, León XIV pidió acoger con ternura a quienes huyen de la
violencia o de la miseria: “Esas barcas que esperan avistar un puerto seguro en
el que detenerse y esos ojos llenos de angustia y esperanza que buscan una
tierra firme a la que llegar, no pueden y no deben encontrar la frialdad de la
indiferencia o el estigma de la discriminación”.
“Permanecer”
para acoger
En un pasaje central de su
homilía, el Papa invitó a cambiar la lógica del “partir” por la del
“permanecer”:
“La cuestión no es partir,
sino permanecer para anunciar a Cristo mediante la acogida, la compasión y la
solidaridad. Permanecer para mirar a los ojos a los que llegan, para abrirles
los brazos y el corazón”.
El Santo Padre agradeció la
entrega de misioneros, voluntarios y personas de buena voluntad que sirven a
los migrantes y promueven una “cultura de la fraternidad más allá de los
prejuicios”. A la vez, exhortó a toda la comunidad cristiana a vivir en un “estado
permanente de misión”, como pedía el Papa Francisco en su exhortación
apostólica Evangelii gaudium.
Los
fieles participaron con devoción y recogimiento de la santa misa presidida por
el Romano Pontífice. (@Vatican Media)
Llamado a la
cooperación y a las vocaciones misioneras
En la última parte de su
prédica, León XIV destacó dos compromisos prioritarios: la cooperación
misionera entre Iglesias y la promoción de nuevas vocaciones.
“La presencia de hermanos y
hermanas de distintas culturas es una oportunidad para renovar el rostro de la
Iglesia y testimoniar un cristianismo más abierto y dinámico”, afirmó.
Dirigiéndose especialmente
a Europa, el Sucesor de Pedro alentó a suscitar un nuevo impulso misionero en
jóvenes, religiosos y laicos dispuestos a servir en las periferias del mundo.
Finalmente, confió a todos
los misioneros y migrantes a la intercesión de la Virgen María, “primera
misionera de su Hijo, que se pone en camino sin demora hacia los montes de
Judea, llevando a Jesús en su seno y poniéndose al servicio de Isabel”.
Santa
misa presidida por el Santo Padre León XIV en el marco del Jubileo de los
Migrantes y del Mundo Misionero, domingo 5 de octubre de 2025. (@Vatican
Media)
Una bendición
que cruza fronteras
Con un gesto de ternura, el
Papa bendijo a la multitud que, bajo la lluvia, escuchaba en silencio y
emoción. “A los migrantes les digo: son siempre bienvenidos. Los mares y los
desiertos que han atravesado, en la Escritura, son ‘lugares de salvación’, en
los que Dios se hizo presente para salvar a su pueblo”, expresó.
El Pontífice les deseó
“encontrar este rostro de Dios en las misioneras y en los misioneros que
encontrarán”.
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