Tras 40 años de experiencia, asegura que el «trauma» existe... y que puede empeorar con la píldora

"Una mujer que acaba de abortar y se da cuenta, presenta un estado de agitación, autoagresión, desesperación… Es mucho más dramático", dice el psiquiatra Juan Manuel Soria.
Juan Manuel Soria ha dedicado su vida a la atención psiquiátrica profesional. A sus más de 40 años de experiencia clínica y formación en psicoterapia dinámica se agrega una amplia experiencia como voluntario en Proyecto Raquel, una iniciativa dedicada a la sanación del síndrome postaborto o, como él prefiere decir, el trauma que esto conlleva. Las mujeres que acuden a Proyecto Raquel, iniciativa extendida por las diócesis todo España, reciben acompañamiento espiritual y psicológico.
Ya sea por su trayectoria laboral o por su implicación como voluntario, son muchas las mujeres que ha atendido en los momentos posteriores al aborto.
Por ello, la suya es una voz autorizada para hablar sobre la existencia o no de un fenómeno que esta semana ha ocupado tertulias y titulares.
Una polémica que estalló después de que se aprobase la moción llevada al Pleno del Ayuntamiento de Madrid por el Partido Popular y VOX para informar sobre el llamado “Síndrome postaborto” en centros de salud, espacios de igualdad, servicios sociales y plataformas digitales del consistorio, cuando se orquestó toda una campaña mediática dirigida a negar la existencia del Síndrome postaborto. El doctor Soria atiende a Religión en Libertad para dar con una respuesta.
-Doctor Soria, ¿existe el llamado Síndrome postaborto?
-Yo nunca he estado de acuerdo con el término “Síndrome postaborto”. Síndrome supone una regularidad, una repetición de síntomas, independientemente de la persona que lo sufra. Eso no significa que las mujeres que aborten tengan reacciones de tipo patológico, de la salud mental, sufrimiento, malestar, ansiedad, depresión. Muchas sí los tienen. Y parecen ser, según estudios que los hay, que eso sí es así. Está demostrado. Otra cuestión es que una mujer que sufre por esto, puede presentar síntomas diferentes de una segunda, de una tercera, y estas de una cuarta.
-¿Cómo llamarlo entonces?
-Se parece más a lo que en psiquiatría llamamos trastorno por estrés postraumático. No es un síndrome, sino una reacción. Y es una reacción que depende más de la personalidad, en este caso de la mujer, que del hecho que provoca ese sufrimiento.
- ¿Podría explicarlo con detenimiento?
-Un virus produce un resfriado, da igual en qué persona, es el virus el que da el carácter a los síntomas que se parecen. En este caso no es así. Es una acción de la mujer que puede provocar en unos casos depresión, en otros, obsesiones, en otros, ansiedad, conductas de tipo adictivo, trastorno de alimentación… Por eso yo digo que el “Síndrome postaborto”, como tal, no existe. La gente espera que exista un patrón regular de sintomatología y esto no es lo que nos encontramos en la clínica.
-La moción se cuestiona porque informar a la madre podría, según ellos, dañar a la mujer. Si le damos la vuelta al argumento, ¿podría ocasionar algún daño en la mujer que busca abortar no saber las consecuencias?
-Estoy seguro. Lo que me han referido a mí las mujeres que yo he visto, y aclaro que como miembro de Proyecto Raquel, las he atendido no a título de psiquiatra, sino de voluntario que intenta ayudar a superar ese trauma. Pero no dejo de ser psiquiatra y pensar con mentalidad psicopatológica.
-Y en esos momentos, ¿qué le dicen ellas?
-Lo que me cuentan, lo que me refieren, es que [el trauma] siempre ha estado ahí. Vamos a llamarlo a nivel subconsciente. No deciden que eso pase a nivel consciente por el dolor que provoca. Por tanto, como mecanismo de defensa, se suele utilizar la represión: intentar actuar como si eso no hubiera existido, aunque uno sabe que sí ha existido. Por eso internamente queda un cierto dolor que está en un umbral bajo. Hasta que, por un motivo, alguna circunstancia, eso pasa a un primer plano, cuando la mujer decide pasarlo a nivel consciente. Y ese es el primer y más decisivo paso para solucionar esa cuestión.
-¿Hasta qué punto el argumento de que la mujer no sepa para que no sufra es cierto?
-Una vez que ella toma conciencia de qué está sintiendo y por qué, es cuando se puede poner solución. De la otra manera, lo que conseguimos es que eso funcione casi como algo robótico. Si no hubiese existido, y si ha existido, [dicen que] no es un problema, que es “legal”… Ninguno de esos argumentos sirve. Ninguno puede acallar lo que, a nivel de conciencia personal -no es la Iglesia la que culpa, sino la propia conciencia de la persona, incluso del hombre si lo propició- le crea un malestar, una cierta culpa. Eso no está tanto en que externamente se trate, por el argumento de que dicen que se puede causar malestar a la mujer. Al revés. El sufrimiento lo tiene.
-¿Qué síntomas concretos presentan las mujeres que acuden a usted tras un aborto?
-Son diversos. Los síntomas depresivos clásicos, como la culpa, anhedonia o desmotivación, son los más frecuentes. Incluso se pueden hasta sospechar de alguna forma. Hay un cuadro subdepresvio crónico, y cuando vienen a nosotros ya no es subdepresivo, sino claramente depresivo, dominado por un sentimiento de culpa, apatía, desmotivación, anhedonia… y un estado como de una cierta afectación cognitiva, desinterés…. Los sentimientos de culpa suelen estar permanentemente presentes. Ese es el más frecuente.
-¿Y alguno más de los que se mencionan estos días en los debates? ¿Suceden realmente?
Unas [presentan] cuadros de ansiedad, inquietud, miedos… otras se lanzan a consumir, beber… Otra presenta trastornos de alimentación, atracones, vómitos…
-Pero entonces, si es tan evidente, ¿dónde está el problema?
-Poner eso en relación con la conducta del aborto es difícil si la persona no te dice lo que pasa. Cuando dice lo que pasa, la mujer te permite entrar ahí, y anuncias el amor y la misericordia, eso cambia… toda la vida.
-¿Cómo?
-Yo estoy como impresionado de la capacidad de curación que tiene el anuncio de la misericordia de Dios en una persona. Lo que encuentras es que desconocen quién es Dios, que es amor. Se piensan que vas a decirle “pecadora” “qué has hecho”… esperan una condena. Pero es lo contrario. Tú te acercas tratando de ser vehículo de amor y misericordia.
-¿Por qué cree que incomoda hablar de la dimensión psicológica y psiquiátrica del aborto?
-Porque el enemigo a abatir es la Iglesia y todo lo que ella defiende. El mundo que defiende [el aborto], Dios sobra. Y la Iglesia defiende la familia, el matrimonio, el amor no como el “tu cuerpo es tuyo, haz lo que te dé la gana”… Esos mensajes son, en el fondo, perturbadores. Habrá quien tenga una estructura más fortalecida y sepa transitar por esos derroteros, pero hay otros que sufren. Porque no vivimos para guiarnos en función de nuestras apetencias.
-¿Cree que el silencio o el no permitir hablar de las consecuencias del aborto, agrava el sufrimiento de las mujeres?
-Es una trampa: Si yo no dejo que existan estudios, nadie puede evidenciar el problema. La cuestión es que en otros lugares sí hay estudios.
-¿Y qué dicen?
-Hay uno en Canadá, de más de 1 millón de mujeres de muestra y con un seguimiento de 17 años. Ahí hay evidencias de variables que sí se confirman, como son mayores depresiones, más tasas de suicidio, más tasas de toxicomanía, trastornos de alimentación… Eso está demostrado, pero fuera de España. Aquí nadie se atreve a hacerlo.
-Quizá la cuestión central de toda la polémica actual es que no exista una definición oficial de "Síndrome postaborto" como una categoría psiquiátrica
-No es necesario. Entiendo que hayan cogido ese argumento desde un punto de vista estratégico que por que tengan razones. Dicen que no existe el síndrome como tal. Pero con eso, ¿qué afirman? ¿Que la mujer no sufre? ¿Que no tiene reacción de dolor psíquico? Claro que lo tiene. Claro que hay un duelo. Lo que pasa es que no podemos llamarlo síndrome, porque, según la definición, síndrome es una repetición típica de una serie de síntomas.
-Según el discurso, si no hay vida, no puede haber duelo, síndrome o trauma…
-Claro que lo hay. Existe una reacción, un dolor psíquico. Hay una perdida. Es una vida humana. Y es precisamente por eso por lo que se aborta. Si en vez de vida humana fuese vida gatuna o perruna, más de la mitad de los abortos no se darían. Un gato o un perro no molesta. Lo que sí produce angustia es saber que es una persona la que viene, de la que me voy a tener que encargar, que va a necesitar su sitio y su atención.
-¿Hay alguna diferencia entre el Síndrome postaborto cuando este es provocado o natural?
-Sí hay diferencia. En algún caso he tratado a una mujer por perdida natural y se ve un cuadro depresivo, pero no con el dramatismo de aquella que dice “he sido yo la que he acabado con la vida de mi hijo”. En algunos casos, eso adquiere una intensidad dramática.
-¿En qué sentido?
-Una mujer que acaba de abortar y se da cuenta, presenta un estado de agitación, autoagresión, desesperación… Es mucho más dramático. Ojo, no quiero decir que lo presenten todas. La mayoría que abortan aparentemente no presentan síntoma.
-La repetición del aborto (dado que muchas mujeres abortan varias veces en su vida) ¿aumenta o disminuye la aparición y/o la gravedad del síndrome?
-Yo atendí a una mujer que había abortado 7 veces. Sí. En teoría, hay mujeres que utilizan el aborto como método anticonceptivo, y si se quedan embarazada más de una o dos veces, no tienen problema en acudir. Incluso les puede servir de coartada que eso se produce en estadios tempranos. Prácticamente no entran en tener que utilizar otros métodos más cruentos. Lo viven como un método anticonceptivo más. Son personas que no presentan sintomatología, me atrevería a decir. Aparentemente no sienten… Aparentemente.
-¿Y qué ocurre con la píldora abortiva?
-Efectivamente, hay mujeres que van. Les recetan una serie de píldoras abortivas y en casa viene la hemorragia y cae el feto.
-¿Cómo afrontan ese momento?
-Si no lo ven, es más fácil. Ahora, si ven como cae al inodoro y ven la figurita formada, puede traumatizar más. Porque incluso las que van a abortorios y las sedan, el medico hace y deshace y no ven nada. Eso tiene una salida. Pero la que ya ve como cae el feto pequeño… Eso impresiona de alguna manera. Y esa foto queda retenida para el resto de su vida.
-¿Cuál es el papel del sentimiento de culpa en el síndrome? Si "liberamos" a la madre de todo sentimiento de culpa por lo que hace, ¿desaparecería el síndrome?
-La culpa por fortuna es un mecanismo que existe en el ser humano y que supone el salto de lo biológico a lo social. Un animal no tiene culpa. Hace y deshace, y si mata, no siente. Afortunadamente, la culpa nos protege y ayuda al ser humano a poder vivir en sociedad. Porque dañar al otro, a una persona con al que vives o tienes cerca, debe tener algún registro interno que limite esa actitud. Si no, esto sería una selva. ¿Qué te impide matar a una persona, robar…? Nos moveríamos como se suelen mover los psicópatas. Afortunadamente, los sentimientos de culpa nos llevan a una cierta inhibición de impulsos destructivos hacia el semejante. Me siento culpable porque he dañado.
-¿Todo sentimiento de culpa es igual?
-Hay que distinguir la culpa depresiva y la retaliativa, la de la ley del talión, que no es culpa, sino un miedo a que, por la Ley del talión, me agredan. Pero la verdadera culpa, la depresiva, es sentirse mal porque he hecho un mal al prójimo. Y eso nos permite poder vivir en sociedad, aunque eso no está muy de moda. Lo que vemos en muchos casos es que las conductas pseudopsicopáticas están a la orden del día.
-Lleva muchos años colaborando con Proyecto Raquel. ¿Cómo valora su experiencia como voluntario en el campo, al margen de lo profesional?
-Puedo decir que el Proyecto Raquel funciona. Por la experiencia que he tenido con mujeres, también con hombres -en menor cantidad-, el consuelo y la alegría que experimentan no es una alegría normal.
-¿Por qué?
-Viene del cielo. Esto no es algo que pueda ser tratado solo con fármacos, psicólogos o psiquiatras. Como [el daño] se produce a un nivel moral, la ayuda viene a nivel moral… Y funciona. Estoy muy contento con Proyecto Raquel, porque hace que las mujeres se hayan desembarazado de ese daño, dolor y descubren que el Señor las perdona. Que su hijo existe, que está en brazos de Dios y que así, se puede vivir.
José María Carrera Hurtado, ReL
Vea también Aborto, asesinato
de la persona más indefensa
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